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El infierno de Gabriel_1

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perteneciera. Era un beso apasionado, lleno <strong>de</strong> emoción, como si cada<br />

fibra <strong>de</strong> su ser se hubiera fundido y extendido sobre sus labios para<br />

po<strong>de</strong>r transmitírselas a ella. Su corazón dio un brinco ante esa i<strong>de</strong>a.<br />

Nunca se habría imaginado que un primer beso pudiera ser así.<br />

Cuando la presión <strong>de</strong> los labios <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> disminuyó, sintió ganas <strong>de</strong><br />

llorar. Era consciente <strong>de</strong> que nadie volvería a besarla así nunca más.<br />

Ningún hombre podría estar nunca a su altura. Nunca.<br />

Él suspiró hondo y la besó en la frente antes <strong>de</strong> apartarse.<br />

—Abre los ojos.<br />

Al hacerlo, Julia se encontró con un par <strong>de</strong> ojos azules<br />

excepcionalmente claros y llenos <strong>de</strong> sentimiento, aunque no fue capaz<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>scifrar sus emociones. <strong>Gabriel</strong> sonrió y la besó en la frente una<br />

vez más antes <strong>de</strong> tumbarse y mirar las estrellas.<br />

—¿En qué piensas? —preguntó ella, cambiando <strong>de</strong> postura y<br />

acurrucándose a su lado, muy cerca <strong>de</strong> él pero sin llegar a tocarlo.<br />

—Pensaba en lo mucho que te he esperado. Esperaba y<br />

esperaba y nunca llegabas —respondió él con una sonrisa<br />

melancólica.<br />

—Lo siento, <strong>Gabriel</strong>.<br />

—Pero ahora estás aquí. Apparuit iam beatitudo vestra.<br />

—No sé qué significa —contestó tímidamente.<br />

—Significa «ahora aparece tu bendición», aunque <strong>de</strong>bería ser<br />

«mi bendición», porque soy yo el que recibe la bendición <strong>de</strong> tu<br />

presencia. —<strong>Gabriel</strong> la abrazó. Pasándole un brazo por <strong>de</strong>trás, la<br />

sujetó por la cintura, abriendo los <strong>de</strong>dos—. Durante lo que me que<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> vida soñaré con tu voz susurrando mi nombre.<br />

Julia sonrió en la oscuridad.<br />

—¿Te has quedado dormida alguna vez entre los brazos <strong>de</strong> un<br />

chico, Beatriz?<br />

<strong>El</strong>la negó con la cabeza.<br />

—Pues me alegro <strong>de</strong> ser el primero. —Cambió <strong>de</strong> postura para<br />

que le apoyara la cabeza en el pecho, cerca <strong>de</strong>l corazón. Su <strong>de</strong>licado<br />

cuerpo encajaba a la perfección a su lado—. Como la costilla <strong>de</strong> Adán<br />

—murmuró <strong>Gabriel</strong> contra su pelo.<br />

—¿Tienes que marcharte? —susurró Julia, acariciándole el<br />

pecho con <strong>de</strong>dos vacilantes.<br />

—Sí, pero no esta noche.<br />

—¿Volverás? —Su voz era casi un gemido.<br />

Él suspiró profundamente.<br />

—Mañana seré expulsado <strong>de</strong>l Paraíso, Beatriz. Nuestra única

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