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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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CAPITULO IV<br />

EL CASO DE LEV CHORNI Y FANIA BARON.<br />

En junio de 1921, trece anarquistas detenidos, sin causa, en la prisión de Taganka<br />

(Moscú), hicieron huelga de hambre, exigiendo su procesamiento o su libertad. <strong>La</strong><br />

huelga coincidió con las sesiones del Congreso Internacional de los Sindicatos Rojos<br />

(Profintern) en Moscú. Un grupo de delegados sindicalistas extranjeros, sobre todo<br />

franceses, interpeló al gobierno sobre esa huelga, de que se habían enterado, con<br />

muchos detalles, por conductos de familiares de los detenidos. <strong>La</strong> interpelación condujo<br />

a otros casos análogos y aun al conjunto de la política de represión frente a sindicalistas<br />

y anarquistas.<br />

En nombre el gobierno, Trotski tuvo el cinismo de responder a los delegados:<br />

«Nosotros no encarcelamos a los verdaderos anarquistas. Los que mantenemos en<br />

prisión no son anarquistas, sino criminales y bandidos, que simulan ser anarquistas.»<br />

Los delegados, bien informados, no se dieron por vencidos. Plantearon la<br />

interpelación desde la tribuna del Congreso, reclamando por lo menos la libertad de los<br />

anarquistas recluidos en Taganka… <strong>La</strong> interpelación provocó en el Congreso gran<br />

escándalo y obligó al gobierno, que temía revelaciones más graves en caso de<br />

insistencia, a abandonar su presa. Prometió, pues, liberar a los presos de Taganka. <strong>La</strong><br />

huelga cesó el undécimo día.<br />

Después de la partida de los delegados y de haber dejado arrastrarse el asunto<br />

durante dos meses, en cuyo transcurso buscó un pretexto suficiente para poder acusar<br />

por algún grave delito a los detenidos, en prisión siempre, y desembarazarse de su<br />

promesa, el gobierno se vio forzado a liberarlos, en septiembre de 1921, y los expulsó<br />

de Rusia a todos, menos a tres.<br />

Pero para vengarse (la venganza era elemento constante en la represión<br />

bolchevique), y sobre todo para justificar ante los trabajadores extranjeros y sus<br />

delegados sus procedimientos terroristas con los «sedicentes libertarios», maquinó poco<br />

más tarde un proceso tan grande como falso contra ellos.<br />

Por presuntos actos criminales, sobre todo por una pretendida falsificación de<br />

billetes de banco soviéticos, hizo fusilar (naturalmente, en secreto, de noche, en una de<br />

las cavernas de la Cheka, sin sombra siquiera de procedimiento judicial) a algunos<br />

anarquistas de los más honestos, sinceros y abnegados: la joven Fania Baron (cuyo<br />

marido estaba preso), el bien conocido militante Lev Chorni (llamado realmente<br />

Turchaninov) y otros.<br />

Ha sido probado más tarde que ninguno de los libertarios fusilados tenía relación<br />

con los delitos en cuestión.<br />

Y ha sido probado, por otra parte, que la pretendida falsificación había sido<br />

enteramente montada por la Cheka misma. Dos de sus agentes: Steiner (llamado<br />

Karmeni) y un chófer se habían introducido en el ambiente anarquista y al par<br />

vinculado a elementos criminales, para poder comprobar la vinculación entre ambos<br />

ambientes y combinar la maquinación. Todo bajo la dirección de la Cheka y la<br />

complicidad de sus agentes. Reunidas las apariencias indispensables, se montó el<br />

asunto y se hizo público.<br />

De este modo, para justificar sus crímenes mediante otro crimen, el gobierno<br />

sacrificó a algunos anarquistas más e intentó mancillar su memoria.<br />

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