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El infierno de Gabriel_1

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10<br />

Durante algunos instantes, en Lobby, Julia había estado segura<br />

<strong>de</strong> que <strong>Gabriel</strong> se acordaba <strong>de</strong> ella. Pero no habían sido más que eso:<br />

instantes fugaces y etéreos que habían <strong>de</strong>saparecido como telarañas<br />

arrastradas por el viento. Y ella, que era una persona muy honesta,<br />

empezó a dudar <strong>de</strong> todo.<br />

Tal vez su primer encuentro con <strong>Gabriel</strong> no había sido más que<br />

un sueño. Tal vez se había enamorado <strong>de</strong> su fotografía y se había<br />

imaginado los acontecimientos que siguieron a la partida <strong>de</strong> Rachel y<br />

Aaron. Tal vez se había quedado dormida sola en el huerto <strong>de</strong><br />

manzanos y todo había sido la ilusión solitaria y <strong>de</strong>sesperada <strong>de</strong> una<br />

jovencita <strong>de</strong> un hogar <strong>de</strong>sestructurado que nunca se había sentido<br />

amada.<br />

Era posible.<br />

Cuando todo el mundo cree una cosa y tú eres el único que<br />

piensa <strong>de</strong> otro modo, la tentación <strong>de</strong> integrarte en el grupo es enorme.<br />

Lo único que Julia tenía que hacer era olvidar, negar, suprimir. Y<br />

volvería a ser una persona como las <strong>de</strong>más.<br />

Pero ella era <strong>de</strong>masiado fuerte para rendirse. No había querido<br />

montar un número en el club cuando <strong>Gabriel</strong> le había echado en cara<br />

su virginidad, porque habría sido llamar la atención sobre un hecho <strong>de</strong>l<br />

que se sentía un poco avergonzada. Y tampoco había querido<br />

obligarlo a reconocerla ni a reconocer que habían pasado una noche<br />

juntos, ya que tenía un corazón puro y no le gustaba forzar a nadie a<br />

nada.<br />

Cuando vio la confusión en la cara <strong>de</strong> <strong>Gabriel</strong> mientras estaban<br />

bailando y se dio cuenta <strong>de</strong> que su mente no le permitía recordar, Julia<br />

lo <strong>de</strong>jó correr. La preocupaba lo que un súbito reconocimiento podía<br />

provocar en él y el temor a que su cerebro estallara como la taza <strong>de</strong><br />

café <strong>de</strong> Grace la <strong>de</strong>cidió a no <strong>de</strong>cir nada.<br />

Julia era una buena persona. Y a veces la bondad no cuenta<br />

todo lo que sabe. A veces, la bondad espera el momento a<strong>de</strong>cuado y<br />

aguanta como pue<strong>de</strong> hasta entonces.<br />

<strong>El</strong> profesor Emerson no era el hombre <strong>de</strong>l que se había<br />

enamorado en el huerto <strong>de</strong> manzanos. Era fácil darse cuenta <strong>de</strong> que a<br />

<strong>El</strong> Profesor le pasaba algo. No era sólo que fuera una persona<br />

sombría o <strong>de</strong>primida; era un ser perturbado. A Julia, familiarizada con

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