La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard
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mencheviques, socialistas revolucionarios de izquierda y de derecha; habríamos orientado a la<br />
revolución y al pueblo hacia otras tareas.<br />
Los largos años de nuestra actividad en el extranjero fueron consagrados a la<br />
propaganda de bien distinto conjunto de ideas sobre la Revolución social. Mas nuestro<br />
pensamiento no penetró en Rusia, aislada por las barreras políticas. Hoy nuestras fuerzas se<br />
congregan aquí. Consideramos primer deber nuestro, nuestra tarea más sagrada, reanudar en<br />
seguida ese trabajo en nuestro suelo, actualmente el suelo de la libertad.<br />
Debemos obrar. Debemos abrir a las masas laboriosas horizontes nuevos. Debemos<br />
ayudarlas en la búsqueda.<br />
Elevamos nuestra voz cuando la Revolución está momentáneamente bloqueada en un<br />
callejón sin salida y las masas han hecho un alto como sumidas en pesada reflexión, que<br />
nosotros nos empeñaremos a fondo para que no resulte estéril. Debemos aprovechar este alto<br />
de modo que la nueva oleada revolucionaria halle a las masas mejor dispuestas, más<br />
conscientes de los fines a perseguir, las tareas a cumplir, el camino a seguir. Hay que hacer lo<br />
humanamente posible para que esa oleada no se rompa ni disperse en un impulso sin<br />
trascendencia.<br />
Debemos indicar desde ya los medios de salir de la impasse, sobre los que la prensa no<br />
dice una sola palabra.<br />
En el editorial del número 2 (18-8-1917) se puntualiza:<br />
Vivimos instantes críticos. El fiel de la Revolución oscila, ora lentamente, ora<br />
convulsivamente, y esta oscilación continuará por algún tiempo todavía, hasta detenerse.<br />
¿Sabrán los obreros rusos, a tiempo, cuando el fiel oscila aún, arrojar en su platillo una idea<br />
nueva, un nuevo principio de organización, una nueva base social? De esto depende mucho, si<br />
no todo, del destino y trascendencia de la Revolución actual.<br />
Del editorial del número 3 (25-8), «Actualidades»:<br />
Decimos a los obreros, los campesinos, los soldados y los revolucionarios rusos: ante<br />
todo y sobre todo, continuad la revolución. Continuad organizándoos sólidamente y vinculando<br />
entre sí vuestros nuevos organismos: comunas, uniones, comités, soviets. Continuad, con<br />
firmeza y perseverancia, siempre y por doquiera, participando cada vez más amplia y<br />
eficazmente en la actividad económica del país. Continuad tomando en vuestras manos, es<br />
decir, por vuestras organizaciones propias, todas las materias primas y los instrumentos<br />
indispensables para vuestro trabajo. Continuad eliminando las empresas privadas. ¡Continuad<br />
la Revolución! No vaciléis en afrontar la solución de todas las cuestiones candentes de la<br />
actualidad. Cread por todas partes los órganos necesarios para esas soluciones. Campesinos:<br />
tomad la tierra y ponedla a disposición de vuestros propios comités. Obreros: preparaos a<br />
poner a disposición de vuestros organismos sociales las minas y el subsuelo, empresas y<br />
establecimientos de toda clase, usinas y fábricas y talleres, canteras y maquinarias.<br />
Mientras, el partido bolchevique se orientaba hacia su golpe de Estado. Advertía<br />
perfectamente el estado de ánimo de las masas y esperaba aprovecharlo, es decir,<br />
lograr la toma del poder. En un artículo del mismo número 3, Golos Truda criticaba esta<br />
orientación:<br />
Se nos presenta una solución lógica, sencilla y clara, que se impone por sí misma. No hay<br />
sino que adoptarla, resuelta, audazmente. Es preciso decidirse a pronunciar la última palabra<br />
dictada por la lógica misma de las cosas: no se necesita un Poder. En vez de un Poder, son las<br />
organizaciones unificadas de los trabajadores, obreros y campesinos las que deben dirigir la<br />
vida social. Sostenidas por las formaciones revolucionarias de soldados, estas organizaciones<br />
deben no ayudar a nadie a conquistar el Poder, sino posesionarse directamente de la tierra y<br />
demás elementos e instrumentos de trabajo, para el establecimiento de un orden económico y<br />
social nuevo.<br />
Los indiferentes y los haraganes aceptarán tranquilamente el nuevo orden de cosas. <strong>La</strong><br />
burguesía, sin soldados y sin capitales, se quedará, también muy naturalmente, sin poder. Y<br />
las organizaciones obreras, vinculadas entre sí, levantarán de común acuerdo la producción, los<br />
transportes y las comunicaciones, el intercambio y la distribución, sobre bases nuevas, creando<br />
para ello, y según las reales necesidades, órganos de coordinación y centros indispensables.<br />
Entonces, sólo entonces, la Revolución habrá vencido.<br />
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