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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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Tal es nuestra principal demanda, de la que todo depende. Sería lo mejor, el verdadero<br />

bálsamo para nuestras heridas, sin el cual ellas permanecerán abierta y la muerte dará cuenta<br />

de nosotros.<br />

No hay panacea para todos nuestros males. Son necesarios muchos remedios. Te los<br />

enumeraremos francamente, Señor, con el corazón abierto, como a un padre.<br />

Son indispensables las medidas siguientes.<br />

Figuran en el primer grupo las que tienden a eliminar el desconocimiento de nuestros<br />

derechos y la ignorancia que agobia al pueblo. Ellas comprenden:<br />

1.- Libertad e inviolabilidad de la persona,; libertad de palabra, de prensa, de asociación,<br />

de conciencia en materia religiosa; separación de la Iglesia y del Estado.<br />

2.- Instrucción gratuita general y obligatoria.<br />

3.- Responsabilidad de los ministros ante la nación; garantías para la legalidad de los<br />

métodos administrativos.<br />

4.-Igualdad de todos los individuos, sin excepción, ante la ley.<br />

5.- Libertad inmediata de todos los que han sufrido por sus convicciones.<br />

En el segundo grupo se señalan previsiones contra el pauperismo, y son:<br />

1.- Abolición de los impuestos indirectos. Impuesto directo y progresivo sobre la renta.<br />

2.- Derogación de los censos para el rescate de las tierras. Crédito a bajo interés.<br />

Entrega gradual de la tierra al pueblo.<br />

El tercer grupo comprende las medidas contra la explotación del trabajo por el capital, y<br />

pide:<br />

1.-Protección del trabajo por la ley.<br />

2.- Libertad de organización obrera con fines de cooperación y reglamentación de los<br />

asuntos profesionales.<br />

3.- Jornada de trabajo de ocho horas; limitación de las horas suplementarias.<br />

4.- Libertad de lucha entre capital y trabajo.<br />

5.- Participación de la clase laboriosa en la elaboración de una ley de seguros obreros del<br />

Estado.<br />

6.- Salario normal.<br />

He aquí, ¡Señor!, nuestras principales necesidades. Ordena que ellas sean satisfechas.<br />

Júranos que lo serán y harás a la Rusia feliz y gloriosa, y Tu nombre será inscrito en nuestros<br />

corazones, en los corazones de nuestros hijos, y en los de los hijos de nuestros hijos.<br />

Pero, si Tú no nos das Tu promesa, si Tú no aceptas nuestra petición, estamos decididos<br />

a morir aquí, en esta plaza, frente a Tu Palacio, pues no tenemos dónde ir, ni razón alguna<br />

para volvernos. Para nosotros no hay más que dos caminos: el uno conduce a la libertad y a la<br />

dicha; el otro a la tumba. Indícanos uno de ellos, ¡oh, Zar!, y lo seguiremos aunque nos lleve a<br />

la muerte.<br />

Que nuestras vidas sean en holocausto por la Rusia agonizante; no lamentaremos el<br />

sacrifico. Con alegría las ofrecemos.<br />

A despecho de todo lo que había de contradictorio en la situación, la acción que se<br />

preparaba no lo era, sino lógica consecuencia de la presión combinada de las diversas<br />

tendencias en juego: una especie de síntesis natural de los diferentes elementos<br />

actuantes.<br />

Por una parte, la idea de la gestión colectiva ante el Zar no fue, en el fondo, más<br />

que una manifestación de la fe ingenua del pueblo en la buena voluntad de aquél por la<br />

profunda sugestión de la leyenda del Zar. Así, los obreros que en Rusia no rompían<br />

jamás sus vínculos con el campo, volvieron a la tradición campesina para ir a pedir al<br />

padrecito ayuda y protección. Aprovechando la ocasión única, en espontáneo ímpetu<br />

irresistible, buscaron, sobre todo, poner el dedo en la llaga, obtener una solución<br />

concreta y definitiva. Esperando en el fondo de su simplicidad un éxito, por lo menos<br />

parcial, quisieron sobre todo saber a qué atenerse.<br />

Por otra parte, la influencia de los partidos revolucionarios, forzados a mantenerse<br />

a cierta distancia, sin la suficiente fuerza como para detener el movimiento y todavía<br />

menos para sustituirlo por otro más revolucionario, la ejercían sobre Gapon con<br />

decisión y lo obligaron a ir más lejos de lo que él quería.<br />

Fue tal presión un producto bastardo, pero lógico, de las fuerzas contradictorias<br />

actuantes.<br />

Los intelectuales liberales axistieron como testigos impotentes al desarrollo de los<br />

acontecimientos.<br />

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