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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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censurable: el de un jefe que se ve por encima de la multitud y todo se lo cree<br />

permitido.<br />

-Hay que citar a Klein en el acto -se propuso.<br />

-¡Que venga a explicarse ante el Congreso!<br />

Y al punto tres o cuatro delegados partieron en busca de Klein. A la media hora<br />

volvieron con él. Me intrigaba saber cuál seria su actitud.<br />

Klein se contaba entre los mejores comandantes del ejército insurreccional.<br />

Joven, valeroso, muy enérgico y combativo -físicamente, un buen mozo, bien<br />

proporcionado, de expresión dura y gestos marciales-, se lanzaba siempre a lo más<br />

arduo de la batalla, sin temer nada ni a nadie, por lo que había sufrido numerosas<br />

heridas. Estimado y amado, por sus colegas y los simples combatientes, era de los que<br />

habían vuelto del Ejército Rojo trayendo a Majno algunos de sus regimientos. De<br />

familia campesina de origen alemán, si no yerro, su cultura era primitiva.<br />

El debía saber que, en esta circunstancia, sería vigorosamente sostenido y<br />

defendido por sus colegas -los demás comandantes- y por Majno mismo. ¿Tendría<br />

bastante conciencia para comprender que el Congreso estaba por encima de él, del<br />

ejército y de Majno? ¿Sentiría que un Congreso de trabajadores era la institución<br />

suprema ante la que todos eran responsables? ¿Comprendería que todos, el ejército,<br />

Majno, etc., no eran sino obreros de la causa común, que deberían rendir cuenta en<br />

todo instante al pueblo laborioso ya sus órganos? Eso me preocupaba, mientras se<br />

esperaba el regreso de la comisión.<br />

Una concepción tal de las cosas era enteramente nueva. Los bolcheviques lo<br />

habían hecho todo para impedir su surgimiento en el espíritu de las masas. ¡Habría que<br />

ver a un congreso obrero disponerse a llamar al orden, por ejemplo, a un comisario o a<br />

un comandante del ejército! ¡Cosa inconcebible, imposible! Aun en el supuesto de que<br />

un congreso obrero, en alguna parte, osara intentarlo, ¡Con qué indignación y<br />

desaprensión el comisario o el comandante habrían arremetido contra el congreso,<br />

haciendo ostentación de armas, desde el estrado, y trayendo a cuento sus méritos!<br />

«¡Cómo! -gritaría-. Ustedes, un simple conglomerado de obreros, ¿tienen el tupé de<br />

pedir cuentas a un comisario, a un jefe benemérito, con hazañas, heridas y menciones<br />

honrosas en su hoja de servicios, aun jefe felicitado y condecorado? ¡No tenéis ningún<br />

derecho a hacerlo! Yo sólo soy responsable ante mis superiores. A ellos debéis<br />

dirigiros, si tenéis algo que reprocharme.»<br />

Obreros: ¡obedeced a vuestros jefes!... ¡Stalin siempre tiene razón!...<br />

¿Se inclinaría Klein a algo semejante? ¿Estaría, por el contrario, sincera,<br />

profundamente penetrado por otra situación, por bien distinta psicología?<br />

Bien ceñido en su uniforme y armado, Klein subió al estrado. Parecía algo<br />

sorprendido y molesto.<br />

-Camarada Klein: ¿usted es el comandante de nuestra unidad? -empezó el<br />

interpelante.<br />

-Sí.<br />

-¿Es usted quien redactó e hizo fijar el aviso contra el abuso de las bebidas<br />

alcohólicas y la embriaguez en público?<br />

-Sí, camarada. Soy yo.<br />

-Díganos, camarada Klein: como ciudadano y aun como comandante militar de<br />

nuestra ciudad, ¿se cree moralmente obligado a obedecer su propia recomendación, o<br />

se cree al margen y por encima de ella?<br />

Visiblemente molesto y confundido, Klein dio algunos pasos hacia el borde del<br />

estrado y dijo muy sinceramente, con voz insegura:<br />

-Camaradas delegados: tengo culpa, lo sé. He cometido una falta embriagándome<br />

días pasados. Pero compréndanme... Yo soy un combatiente, un hombre del frente, un<br />

soldado, y no un burócrata. Yo no sé por qué se me ha hecho comandante de la<br />

ciudad, no obstante mi protesta. Como tal, no tengo nada que hacer, sino estarme el<br />

día ante una mesa y firmar papeles. No es para mí eso. Yo necesito la acción a pleno<br />

aire, el frente, los compañeros. Aquí me aburro mortalmente, camaradas. He ahí por<br />

qué me embriagué la otra noche. Yo bien quisiera poder enmendar mi falta,<br />

camaradas. Para ello, no tenéis más que pedir que me manden al frente, donde podría<br />

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