La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard
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«Bien, amigos –continué-; en estas condiciones nuestra opinión anarquista es<br />
sencilla: ¡Manos a la obra! Pero aclaremos que no haréis como patronos capitalistas,<br />
¿no es así? ¿No tomaréis obreros para explotarlos? ¿No os constituiréis en sociedad<br />
anónima por acciones?»<br />
Estallaron risas; en seguida algunos obreros expresaron que todo el trabajo se<br />
realizaría colectivamente, en perfecto compañerismo, únicamente para poder vivir. El<br />
comité velaría por la buena marcha de la empresa. Se repartirían los fondos<br />
equitativamente y de común acuerdo. El excedente, si lo hubiese, formaría un fondo de<br />
mejoras.<br />
«-Si se cometiesen actos contrarios a la solidaridad de los trabajadores, el<br />
gobierno podría entrar a actuar. Pero, de no ser así, que se nos deje hacer y se tenga<br />
plena confianza en nosotros.<br />
-Pues a comenzar –terminé-. Yo os deseo ánimo sostenido y pleno éxito.»<br />
Una tempestad de aplausos me respondió. Una extraordinaria animación<br />
reemplazó al terror de poco antes. Se aclamaba unánimemente la conclusión, y ya<br />
nadie se preocupaba de los representantes del gobierno, que permanecían inmóviles en<br />
sus sillas y con los rostros contraídos.<br />
Shliapnikov se acercó al oído del presidente, y éste agitó frenéticamente la<br />
campanilla hasta que se restableció la calma.<br />
Shliapnikov habló fríamente aunque su cólera era evidente, espaciando las<br />
palabras y acompañándolas con gestos de comandante militar; declaró que, como<br />
miembro del gobierno, nada tenía que modificar, ni añadir, ni retractar de lo dicho. <strong>La</strong><br />
decisión del gobierno era definitiva.<br />
«Vosotros mismos nos habéis llevado al poder –dijo-. Nos habéis confiado<br />
voluntaria y libremente los destinos del país. Tenéis, pues, confianza en nosotros y en<br />
nuestros actos. Es la clase obrera la que ha querido que nos ocupásemos de sus<br />
intereses, y así nos corresponde conocerlos, comprenderlos y velar por ellos. Es<br />
evidente que debemos preocuparnos de los verdaderos intereses generales de la clase<br />
obrera y no de los de tal o cual fracción; no podemos actuar, lo comprendería un niño,<br />
en interés particular de una empresa separada. Es lógico que elaboremos y<br />
establezcamos planes de acción para el conjunto de la población obrera y campesina,<br />
los cuales deben salvaguardar el futuro de todo el país. Tomar o tolerar medidas a favor<br />
de una colectividad sola sería ridículo, contrario a los intereses generales del pueblo y<br />
hasta criminal ante toda a clase trabajadora. Nuestra impotencia para resolver en<br />
seguida los diversos complicados problemas actuales es pasajera y explicable por las<br />
terribles condiciones presentes, después de todas las desdichas vividas, después del<br />
caos del que acabamos de salir. <strong>La</strong> clase obrera debe comprenderlo y no impacientarse,<br />
ya que esta situación no depende de nuestra voluntad, ni ha sido creada por nosotros,<br />
y cuyas consecuencias penosas y fatales todos sufrimos. Lo son para todos y por algún<br />
tiempo todavía. Los obreros deben amoldarse a ellas como todos, en vez de buscar<br />
situaciones privilegiadas para un grupo de trabajadores. Semejante actitud sería<br />
esencialmente burguesa, egoísta y desorganizadora. Si algunos obreros, empujados por<br />
los anarquistas, pequeños burgueses y desorganizadores por excelencia, no quieren<br />
comprenderlo así, tanto peor para ellos. No tenemos tiempo que perder con los<br />
elementos atrasados y sus conductores.»<br />
Y para terminar, añadió con tono agresivo y amenazante:<br />
«De todos modos, debo prevenir a los obreros de esta fábrica y a los señores<br />
anarquistas, estos fracasados y desorganizadores profesionales, que el gobierno nada<br />
puede cambiar en las decisiones tomadas a conciencia y que las hará respetar sin<br />
titubear. Si los obreros resisten, peor para ellos, pues serán despedidos por la fuerza y<br />
sin indemnización. Los más obstinados, los dirigentes, enemigos de la causa general<br />
proletaria, se expondrán a consecuencias mucho más graves. ¡Y que los señores<br />
anarquistas se guarden! El gobierno no podrá tolerar que se inmiscuyan en asuntos que<br />
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