La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard
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estéis, contra la violencia y el yugo de la nueva Autoridad, del nuevo amo: el Estado<br />
centralizado, y de los nuevos impostores: los jefes de los partidos políticos. Permaneced<br />
prestos a obrar de modo que los éxitos de los bolcheviques –si los ensoberbecen y los<br />
transforman en impostores- sean su tumba. Permaneced prestos a arrancar la Revolución de<br />
una nueva prisión.<br />
No olvidéis que solamente vosotros mismos debéis y podéis crear vuestra nueva vida<br />
mediante vuestras libres organizaciones locales y sus federaciones. ¡De lo contrario, jamás será<br />
realidad!<br />
Los bolcheviques os dicen a menudo lo mismo. Tanto mejor, naturalmente, si finalmente<br />
obran de conformidad a sus dichos. Pero, camaradas, todos los nuevos amos, cuya situación<br />
depende de la simpatía y la confianza de las masas, hablan al principio dulcemente. También<br />
Kerenski tenía, los primeros días, boca de miel; el corazón de hiel se reveló más tarde.<br />
Tened en cuenta no las palabras y los discursos, sino los gestos y los actos. Y a la menor<br />
contradicción entre lo que esas gentes os dicen y lo que hacen, ¡poneos en guardia!<br />
¡No os fiéis de las palabras, camaradas! ¡Fiaos únicamente de los hechos!<br />
¡No os fiéis de la Asamblea Constituyente, de los partidos y de los jefes! Confiad<br />
únicamente en vosotros mismos y en la Revolución.<br />
Solamente vosotros mismos, esto es, vuestras organizaciones locales de base,<br />
organismos de los trabajadores y no de los partidos, y en seguida vuestra unificación directa y<br />
natural (regional, etc.); solamente vosotros mismos debéis ser los constructores y los amos de<br />
la vida nueva, no la Asamblea Constituyente, no un gobierno central, no los partidos ni los<br />
jefes.<br />
Y en otro artículo del mismo semanario (número 21, del 2 al 15 de diciembre de<br />
1917, editorial: «En lugar de Asamblea Constituyente»), expresaban los anarquistas:<br />
Es notorio que los anarquistas renegamos de la Asamblea Constituyente, estimándola no<br />
sólo inútil, sino francamente nociva a la causa de la Revolución. Son aún poco numerosos, sin<br />
embargo, los que advierten las razones determinantes de nuestro punto de vista. Lo esencial,<br />
justamente, no es tanto el hecho de alzarnos contra la Constituyente, sino las razones que nos<br />
mueven a ello.<br />
No es por capricho, obstinación o espíritu de contradicción que rechazamos la Asamblea<br />
Constituyente. No nos limitamos, por otra parte, a rechazarla pura y simplemente; llegamos a<br />
esa negación de manera perfectamente lógica. Estimamos, en efecto, que en periodo de<br />
Revolución social, lo que importa a los trabajadores es poder organizar la vida por sí mismos,<br />
desde abajo, mediante sus organismos económicos inmediatos, y no desde arriba, mediante un<br />
centro político.<br />
Rechazamos la Asamblea Constituyente porque queremos en su lugar otra bien distinta<br />
institución constituyente: un organismo de trabajo, unificado desde debajo de manera natural.<br />
<strong>La</strong> rechazamos, pues, porque, queriendo otra cosa en su lugar, deseamos evitar que sea<br />
trabada por aquélla.<br />
Los bolcheviques reconocen, por un lado, la organización directa y de clase de los<br />
trabajadores (soviets, etc.); pero, por otro, conservan la Asamblea Constituyente, organismo<br />
inepto e inútil. Dualidad contradictoria, nociva y harto peligrosa, resultado fatal del hecho de<br />
que los bolcheviques, en verdaderos socialdemócratas, no hacen generalmente pie en las<br />
cuestiones de la política y la economía, de la autoridad y la no-autoridad, del partido y la clase.<br />
No osan renunciar definitiva y totalmente a los prejuicios muertos, porque para ellos eso<br />
significaría arrojarse al agua sin saber nadar. Chapotear en las contradicciones es fatal para<br />
quienes, en una Revolución proletaria, estiman su tarea principal la organización del poder.<br />
Repudiamos la organización del poder por sustituirla, precisamente, por la organización<br />
de la Revolución.<br />
<strong>La</strong> organización del poder lleva lógicamente a la Asamblea Constituyente. <strong>La</strong> organización<br />
de la Revolución lleva, también lógicamente, a otra edificación en la que, muy sencillamente,<br />
no hay lugar para la Constituyente, que resultaría francamente entorpecedora.<br />
He aquí por qué renegamos de la Asamblea Constituyente.<br />
Los bolcheviques prefirieron convocar la Asamblea, en enero de 1918,<br />
predispuestos a dominarla o disolverla de no ser bolchevique su mayoría (cosa posible<br />
en el ambiente de entonces).<br />
A despecho de todos los esfuerzos del partido bolchevique, desde hacía tres meses<br />
en el poder, la mayoría de la Asamblea se mostró antibolchevique, resultado que<br />
confirmó plenamente las conjeturas de los anarquistas. «Si los trabajadores –dijeron<br />
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