05.09.2019 Views

El infierno de Gabriel_1

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

impotencia. Cosas <strong>de</strong>l karma, supongo. Estaba acostumbrado a estar<br />

con una mujer distinta cada fin <strong>de</strong> semana. Pero cuando le conté todo<br />

esto, Paulina me dijo que no le importaba. Daba igual lo que le dijera,<br />

o cómo me portara con ella, siempre regresaba. Y las cosas siguieron<br />

su camino. <strong>El</strong>la se comportaba como si fuera mi novia y yo la usaba<br />

para <strong>de</strong>sahogarme cuando no tenía a nadie más a mano. No la quería.<br />

Lo único que me importaba en aquella época era yo mismo, las drogas<br />

y la maldita tesis.<br />

A Julia se le encogió el corazón. Sabía que a <strong>Gabriel</strong> nunca le<br />

había faltado compañía femenina. Era un hombre guapo y<br />

extremadamente sensual. Las mujeres se <strong>de</strong>svivían tratando <strong>de</strong> llamar<br />

su atención. No es que le hiciera gracia, pero lo había aceptado como<br />

parte <strong>de</strong> su pasado.<br />

Sin embargo, lo <strong>de</strong> Paulina era distinto. Su intuición se lo dijo la<br />

primera vez que oyó su nombre. Aunque no creía que siguieran juntos,<br />

lo que le estaba contando no era una aventura <strong>de</strong> una noche. <strong>El</strong><br />

espectro <strong>de</strong> los celos hizo su aparición, cercando el corazón <strong>de</strong> Julia y<br />

estrujándolo con fuerza.<br />

<strong>Gabriel</strong> se levantó y empezó a caminar por el comedor.<br />

—Las cosas se aceleraron cuando me dijo que estaba<br />

embarazada. La acusé <strong>de</strong> querer atraparme y le dije que se <strong>de</strong>shiciera<br />

<strong>de</strong>l bebé. —La cara se le contrajo <strong>de</strong> dolor—. <strong>El</strong>la se echó a llorar. Me<br />

suplicó, me dijo que estaba enamorada <strong>de</strong> mí <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Oxford y que<br />

quería tener a mi hijo. No la escuché. Le tiré dinero a la cara para que<br />

pagara el aborto y la eché <strong>de</strong> casa a patadas.<br />

<strong>Gabriel</strong> gruñó, pero su gruñido se transformó en un gemido<br />

<strong>de</strong>sgarrado que surgía <strong>de</strong> las profundida<strong>de</strong>s torturadas <strong>de</strong> su alma. Se<br />

frotó los ojos con fuerza.<br />

Julia se cubrió la boca con la mano. No había esperado esa<br />

confesión. Pero mientras su mente trataba <strong>de</strong> procesar todo lo que iba<br />

oyendo, las piezas <strong>de</strong>l rompecabezas que era el profesor Emerson<br />

empezaron a encajar.<br />

—Durante un tiempo no volví a verla. Supuse que habría<br />

abortado. En aquella época estaba tan jodido que ni me molesté en<br />

averiguarlo. Un par <strong>de</strong> meses más tar<strong>de</strong>, entré en la cocina y me<br />

encontré una ecografía pegada en la nevera, con una nota.<br />

<strong>Gabriel</strong>, echándose hacia atrás en la silla, se sostuvo la cabeza<br />

con las manos.<br />

—Había escrito: «Ésta es tu hija, Maia. ¿A que es preciosa?».<br />

No pudo acabar la frase, porque un sollozo se lo impidió.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!