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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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comandante en jefe denikista en Ucrania (pasado más tarde a servicio de los<br />

bolcheviques).<br />

Toda retirada era imposible ahora para los majnovistas. Había llegado el momento<br />

de librar la batalla decisiva. <strong>La</strong> suerte del ejército insurreccional, de todo el movimiento,<br />

de la causa toda, dependía de esta suprema batalla.<br />

<strong>La</strong> batalla de Uman señaló la terminación de la retirada del ejército insurreccional.<br />

Era imposible escapar esta vez: la tenaza se había cerrado sobre los insurgentes.<br />

Entonces Majno declaró con la mayor sencillez que la retirada mantenida hasta<br />

ese día sólo había sido una estrategia forzada y que la verdadera guerra comenzaría, a<br />

más tardar, al día siguiente, 26 de septiembre. Tomó todas las disposiciones para el<br />

combate y esbozó las primeras maniobras.<br />

Al anochecer del 25 de septiembre, las tropas majnovistas, que hasta entonces<br />

habían marchado hacia el Oeste, cambiaron bruscamente de dirección, moviéndose<br />

hacia el Este, contra el grueso del ejército denikista. El primer encuentro se produjo, a<br />

noche avanzada, cerca de la aldea de Krutenkoye, entre la primera brigada majnovista<br />

y las vanguardias de Denikin, que retrocedieron en procura de mejores posiciones y<br />

sobre todo con intención de arrastrar al enemigo, en su seguimiento, hacia el grueso<br />

del ejército. Pero los majnovistas no se dejaron atraer.<br />

Como Majno lo esperaba, esta maniobra engañó al enemigo, que consideró el<br />

ataque como una especie de reconocimiento o diversivo, afirmándose en la convicción<br />

de que la marcha de los insurgentes continuaría en dirección Oeste. Y se aprestó a<br />

caerles por la espalda en Uman y aplastarlos en la ratonera armada. Ni por un instante<br />

admitía que el ejército insurreccional osase atacar sus fuerzas principales. <strong>La</strong> maniobra<br />

de Majno pareció confirmar tales apreciaciones. Y por ello no se preparó para la<br />

eventualidad de un ataque frontal.<br />

Tal fue, precisamente, el plan de Majno. Su razonamiento era muy sencillo: de<br />

cualquier modo, el ejército estaba perdido si no lograba romper el cerco enemigo, cuya<br />

ruptura era ahora la única posibilidad de salvación, por mínima que fuera; había que<br />

intentarla, pues, lanzando todo el ejército contra el de Denikin, al Este, en la esperanza<br />

de aplastarlo. <strong>La</strong> maniobra de la víspera no tuvo otro fin que el de engañar la vigilancia<br />

del enemigo.<br />

En la noche del 26 de septiembre, todas las fuerzas majnovistas se pusieron en<br />

marcha hacia el Este. <strong>La</strong>s fuerzas principales del enemigo estaban concentradas en las<br />

proximidades de la aldea Peregonovka, en poder de los insurgentes.<br />

El combate se trabó entre las tres y las cuatro de la mañana. Fue en crescendo y llegó .a<br />

su punto culminante hacia las ocho. Se produjo entonces un verdadero huracán de metralla.<br />

Majno, con su escolta de jinetes, había desaparecido desde la caída de la noche, tratando de<br />

rodear al enemigo, y durante toda la batalla no se habían tenido noticias de él. Hacia las nueve<br />

de la mañana los majnovistas comenzaron a perder terreno. El combate se libraba ya en los<br />

confines de la aldea. De diversos lugares, fuerzas enemigas disponibles llegaban de refuerzo y<br />

precipitaban ráfagas de fuego contra los majnovistas, que retrocedían lentamente. El estado<br />

mayor insurgente y cuantos en la aldea podían manejar una carabina se armaron y se lanzaron<br />

a la lucha.<br />

El momento crítico había llegado; parecía que la batalla, y con ella la causa entera de los<br />

majnovistas, estaba perdida. Se dio orden a todos, hasta a las mujeres, de hacer fuego sobre<br />

el enemigo en las calles. Todos se prepararon a vivir las últimas horas de la batalla y de sus<br />

vidas. Pero he ahí que repentinamente el fuego de las ametralladoras y los ¡hurras! del<br />

enemigo comenzaron a debilitarse, al irse alejando. Y en la aldea comprendieron que el<br />

enemigo retrocedía y que el combate se proseguía acierta distancia. Majno, surgiendo de modo<br />

inesperado, había decidido la suerte del combate. Apareció en el momento que sus tropas<br />

habían sido arrolladas y la pelea iba a iniciarse en las calles de Peregonovka. Cubierto de polvo,<br />

abrumado de fatiga, Majno surgió por el flanco del enemigo, de un profundo barranco. En<br />

silencio, sin lanzar una orden, se precipitó a todo correr con su escolta sobre el enemigo y<br />

escindió sus filas. Toda la fatiga y todo el desaliento desaparecieron como por encanto entre los<br />

majnovistas. «Batko está allí... ¡Batko lucha a sable!...», se oía gritar. Y entonces todos, con<br />

decuplicada energía, se lanzaron de nuevo hacia adelante en pos de su jefe amado, que parecía<br />

desafiar la muerte. Siguió una lucha cuerpo a cuerpo, de encarnizamiento inaudito, un<br />

«hacheo», como dicen los majnovistas. Por valeroso que fuese el primer regimiento de oficiales<br />

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