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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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1905, el socialista revolucionario Kaliayev ejecutó al gran duque Sergio, gobernador<br />

de Moscú.<br />

Los anarquistas:<br />

Simultáneamente existía una agitación anarquista. Muy débil, totalmente<br />

desconocida por la mayoría de la población, estaba representada por algunos<br />

grupos de intelectuales y obreros (y por campesinos del sur) sin un contacto<br />

permanente. Había una o dos agrupaciones anarquistas en San Petersburgo y en<br />

Moscú; algunas en el mediodía y en el oeste. Su actividad se limitaba a una débil<br />

propaganda, por otra parte muy difícil, atentados contra los servidores demasiado<br />

adictos al régimen zarista y a actos de expropiación individual. <strong>La</strong> literatura<br />

libertaria llegaba clandestinamente desde el extranjero. Se distribuían, sobre todo,<br />

los folletos de Kropotkin, que, obligado a emigrar después de la derrota de la<br />

Narodnaya Volia, se había establecido en Inglaterra.<br />

El gobierno zarista procura canalizar el movimiento obrero hacia una actividad<br />

«legal»:<br />

<strong>La</strong> rápida extensión alcanzada por la actividad revolucionaria a partir de 1900<br />

preocupaba bastante al gobierno y, sobre todo, la simpatía que despertaba la<br />

propaganda en el seno de la clase obrera. A pesar de su existencia ilegal, los dos<br />

partidos socialistas poseían en las grandes ciudades sus respectivos comités,<br />

círculos de propaganda, imprentas clandestinas y nutridas agrupaciones de<br />

prosélitos. El Partido Socialista <strong>Revolucion</strong>ario lograba cometer atentados que, por<br />

su resonancia, atraían la atención y hasta la admiración de todos los ambientes. El<br />

gobierno juzgó insuficientes los medios de defensa y de represión, tales como la<br />

vigilancia, el espionaje, la provocación, la cárcel y la matanza. A fin de sustraer a la<br />

masa trabajadora de la influencia de los partidos socialistas y de toda actividad<br />

revolucionaria, las autoridades concibieron un plan maquiavélico: crear una<br />

organización proletaria legal, autorizada, cuya dirección y orientación dependerían<br />

naturalmente de sus dictados. El zarismo aplicaba así un doble juego ofensivo:<br />

atraería hacia sí las simpatías y el reconocimiento de los trabajadores, al desviarlos<br />

de los partidos revolucionarios, y conduciría a la clase obrera hacia donde más le<br />

conviniese, vigilándola de cerca.<br />

Tarea delicada; era necesario atraer a los obreros hacia esos organismos de<br />

Estado, venciendo su desconfianza; había que interesarlos, seducirlos, adularlos y<br />

engañarlos sin que ellos se percataran de la maniobra; simular, en fin, que se<br />

marchaba al encuentro de sus propias aspiraciones… Se quería eclipsar a los<br />

partidos, neutralizar su propaganda y sobrepasarlos, especialmente por medio de<br />

actos concretos. Para asegurar el éxito del plan, el gobierno estaba dispuesto a<br />

otorgar ciertas concesiones de orden económico y social.<br />

<strong>La</strong> ejecución de semejante programa exigía hombres de absoluta confianza y<br />

además hábiles, sagaces, conocedores de la psicología obrera, audaces, capaces de<br />

ganar la confianza y de imponerse. <strong>La</strong> elección gubernamental se decidió<br />

finalmente por dos agentes de la policía política secreta, la Ojrana, quienes debían<br />

ejecutar el proyecto. Uno de ellos fue Zubatov, por Moscú; el otro, sacerdote y<br />

capellán de una de las prisiones de San Petersburgo, fue el pope Gapon.<br />

Así, el gobierno del Zar quería jugar con fuego, pero no tardó en sentir los<br />

crueles efectos de las quemaduras.<br />

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