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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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periódicos, etc., que permite hacerse una idea asaz exacta de la estructura, el<br />

funcionamiento y el espíritu del Estado soviético. Desde algunos años ha, han aparecido<br />

numerosas obras que ponen bien de relieve el verdadero carácter de este Estado: la<br />

naturaleza real de su gobierno, la situación verdadera de sus masas laboriosas, el<br />

exacto estado de su economía, su cultura, etc. Estas obras ponen a la luz los bastidores<br />

y los «bajos» ocultos del régimen, sus extravíos, sus «enfermedades secretas».<br />

Los autores no procuran, por cierto, profundizar el problema a fin de establecer las<br />

causas y las consecuencias de la decadencia. Ni menos hacen alusión alguna a esa otra<br />

llama: la idea libertaria, su papel y su suerte en la Revolución rusa. Para ellos, como<br />

para tantos otros, es éste un terreno desconocido. No entrevén ninguna solución. Mas<br />

comprueban sinceramente los hechos. Hacen ver así la ruta falsa tomada por la<br />

Revolución y prueban irrefutablemente la quiebra de ésta. Sus estudios, generalmente,<br />

proporcionan una documentación abundante y precisa.<br />

Nos limitaremos aquí a una amplía mirada de conjunto que bastará a nuestro fin.<br />

Pues es el carácter general de este Estado lo que nos interesa, en la medida en que él<br />

nos explica la secuela de los acontecimientos.<br />

Hemos dicho antes que el cuidado principal del partido bolchevique en el poder era<br />

el de estatalizar toda actividad, toda la vida del país, todo lo que podía ser estatalizado.<br />

Se trataba de crear ese régimen que la terminología moderna califica de totalitario.<br />

Una vez en posesión de una fuerza coercitiva suficiente, el partido y el gobierno<br />

bolcheviques se esmeraron en esa tarea, creando su inmenso aparato burocrático.<br />

Acabó por formar una numerosa y poderosa casta de funcionarios responsables, que<br />

hoy constituye una capa altamente privilegiada de unos dos millones de individuos.<br />

Dueña efectiva del país, del ejército y de la policía, ella sostiene, protege, venera y<br />

lisonjea a Stalin: su ídolo, su Zar, el solo hombre capaz de mantener el orden y de<br />

salvaguardar sus privilegios.<br />

Poco a poco, los bolcheviques estatalizaron, monopolizaron, totalizaron, cómoda y<br />

rápidamente, la entera administración, las organizaciones obreras, campesinas y de<br />

otra índole, las finanzas; los medios de transporte y de comunicación; el subsuelo y la<br />

producción minera; el comercio exterior y el gran comercio interior; la gran industria; el<br />

suelo y la agricultura; la cultura, la enseñanza y la educación; la prensa y la literatura;<br />

el arte, las ciencias, los deportes, las distracciones, aun el pensamiento o, por lo<br />

menos, todas sus manifestaciones.<br />

<strong>La</strong> estatalización de los organismos obreros: soviets, sindicatos, comités de<br />

fábrica, etc., fue la más fácil y la más rápida. Su independencia fue abolida. Se<br />

convirtieron en simples rodajes administrativos y ejecutivos del partido y del gobierno.<br />

Se maniobró con habilidad. Los obreros ni siquiera advirtieron que estaban a<br />

punto de ser maniatados. Puesto que el Estado y el gobierno eran los suyos, les pareció<br />

natural no desligarse de ellos. Encontraron normal que sus organizaciones llenasen<br />

funciones en el Estado obrero y ejecutasen las decisiones de los camaradas comisarios.<br />

Bien pronto, ningún acto autónomo, gesto libre alguno les fueron ya permitidos a esas<br />

organizaciones.<br />

Ellas acabaron por darse completa cuenta de su error. ¡Pero era demasiado tarde!<br />

Cuando ciertas organizaciones obreras, molestadas en su acción e inquietudes,<br />

sintiendo que «algo no marchaba en el reino de los Soviets», manifestaron algún<br />

descontento y quisieron reconquistar un poco de independencia, el gobierno se opuso<br />

con toda su energía y toda su astucia. Por una parte, inmediatamente adoptó medidas<br />

y sanciones. Por otra, trato de razonar. «Puesto que –les decía a los obreros, con el<br />

tono más natural del mundo- ahora tenemos un Estado obrero, en el que los<br />

trabajadores ejercen su dictadura y todo les pertenece, este Estado y sus órganos son<br />

los vuestros. ¿De qué independencia, entonces, puede hacerse cuestión? Tales<br />

reclamaciones carecen ahora de sentido. ¿Independencia de qué? ¿De quién? ¿De<br />

vosotros mismos? ¡Pues el Estado es ahora vuestro! No comprenderlo significa no<br />

comprender la revolución cumplida. Levantarse contra este estado de cosas significa<br />

levantarse contra la Revolución misma. Semejantes ideas y movimientos no podrán ser<br />

tolerados, pues no pueden estar inspirados sino por los enemigos de la Revolución, de<br />

la clase obrera, de su Estado, de su dictadura y del poder obrero. Quienes entre<br />

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