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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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Cierto es que se ha importado al país una imponente cantidad de máquinas,<br />

aparatos e instrumentos de toda clase, que se ha erigido, en algunas grandes ciudades,<br />

edificios modernos, y en ciertos barrios, grupos de viviendas obreras, muy mal<br />

equipadas, por lo demás; que se han realizado, con el concurso de ingenieros y técnicos<br />

extranjeros, algunas construcciones gigantescas, como el dique de Dnieprostoy, los<br />

altos hornos de Magnitogorsk, las grandes fábricas mecánicas de Sverdlovsk, el famoso<br />

canal Bielooserski, etc., y que se han reanudado, después de la paralización de los años<br />

tempestuosos, las explotaciones mineras, las producción de nafta, el funcionamiento<br />

regular de las fábricas, cosa que en cualquier país y bajo cualquier régimen debe ser<br />

hecho so pena de desaparecer. En el caso de que se trata, el problema tiene para<br />

nosotros bien distinto sentido.<br />

En todo lo cumplido por el Estado bolchevique, ¿se advierten verdaderas<br />

realizaciones desde el punto de vista que interesa? ¿Se puede comprobar en ellas un<br />

verdadero progreso genreal del país, que lo encamine a la emancipación social y<br />

cultural de las masas laboriosas, el camino del socialismo, del comunismo? <strong>La</strong> actividad<br />

del gobierno, ¿ha creado en el país las condiciones indispensables de tal evolución?<br />

¿Constituye realmente un bosquejo de la sociedad nueva? Todo el problema está ahí.<br />

<strong>La</strong> industrialización del país no puede ser verdaderamente productiva y progresiva<br />

si no armoniza con su evolución general y natural; ni puede ser útil sino en armonía con<br />

el conjunto de la vida económica, de modo que sus efectos puedan ser útilmente<br />

asimilados por la población. En caso contrario, ella puede ser pródiga en edificaciones<br />

acaso impresionantes pero socialmente inútiles.<br />

Se puede erigir cuanto se quiera cuando se dispone de ciertos medios y sobre<br />

todo de una mano de obra esclavizada, manejable a voluntad y pagadera como le<br />

parece al Estado-patrono. No se trata, sin embargo, de exhibir realizaciones mecánicas<br />

y de toda índole, sino que estén realmente enderezadas al fin perseguido. Ahora bien;<br />

una industrialización forzada, impuesta a una población no preparada desde todo punto<br />

de vista, no puede llenar tal cometido esencial. Querer industrializar, desde arriba, un<br />

país cuya población laboriosa no es sino un rebaño sometido, inexperto y mísero, es<br />

tanto como pretender industrializar un desierto. Para que un país pueda industrializarse<br />

efectivamente, ha de poseer uno de estos elementos esenciales: una enérgica,<br />

poderosa y rica burguesía, o una población dueña de sus destinos, esto es, libre,<br />

consciente de sus necesidades y sus actos, ansiosa de progreso y decidida a<br />

organizarse para su consecución. En el primer caso, la burguesía debe disponer de un<br />

mercado capaz de absorber rápidamente los resultados de la industrialización. En el<br />

segundo, esta asimilación y al industrialización están aseguradas por el potente impulso<br />

de toda población hacia el progreso.<br />

<strong>La</strong> Revolución rusa suprimió la burguesía. Desapareció el primer elemento, queda<br />

el segundo. Era preciso dar libre curso a la evolución colectiva de un pueblo de 170<br />

millones de individuos, pueblo espontáneamente dispuesto a intentar una extraordinaria<br />

experiencia social: construir una sociedad sobre bases enteramente nuevas, no<br />

capitalistas, no estatistas. Había, simplemente, que ayudar a este pueblo en la<br />

realización de la experiencia. Dado el inmenso progreso técnico alcanzado en el mundo<br />

y la resultante posibilidad material de una rápida industrialización, determinante de<br />

abundancia de productos, no existían obstáculos insuperables para que poderosas<br />

colectividades humanas, arrebatadas del prodigioso impulso y ayudadas por todas las<br />

maduras fuerzas disponibles, lograsen el fin deseado. ¿Quién sabe cuál sería hoy el<br />

aspecto del mundo si se hubiese tomado ese rumbo?<br />

El partido bolchevique no tuvo por nada la comprensión semejante tarea.<br />

Apoderado del poder vacante, pretendió sustituir a la burguesía caída y a la libre masa<br />

creadora. Eliminó los dos elementos para reemplazarlos por un tercero: el poder<br />

dictatorial, sofocador del aliento de la Revolución –el formidable impulso de millones de<br />

hombres hacia su fin manumisor-, poder que seca las fuentes vivas del verdadero<br />

progreso y obstruye la efectiva evolución de la sociedad. Era fatal el resultado de ese<br />

error: un mecanismo sin vida, sin alma, sin poder creador.<br />

Sabemos actualmente, en base a datos precisos e innegables, que, aparte el<br />

sector militar, la industrialización bolchevique arribó, en la aplastante mayoría de los<br />

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