La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard
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intercambio con el campo, o bien para vencer una dificultad, mejorar un servicio<br />
defectuoso, enderezar una situación tambaleante, reparar los errores y actuar<br />
eficazmente. Sistemáticamente, en todas partes, las autoridades bolcheviques impedían<br />
toda acción popular independiente, al par que ellas mismas eran frecuentemente<br />
incapaces de trabajar útilmente y con oportunidad.<br />
Así, por ejemplo, al mostrarse el soviet de Yelizavetgrad, en el Sur, impotente<br />
para resolver ciertos problemas económicos locales de gran urgencia y no dejando sus<br />
procedimientos burocráticos esperanza alguna de conseguirlo, los obreros de varias<br />
usinas (en 1918-1919 aún era posible semejante intento) pidieron a la presidencia de<br />
ese soviet la autorización para ocuparse ellos mismos de dichos problemas, crear los<br />
organismos apropiados, agrupar en ellos a todos los obreros de la ciudad para asegurar<br />
el buen éxito y, en fin, actuar bajo la vigilancia del soviet.<br />
Como siempre, en todas partes, fueron reprendidos y amenazados con sanciones<br />
por su actitud desorganizadora.<br />
Y otro hecho:<br />
Al aproximarse el invierno, varias ciudades carecían de combustible, no sólo para<br />
las empresas, sino para la calefacción de las viviendas.<br />
En Rusia, las viviendas se calentaban con leña. En los lugares boscosos, muy<br />
numerosos, aprovisionarse de combustible en tiempo oportuno, hacia el fin del verano,<br />
era cosa muy sencilla. Antes de la revolución, los propietarios de grandes depósitos de<br />
leña contrataban a los campesinos de las aldeas vecinas para derribar los árboles y<br />
acumularlos en las estaciones o en los mismos depósitos. En Siberia y otras regiones<br />
del Norte, con grandes bosques, esta costumbre era general. Terminada la recolección,<br />
los campesinos, libres de todo trabajo en los campos, se encargaban de esta labor por<br />
reducidos salarios.<br />
Después de la revolución, los soviets de las ciudades, transformados en órganos<br />
administrativos por voluntad del gobierno, estaban encargados formalmente del<br />
aprovisionamiento necesario. Correspondía a ellos contratar a los campesinos. Y este<br />
medio se imponía tanto más cuanto que los propietarios de bosques y depósitos habían<br />
desaparecido y los ferrocarriles funcionaban mal.<br />
A causa de la lentitud burocrática, enfermedad general de todas las<br />
administraciones oficiales, los soviets no conseguían en parte alguna cumplir<br />
oportunamente el compromiso. Llegado el momento propicio, los obreros y los<br />
habitantes de las ciudades se ofrecían benévolamente para entenderse con los<br />
campesinos y asegurar la provisión de leña. Indefectiblemente, los soviets rehusaban y<br />
calificaban la iniciativa de arbitraria y desorganizadora; pretendían que el<br />
aprovisionamiento debía ser hecho por los órganos oficiales del Estado, los soviets,<br />
siguiendo un plan general establecido por el gobierno central.<br />
El resultado era que o bien las ciudades quedaban sin combustible, o bien éste era<br />
pagado a un precio fantástico, pues el trabajo se había hecho muy penoso e<br />
intransitables los caminos después de septiembre, a causa de las lluvias y el barro.<br />
Frecuentemente los campesinos rehusaban este trabajo en esa estación, aun con<br />
salarios elevados, que tampoco les entusiasmaban al recibir rublos de papel<br />
bolchevique. Pero se les obligaba por orden militar.<br />
Podría llenar muchas páginas con ejemplos análogos, pero el lector no tiene sino<br />
que variar y multiplicar los que he citado: ¡no superará nunca la realidad!<br />
En todo y por todo el mismo fenómeno de inconcebible caos aparecía en la<br />
producción, los transportes, el intercambio, el comercio, etc. El pueblo no tenía derecho<br />
alguno a obrar por propia iniciativa, y las administraciones (soviets y otras) estaban<br />
siempre en falla.<br />
<strong>La</strong>s ciudades carecían de pan, carne, leche, legumbres, y el campo, de sal, azúcar<br />
y productos industriales. <strong>La</strong> ropa se deterioraba en el almacenamiento de las grandes<br />
ciudades, y en provincias no había con qué vestirse.<br />
Desorden, incuria, impotencia en todo y todas partes. Pero cuando los interesados<br />
querían intervenir para resolver enérgicamente todos estos problemas, el gobierno<br />
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