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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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comités, comisiones y consejos; que ejercía, de hecho, una dictadura personal<br />

implacable y que los militantes de ideas que participaban en el movimiento se dejaban<br />

engañar, por ingenuidad o por designio; que se rodeaba de toda una camarilla de<br />

comandantes que se permitían, a escondidas, innobles actos de violencia, de libertinaje<br />

y depravación; que Majno los encubría y participaba en ellos, ante las barbas de los<br />

ideólogos, a quienes en el fondo despreciaba, y de cuyas ideas se burlaba tanto como<br />

de ellos, etc.<br />

Se trata de un punto delicado, pues también en esto hubo actos que dieron a<br />

estas acusaciones una apariencia de veracidad, que los bolcheviques supieron<br />

aprovechar sagazmente. Y al par se apunta a ciertos defectos, defectos y debilidades<br />

reales del movimiento y de su guía, defectos y debilidades cuyo más profundo examen<br />

es necesario en interés mismo de la causa.<br />

Ya hemos enumerado sumariamente (libro III, parte II, capítulo II) los lados<br />

débiles del movimiento, y hemos aludido igualmente a ciertas deficiencias personales<br />

de Majno. Piotr Arshinov le dedica al punto algunas líneas dispersas. Opinamos que<br />

tales indicaciones sumarias no bastan. Sobre ciertos puntos es menester insistir.<br />

Al examinar atentamente el movimiento majnovista hay que distinguir en él tres<br />

categorías de defectos:<br />

En primer lugar, los de orden general. No dependían de la voluntad de los<br />

participantes ni podían serles imputados. Fueron, sobre todo: la necesidad, casi<br />

permanente, de batirse y cambiar de región, sin poder fijarse en parte alguna ni, en<br />

consecuencia, consagrarse a un continuado trabajo positivo; la necesaria existencia de<br />

un ejército que fatalmente se iba haciendo cada vez más profesional y permanente; la<br />

ausencia, en la insurrección, de un movimiento obrero vigoroso y organizado que lo<br />

apoyase; la insuficiencia de las fuerzas intelectuales al servicio del movimiento.<br />

En segundo lugar, los de orden individual, no achacables personalmente a los<br />

afectados: la falta de instrucción, la insuficiencia de conocimientos teóricos e históricos<br />

-y, en consecuencia, de amplia visión de conjunto- en los animadores del movimiento.<br />

Agreguemos a ello .la actitud demasiado confiada de los majnovistas hacia, el Estado<br />

comunista y su proceder.<br />

Y, en último lugar, las deficiencias personales de Majno y sus amigos inmediatos,<br />

éstas sí realmente reprochables, pues podían haberse evitado.<br />

Después de cuanto ha sido ya dicho no sería de gran provecho extendemos sobre<br />

las dos primeras categorías. Hay un punto, sin embargo, que merece retener nuestra<br />

atención: la prolongada existencia de un ejército.<br />

Todo ejército, cualquiera sea, es un mal. Aun un ejército libre y popular,<br />

compuesto de voluntarios y consagrado a una noble causa, es un peligro. Devenido<br />

permanente, se aparta fatalmente del pueblo y del trabajo, pierde el gusto y el hábito<br />

de una vida sana y .laboriosa; poco a poco, imperceptiblemente -y tanto más peligroso<br />

por ello-, se convierte en un conglomerado de desocupados que adquieren inclinaciones<br />

antisociales, autoritarias, dictatoriales; le toma gusto a la violencia, a hacer valer la<br />

fuerza brutal, y ello en casos en que recurrir a tales medios es contrario al cometido<br />

mismo que se alardea defender. Tales defectos se desarrollan sobre todo en los jefes.<br />

Pero la masa de combatientes está cada vez más dispuesta a seguirlos, casi<br />

inconscientemente, aunque no tengan razón. Así es que, al cabo, todo ejército<br />

permanente tiende a convertirse en instrumento de injusticia y de opresión. Y acaba<br />

por echar a olvido su primitiva función y considerarse como un valor en sí.<br />

Aun en un ambiente excepcionalmente sano y favorable, los animadores y los<br />

jefes espirituales de un movimiento han de estar dotados de cualidades individuales<br />

-espirituales y morales- muy elevadas, por encima de toda prueba y toda tentación,<br />

para que se logre evitar esos males, desvíos, escollos y peligros. Majno y los demás<br />

animadores y organizadores del movimiento y del Ejército Insurreccional, ¿poseían esas<br />

cualidades? ¿Supieron elevarse sobre toda relajación y toda mengua? ¿Supieron<br />

ahorrarles al pueblo y al Ejército el espectáculo del «fracaso de los jefes»?<br />

Debemos dejar constancia, aunque lo lamentemos, que las cualidades morales de<br />

Majno y de muchos de sus amigos y colaboradores no estuvieron del todo a la altura de<br />

su misión.<br />

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