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El infierno de Gabriel_1

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Escuchó el mensaje tres veces más y, sintiéndose bastante<br />

culpable, lloró hasta quedarse dormida. A pesar <strong>de</strong> la rebeldía que<br />

había guiado sus actos esos últimos días, algo en su interior sabía que<br />

tenía una alma gemela en <strong>Gabriel</strong>. Y eso no podía eliminarse a no ser<br />

que estuviera dispuesta a eliminar una parte <strong>de</strong> su alma.<br />

A la mañana siguiente, bien temprano, llamó a Paul con la<br />

excusa <strong>de</strong> quedar con él antes <strong>de</strong>l seminario. En realidad, esperaba<br />

que le dijera que Emerson se había puesto enfermo, o que se había<br />

marchado repentinamente a Inglaterra, o que había pillado la gripe<br />

porcina y se había cancelado el seminario. Por <strong>de</strong>sgracia, no había<br />

hecho ninguna <strong>de</strong> esas cosas.<br />

Después <strong>de</strong> mucho dudar, <strong>de</strong>cidió asistir al seminario, por si<br />

acaso <strong>Gabriel</strong> no lograba encontrarle un curso <strong>de</strong> lectura que le diera<br />

los créditos necesarios. Si la recompensa era tener a la profesora<br />

Picton como directora <strong>de</strong> proyecto, bien podría resistir las cinco<br />

semanas restantes <strong>de</strong>l semestre. Esa tar<strong>de</strong>, entró en la oficina <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>partamento para revisar el casillero <strong>de</strong>l correo, antes <strong>de</strong> reunirse<br />

con Paul.<br />

Le extrañó encontrar un gran sobre acolchado. Al darle la vuelta,<br />

vio que no llevaba remitente ni <strong>de</strong>stinatario.<br />

Lo abrió rápidamente y lo que encontró <strong>de</strong>ntro la <strong>de</strong>jó con la<br />

boca abierta. Aplastado en su interior, como si se tratara <strong>de</strong> las plumas<br />

<strong>de</strong> un cuervo, estaba su sujetador <strong>de</strong> encaje negro. <strong>El</strong> que,<br />

<strong>de</strong>sgraciadamente, se había <strong>de</strong>jado olvidado encima <strong>de</strong> la secadora<br />

<strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong>.<br />

«Cabrón.»<br />

Julia se sentía tan furiosa que empezó a temblar. ¿Cómo se<br />

atrevía a <strong>de</strong>járselo en el casillero? Cualquiera podía haber estado a su<br />

lado mientras abría el sobre.<br />

«¿Está tratando <strong>de</strong> humillarme una vez más? ¿O cree que es<br />

divertido?»<br />

(No se dio cuenta <strong>de</strong> que el iPod también estaba en el sobre.)<br />

—Hola, preciosa.<br />

Sobresaltada, Julia ahogó un grito.<br />

—Lo siento, no quería asustarte.<br />

Al volverse, se encontró con los amables ojos oscuros <strong>de</strong> Paul,<br />

que la miraban con extrañeza.<br />

—Qué nerviosa estás. ¿Es por el sobre? ¿Suce<strong>de</strong> algo?<br />

—preguntó, señalándolo con la barbilla, con las manos levantadas en<br />

señal <strong>de</strong> rendición para tranquilizarla.

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