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El infierno de Gabriel_1

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ver sus cosas en su estante. Quería estudiar y trabajar a su lado...<br />

Pero Julia no quería que le diera claves ni llaves.<br />

—Por favor —insistió él, cogiéndole la mano y abriéndole los<br />

<strong>de</strong>dos con <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za.<br />

Al notar que dudaba, le acarició el dorso <strong>de</strong> la mano con el<br />

pulgar para tranquilizarla. Tras ponerle la llave y la nota en la mano,<br />

volvió a cerrarle los <strong>de</strong>dos con cuidado <strong>de</strong> no hacerle daño. Sabía que<br />

Emerson ya se había encargado <strong>de</strong> eso.<br />

—«Lo real no es algo que te venga dado. Es algo que te pasa. Y<br />

ahora mismo, necesitas que te pasen cosas buenas.»<br />

Julia se sobresaltó al oírlo. Paul no podía saber lo ciertas que<br />

eran sus palabras.<br />

«¿Está citando un cuento infantil? Imposible.»<br />

Al levantar la cara hacia él, vio que sus ojos eran cálidos y<br />

amables. No había en ellos nada grosero ni calculador. Nada turbio ni<br />

agresivo. Tal vez sencillamente le gustaba. O sentía lástima por ella.<br />

Fueran cuales fuesen sus auténticas motivaciones, en ese momento<br />

Julia <strong>de</strong>cidió creer que el universo no era un lugar completamente<br />

oscuro y <strong>de</strong>cepcionante; que siempre quedaban rincones luminosos<br />

con vestigios <strong>de</strong> bondad y <strong>de</strong> virtud, y aceptó la llave con la cabeza<br />

baja.<br />

—No llores, Conejito. —Paul alargó una mano para recoger una<br />

lágrima que aún no había caído, pero lo pensó mejor y <strong>de</strong>jó caer el<br />

brazo a un lado.<br />

Julia se volvió, avergonzada por la intensidad <strong>de</strong> las emociones<br />

que le estaban provocando cosas tan inocentes como una llave o un<br />

cuento infantil. Al mirar a su alre<strong>de</strong>dor buscando <strong>de</strong>sesperadamente<br />

algo con lo que distraerse, vio un CD en un estante y lo cogió: era el<br />

Réquiem <strong>de</strong> Mozart.<br />

—¿Te gusta Mozart? —preguntó, volviendo la caja para leer el<br />

dorso.<br />

Paul apartó la vista.<br />

Sorprendida, ella alargó el brazo para <strong>de</strong>volverlo a su sitio,<br />

pensando que lo había molestado al tocar sus objetos personales.<br />

—No, no pasa nada, pue<strong>de</strong>s mirarlo si quieres. Pero no es mío,<br />

es <strong>de</strong> Emerson.<br />

Una vez más, Julia sintió un escalofrío y notó que le daba<br />

vueltas la cabeza.<br />

Al darse cuenta <strong>de</strong> su reacción, Paul empezó a hablar muy <strong>de</strong><br />

prisa.

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