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El infierno de Gabriel_1

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Julia lo miró muy seria.<br />

—No me apetece nada, pero lo pensaré. Siento mucho que<br />

tuvieras que pasar por eso.<br />

—No te preocupes por mí. Que tengas un buen fin <strong>de</strong> semana y<br />

procura no pensar en ello. Si necesitas hablar con alguien, llámame. Si<br />

no, hasta la semana que viene.<br />

Con una mirada <strong>de</strong> ánimo, Paul se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> ella con la mano<br />

mientras el taxi se alejaba.<br />

Con las palabras <strong>de</strong> Virgilio resonando en sus oídos, Julia miró<br />

el móvil y encontró un mensaje que <strong>Gabriel</strong> le había enviado poco<br />

antes <strong>de</strong> que los profesores entraran en el Segovia.<br />

Mantente alejada <strong>de</strong> prof. Singer.<br />

Quédate cerca <strong>de</strong> Paul. <strong>El</strong>la lo odia.<br />

Ten cuidado. G.<br />

«Poca información y tar<strong>de</strong>», pensó Julia, con tristeza.<br />

Al entrar en el piso <strong>de</strong> él, lo primero que hizo fue encen<strong>de</strong>r la<br />

chimenea, en un intento por dispersar las sombras que reptaban<br />

sigilosas alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> su corazón. Pero no sirvió <strong>de</strong> mucho. En<br />

realidad, lo único que quería era irse a casa y escon<strong>de</strong>rse bajo las<br />

sábanas. Pero era consciente <strong>de</strong> que huir <strong>de</strong> la realidad no<br />

solucionaba los problemas.<br />

Aunque no le gustaba fisgar en los asuntos <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más, se<br />

encontró arrodillada en el suelo <strong>de</strong>l vestidor <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong>. Quería mirar<br />

las fotos en blanco y negro para ver si la profesora Singer aparecía en<br />

alguna <strong>de</strong> ellas. Por el pelo, podría ser. Pero las fotos habían<br />

<strong>de</strong>saparecido. Buscó y rebuscó por el armario y el resto <strong>de</strong> la<br />

habitación, incluso <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la cama, pero no las encontró.<br />

En el lugar don<strong>de</strong> antes estaban colgadas las fotos había seis<br />

cuadros. Unos eran abstractos; otros renacentistas; uno <strong>de</strong> Tom<br />

Thomson. Todos ellos muy hermosos y todos ellos <strong>de</strong>sprendían una<br />

sensación <strong>de</strong>... paz.<br />

<strong>Gabriel</strong> había re<strong>de</strong>corado su habitación.<br />

Se acercó a admirar una reproducción <strong>de</strong> La primavera <strong>de</strong><br />

Botticelli, colgada sobre la cómoda y <strong>de</strong>scubrió con sorpresa una foto<br />

<strong>de</strong> veinte por veinticinco centímetros colocada sobre el mueble. Era la<br />

fotografía <strong>de</strong> una pareja bailando.<br />

<strong>El</strong> hombre era alto, atractivo, elegante y <strong>de</strong>sprendía una aura <strong>de</strong><br />

po<strong>de</strong>r. Miraba a la mujer con una mirada intensa y ardiente.

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