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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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de Simferopol, fue deshecho y batióse precipitadamente en retirada, manteniendo perfecto<br />

orden durante los primeros diez minutos y tratando de detener el impulso del enemigo, pero en<br />

desorden y precipitación, luego. Los demás regimientos, cundido el pánico, siguieron el<br />

ejemplo, y por fin todas las tropas de Denikin se desbandaron, procurando pasar a nado el río<br />

Sinuka, distante quince kilómetros de la aldea, para atrincherarse en la orilla opuesta.<br />

Majno trataba de sacar todo el partido posible de la situación, cuyas ventajas comprendió<br />

admirablemente. A toda rienda lanzó su caballería y su artillería en persecución del enemigo en<br />

retirada, y Majno mismo, a la cabeza de su regimiento mejor montado, se dirigió por caminos<br />

transversales para tomar de enfilada a los fugitivos. Se trataba de un trayecto de doce a quince<br />

kilómetros. En el momento más crítico, cuando las tropas de Denikin llegaron al río, fueron<br />

alcanzadas por los jinetes de Majno. Centenares de denikistas perecieron. Sin embargo, la<br />

mayoría de ellos tuvo tiempo de pasar a la otra orilla, pero allí eran esperados ya por Majno<br />

mismo. El estado mayor del ejército de Denikin y un regimiento de reserva que se encontraban<br />

allí fueron sorprendidos y apresados. Algunos oficiales prefirieron colgarse de los árboles.<br />

Sólo una parte insignificante de las tropas de Denikin -obstinadas desde hacía meses en<br />

la persecución encarnizada de Majno logró salvarse. El primer regimiento de oficiales de<br />

Simferopol y otros fueron enteramente pasados a sable. En una extensión de dos o tres<br />

kilómetros, la ruta estaba cubierta de cadáveres 95 . Por horrible que pueda parecer este<br />

espectáculo, no era sino la secuela natural del duelo entablado entre el ejército de Denikin y el<br />

majnovista. Durante la prolongada persecución, aquéllos no se proponían menos, y lo<br />

proclamaban, que exterminar a todos los majnovistas, lo que fueron cumpliendo cuanto les fue<br />

posible. El menor paso en falso de Majno habría reservado la misma suerte al ejército<br />

insurreccional. Ni aun las mujeres, que seguían al ejército en que combatían sus esposos, se<br />

habrían salvado. Los majnovistas habían sufrido sobradas experiencias y sabían a qué atenerse<br />

(Arshinov, ob. cit., capítulo VII).<br />

Aplastadas las principales fuerzas de Denikin, los majnovistas no perdieron<br />

tiempo: se lanzaron en tres direcciones hacia su país, hacia el Dnieper.<br />

Este retorno se realizó con alucinante rapidez. Al día siguiente de la derrota de las<br />

tropas de Denikin, Majno se hallaba ya a más de 100 kilómetros del campo de batalla,<br />

avanzando con su escolta a unos 40 kilómetros del grueso del ejército. Al segundo día<br />

se posesionaron de Dolinskaya, Krovoy-Rog y Nikopol, y al tercero ganaron el puente<br />

de Kichkas y la ciudad de Alexandrovsk cayó en su poder.<br />

En su fulminante avance experimentaban la impresión de penetrar en un reino<br />

encantado: el de la Bella Durmiente del Bosque. Nadie se había enterado todavía de la<br />

batalla de Uman. Nadie sabía nada de la suerte de los majnovistas. <strong>La</strong>s autoridades<br />

denikistas no habían adoptado ninguna medida de defensa, adormecidas en el letargo<br />

propio de las profundidades de la retaguardia. Como el rayo en primavera, los<br />

majnovistas se abatían sobre sus enemigos. Tras de Alexandrovsk, cayeron Pologui,<br />

Guliai-Polie, Berdiansk y Mariupol. Al cabo de diez días, todo el Sur fue liberado de<br />

tropas y autoridades denikistas.<br />

Pero no se trataba sólo de ellas. Como una gigantesca escoba, al pasar el ejército<br />

insurreccional por ciudades, villas, caseríos y aldeas, barría por doquiera todo vestigio<br />

de explotación y de servidumbre. Los terratenientes, que no esperaban nada<br />

semejante; los kulaks, los grandes industriales, los curas, los gendarmes, los señores<br />

denikistas y los oficiales emboscados, todo era barrido en el camino victorioso de la<br />

majnovschina. Prisiones, comisarías y puestos policiales, todos los símbolos de la<br />

servidumbre popular, fueron destruidos. Cuantos eran conocidos por enemigos activos<br />

de los campesinos y los obreros estaban prometidos a la muerte. Terratenientes y<br />

kulaks, sobre todo, perecieron en gran número. Ello basta -observémoslo de paso- para<br />

95 Caída la noche, yo seguía solo -algo atrás de mis camaradas- a caballo, pero lentamente, esta ruta de<br />

calvario de los regimientos denikistas. Jamás olvidaré el fantasmagórico cuadro de los centenares de cuerpos<br />

humanos, salvajemente abatidos, bajo el cielo estrellado, a lo largo de la ruta, aislados o amontonados unos<br />

sobre otros, en actitudes infinitamente variadas y extrañas; en ropas menores o totalmente desnudos,<br />

cubiertos de polvo y de sangre, exangües y verduscos bajo la pálida claridad lunar .A unos les faltaban los<br />

brazos, otros estaban desfigurados horriblemente, cuáles estaban decapitados, cuáles hendidos casi<br />

enteramente de un sablazo... De tiempo en tiempo me apeaba para inclinarme, ansioso, sobre esos cuerpos<br />

mudos e inmóviles, ya rígidos. ¡Como si esperase penetrar un imposible misterio!... «He ahí a lo que<br />

estaríamos reducidos nosotros -pensé-, de haber triunfado ellos. ¿Destino? ¿Azar? ¿Justicia?... »<br />

Al día siguiente, los campesinos dieron sepultura a todos los restos en una fosa común, a un lado del<br />

camino (Arshinov).<br />

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