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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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Comprendo perfectamente el punto de vista de las autoridades centrales respecto a mí.<br />

Estoy íntimamente convencido de que esas autoridades consideran el movimiento<br />

insurreccional como incompatible con su actividad estatal. Al mismo tiempo ellas creen que<br />

este movimiento está estrechamente ligado a mi persona y me honran con todo el<br />

resentimiento y todo el odio que experimentan hacia el conjunto movimiento insurreccional.<br />

Nada podría demostrarlo mejor que el mencionado artículo de Trotski, en el cual, al acumular a<br />

sabiendas calumnias y mentiras, da pruebas de animosidad personal contra mí.<br />

Esta actitud hostil, hecha actualmente agresiva, de las autoridades centrales hacia el<br />

movimiento insurreccional lleva ineluctablemente a la creación de un frente interior particular,<br />

a ambos lados del cual se encontrarán las masas laboriosas que tienen fe en la revolución.<br />

Considero esta eventualidad como un crimen inmenso hacia el pueblo trabajador, crimen<br />

imperdonable, que creo de mi deber hacer todo lo posible por evitarlo. El medio más eficaz de<br />

evitar que las autoridades centrales cometan tal crimen es, en mi opinión, el abandono del<br />

cargo que ocupo. Supongo que, hecho esto, las autoridades centrales cesarán de sospecharnos,<br />

a mí y a los insurgentes, como conspiradores antisoviéticos y acabarán por considerar la<br />

insurrección ucraniana como un fenómeno importante, manifestación viva y actuante de la<br />

Revolución social, y no como un movimiento hostil, con el que no se ha tenido, hasta el<br />

presente, sino relaciones de desconfianza y astutas que han llegado hasta el indigno regateo de<br />

alguna porción de municiones y a menudo al sabotaje mismo del aprovisionamiento, lo que ha<br />

causado a los insurgentes grandes pérdidas en hombres y en territorio, cosas que habrían<br />

podido ser fácilmente evitadas si las autoridades centrales hubiesen adoptado otra actitud.<br />

Pido, pues, que se disponga tomar posesión de mi cargo.<br />

Batko Majno<br />

Estación de Gaitchur, 9 de junio de 1919.<br />

Entre tanto, las unidades insurgentes que se hallaban más allá de Mariupol<br />

debieron retroceder hasta Pologui y Alexandrovsk.<br />

Al recibo de la declaración de Majno, a quien suponían aún en Gaitchur, los<br />

bolcheviques despacharon hombres no para hacerse cargo de su puesto, sino para<br />

apresarlo, como lo hicieron traidoramente con el jefe del estado mayor, Oserov, sus<br />

integrantes Mijalev-Pavlenko y Burbyga, y varios miembros del Consejo revolucionario<br />

militar, a quienes ejecutaron. Este fue el comienzo de otras muchas ejecuciones de<br />

majnovistas caídos en poder de los bolcheviques en múltiples lugares.<br />

Pero Makhno se les escapó. Pudo librarse diestramente de los envolventes<br />

tentáculos bolcheviques sobre Gaitchur, deslizándoseles entre los dedos, y partió a<br />

rienda suelta hacia Alexandrovsk, al encuentro de sus tropas allí destacadas. Majno<br />

sabía, por sus amigos, que los bolcheviques, aun creyéndole en Gaitchur, enviarían su<br />

reemplazante precisamente a Alexandrovsk. Y allí, sin pérdida de momento, entregó<br />

oficialmente la división y el comando al nuevo jefe, quien, recién nombrado, no había<br />

recibido todavía ninguna orden concerniente a Makhno personalmente. «El se empeñó<br />

en hacerlo así -comprueba Arshinov-, deseoso de dejar abierta y honestamente su<br />

puesto, con el fin de que los bolcheviques no tuviesen pretexto alguno para acusarle de<br />

nada en cuanto a los asuntos de la dimisión de su mando. Forzado a aceptar el duro<br />

juego que se le impuso, Majno supo sortearlo con honor.»<br />

Y luego realizó su último acto esforzado. Dirigió una circunstanciada proclama al<br />

Ejército insurreccional, explicando la nueva situación. En ella declaraba que debía<br />

abandonar por el momento su puesto de comandante y encarecía a los insurgentes el<br />

combatir con la misma energía contra las tropas de Denikin, sin turbarse por el hecho<br />

de estar, durante cierto tiempo, bajo el mando de los estados mayores bolcheviques.<br />

Los insurgentes comprendieron.<br />

Casi todas sus unidades permanecieron en sus emplazamientos, declararon<br />

reconocer el mando rojo y aceptaron su incorporación al ejército bolchevique. Los<br />

bolcheviques creyeron haber triunfado.<br />

No sabían que, simultáneamente, de acuerdo con Majno, los más fieles<br />

comandantes de los regimientos insurgentes se concertaron clandestinamente en el<br />

solemne empeño de esperar el momento propicio para reunirse de nuevo a las órdenes<br />

de Majno, cuando ello no hiciera peligrar el frente externo. Decisión que no trascendió.<br />

Y Makhno desapareció, acompañado de un pequeño destacamento de caballería.<br />

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