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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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por la propaganda, adviertan claramente al fin la falsedad, la vaciedad y el peligro de<br />

esa idea.<br />

<strong>La</strong> noche de la famosa jornada del 25 de octubre, yo me hallaba en una calle de<br />

Petrogrado, oscura y en calma. A lo lejos, algunos estampidos de fusil espaciados. A<br />

toda marcha pasó un auto blindado, del que lanzaron una cantidad de hojas volantes.<br />

Recogí una: era un llamado del nuevo gobierno «a los obreros y campesinos»,<br />

anunciándoles la caída del gobierno Kerenski y la lista del nuevo gobierno de comisarios<br />

del pueblo, encabezada por Lenin.<br />

Un sentimiento mezcla de tristeza, cólera, disgusto y, también, de una suerte de<br />

irónica satisfacción, se apoderó de mí. «Estos imbéciles –si no son, simplemente,<br />

demagogos impostores, pensé- han de imaginarse que hacen así la Revolución social. Y<br />

bien, ya verán… Y las masas aprenderán una buena lección.»<br />

¿Quién hubiese podido prever entonces que sólo cuatro años después, en 1921,<br />

en las gloriosas jornadas de febrero –del 25 al 28 exactamente-, los obreros de<br />

Petrogrado se sublevarían contra el gobierno comunista?<br />

Existe una opinión que pretende que, en las condiciones dadas, los anarquistas<br />

rusos, renunciando momentáneamente a su negación de la política, de los partidos, de<br />

la demagogia, del poder, etc., habrían debido obrar a lo bolchevique, esto es, formar<br />

una suerte de partido político e intentar tomar provisionalmente el poder. En este caso<br />

se dice, habrían podido «arrastrar a las masas» tras sí, obtener ventaja sobre los<br />

bolcheviques y tomar el poder «para organizar en seguida la anarquía».<br />

Este razonamiento es fundamental y peligrosamente falso. Aun si los anarquistas,<br />

en ese caso, hubiesen logrado la victoria (lo que es muy dudoso) al precio del abandono<br />

momentáneo del principio fundamental del anarquismo, ella no habría podido conducir<br />

jamás al triunfo de este principio. Arrastrados por la fuerza y la lógica de las cosas, los<br />

anarquistas en el poder -¡qué contrasentido!- no habrían practicado sino una variedad<br />

del bolchevismo.<br />

(Estimo que los recientes acontecimientos de España y la actitud de ciertos<br />

anarquistas españoles que aceptaron puestos gubernamentales, lanzándose así en el<br />

vacío de la política y anulando la verdadera acción anarquista, confirman ampliamente<br />

mi punto de vista.)<br />

Si semejante método pudiera dar el resultado perseguido, si fuera posible<br />

aniquilar el poder mediante el poder, el anarquismo no tendría razón alguna de ser. En<br />

principio, todo el mundo es anarquista. Si los comunistas, los socialistas, etc., no lo son<br />

en realidad, es precisamente porque ellos creen posible llegar al orden libertario<br />

pasando por el estadio de la política y del poder. (Hablo de los sinceros.) Luego, si se<br />

quiere suprimir el poder mediante el poder y masas arrastradas, se es comunista,<br />

socialista, lo que se quiera, pero anarquista nunca. Se es anarquista, precisamente,<br />

porque se estima imposible suprimir el poder, la autoridad y el Estado con la ayuda del<br />

poder, la autoridad y el Estado (y las masas arrastradas). Desde que se recurre a tales<br />

medios –por más que sea momentáneamente y con las mejores intenciones- se deja de<br />

ser anarquista, se renuncia al anarquismo, se adhiere al principio bolchevista.<br />

Recuerdo, a propósito de esto, una conversación con la conocida camarada María<br />

Spiridonova, animadora del P. S. R. de I., en Moscú, en 1919 (o 1920) 17 .<br />

Ella me afirmó que su partido se representaba el poder en forma muy restricta: un<br />

poder reducido al mínimo, por tanto muy débil, muy humano y sobre todo muy<br />

provisorio. «Justamente lo estrictamente necesario que permita, lo más rápidamente<br />

posible, debilitarlo, desmoronarlo y dejarlo desvanecer.» -«No se engañen –le dije-; el<br />

poder no es una bola de arena que, a fuerza de rodar, se disgrega, sino una bola de<br />

nieve que, rodando, aumenta de volumen. Una vez en el poder, haréis como los<br />

demás.» Y los anarquistas también, habría podido agregar.<br />

Recuerdo, en este mismo orden de ideas, otro caso chocante. En 1919 yo militaba<br />

en Ucrania, época en que las masas populares estaban ya muy desilusionadas del<br />

17 Con riesgo de su vida, María Spiridonova había ejecutado a uno de los más feroces sátrapas del Zar.<br />

Sufrió tremendas torturas, estuvo a punto de morir por ellas y permaneció largo tiempo en presidio. Liberada<br />

por la revolución de febrero de 1917, se adhirió al P. S. R. de I., del que fue uno de los más sólidos pilares.<br />

Era una de las revolucionarias más sinceras: abnegada, escuchada y estimada.<br />

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