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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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<strong>La</strong>mento no poder detenerme mucho en cada uno de ellos, lo que requeriría<br />

excesivo espacio. Ello no constituye, por otra parte, el propósito de esta obra.<br />

Limitémonos, pues a establecer algunos rasgos esenciales.<br />

1.- Desde hace años, los ignorantes y los interesados pretenden que, habiendo<br />

encontrado al país en estado totalmente inculto, casi salvaje, los bolcheviques le han<br />

hecho dar un paso gigantesco en el camino de la cultura general, la instrucción y la<br />

educación.<br />

Visitantes extranjeros, después de haber visto tal o cual ciudad, nos hablan de las<br />

maravillas que han podido observar «por sí mismos». ¿No he oído afirmar, con perfecta<br />

seguridad, que antes de los bolcheviques «casi no había escuelas populares en Rusia» y<br />

que actualmente «las hay espléndidas por todas partes»? ¿No lo he oído a un<br />

conferenciante que «antes de la Revolución no había en el país sino dos o tres<br />

universidades y que los bolcheviques han creado varias»? ¿No se cuenta que, antes de<br />

los bolcheviques, el pueblo ruso casi totalmente no sabía leer ni escribir y que ahora ha<br />

desaparecido casi ese tipo de analfabeto completo? ¿No se dice –y cito este caso como<br />

ejemplo de la ignorancia y las falsedades respecto a Rusia- que la ley zarista prohibía a<br />

los hijos de obreros y campesinos el acceso a las escuelas secundarias y superiores?<br />

Los viajeros pueden observar y admirar, cierto es, en las grandes ciudades de la<br />

U.R.S.S. algunas hermosas escuelas modernas bien equipadas y organizadas,<br />

primeramente por ser corriente que las grandes ciudades del mundo estén dotadas de<br />

tales escuelas modelos (la misma comprobación pudo haberse hecho en la Rusia<br />

zarista), y secundariamente, porque eso forma parte del programa publicitario y<br />

decorativo del gobierno. Pero la situación en algunas grandes ciudades, ni siquiera<br />

general en ellas, bien poco significa en cuanto al estado de cosas en el país, sobre todo<br />

en un país tan extenso como Rusia. El viajero que quisiere formular conclusiones<br />

aproximadas a la verdad, por lo menos, debería ver las cosas a voluntad, no<br />

recorriendo a boca abierta el itinerario oficial, y seguir su evolución día a día, durante<br />

meses o semanas, en las profundidades del país: las numerosas ciudades pequeñas, las<br />

innumerables aldeas, los koljoses, las fábricas distantes de los grandes centros, etc. ¿A<br />

qué viajero se le ha ocurrido eso, y quién, de habérsele ocurrido, ha obtenido la<br />

autorización y tenido la posibilidad de hacerlo?<br />

En otras partes de esta obra hemos dejado establecida ya la falsedad de otras<br />

leyendas similares.<br />

Nadie pretenderá que la instrucción y la educación estaban en Rusia<br />

suficientemente extendidas (ni lo estaban en ningún país, con diferencias de grado y de<br />

detalles). Nadie negará que la proporción de analfabetos fuese muy elevada en la Rusia<br />

zarista y que la instrucción popular estuviera muy atrasada con relación a ciertos países<br />

occidentales. Pero de eso a las afirmaciones de que he citado ejemplos hay mucha<br />

distancia.<br />

Fácil es establecer la verdad.<br />

Por una parte, la red de escuelas primarias, secundarias y superiores en la Rusia<br />

anterior a la Revolución era ya bastante apreciable, sin ser suficiente. <strong>La</strong> situación era<br />

deficiente sobre todo respecto a la enseñanza misma: programas, métodos y medios<br />

eran lamentables El gobierno, desde luego, se preocupaba bien poco de la verdadera<br />

instrucción del pueblo. Y en cuanto a las municipalidades y los particulares, vigilados<br />

por las autoridades y obligados a seguir los programas oficiales, no podían llegar a<br />

grandes resultados, con todo haber logrado algunas bellas realizaciones.<br />

Y por otra parte, los pretendidos enormes progresos cumplidos en este terreno por<br />

el gobierno bolchevique son en realidad muy mediocres. Para cerciorarse de ello basta,<br />

como en otras materias, seguir de cerca la prensa soviética. Sus lamentaciones y<br />

confesiones son por demás elocuentes. Demos, pues, algunas citas más o menos<br />

recientes.<br />

Según las declaraciones generales y las globales cifras oficiales, la enseñanza en<br />

la U.R.S.S. se desarrolla más que satisfactoriamente. El número de alumnos primarios y<br />

secundarios alcanzo en 1935-36 la imponente cifra de 25 millones; el de estudiantes<br />

superiores se elevó a 520.000. En 1936-37 las cifras respectivas eran: 28 millones y<br />

560.000. Y en 1939 (Pravda del 31 de mayo): 29,7 millones y 600.000. Cerca de un<br />

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