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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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provisional no tuvo tiempo de realizar su propósito, barrido que fue por la hostilidad<br />

general. Y Kronstadt ganó un buen punto en la consideración de las masas.<br />

El segundo soviet de Kronstadt fue bastante más avanzado que el anterior. Lo<br />

integraban numerosos bolcheviques y algunos maximalistas y anarquistas 61 .<br />

Sin embargo, la actividad del soviet y sus luchas intestinas inevitables entre las<br />

diversas fracciones poco contaban relativamente al enorme trabajo realizado en el seno<br />

mismo de las masas, en navíos, cuarteles y talleres. Los mítines en la Plaza del Ancla<br />

eran asaz frecuentes, y en ellos todos los problemas de la Revolución eran examinados<br />

desde todos los puntos de vista. <strong>La</strong> población vivía jornadas intensas y apasionadas.<br />

Así, Kronstadt se educaba y se preparaba para la parte excepcionalmente activa que<br />

pronto asumiría en todas las luchas, en todas las etapas de la Revolución y en su entera<br />

obra en toda la extensión del país.<br />

Al principio favorables a Kerenski, los marinos supieron bien pronto a qué<br />

atenerse a su respecto.<br />

Dos semanas apenas después de la ofensiva fracasada del 18 de junio, Kronstadt<br />

se levantó definitivamente contra él y su gobierno, actitud precipitada por la acción de<br />

Kerenski, que, advertido de la hostilidad de Kronstadt, hizo arrestar a varios marinos<br />

militantes cuando aparecían en Petrogrado y encaró otras medidas represivas. Algunos<br />

tumultos y tiroteos en la capital, donde un regimiento de ametralladoras revolucionario<br />

se negó, armas en mano, a ser enviado al frente y fue ametrallado por tropas adictas al<br />

gobierno, acabaron de atizar el fuego.<br />

El 4 de julio, 12.000 marinos, soldados, obreras y obreros de Kronstadt<br />

desembarcaron en Petrogrado, enarbolando banderas rojinegras y cartelones en los que<br />

predominaba la frase de orden: «Todo el poder para los soviets». Los manifestantes se<br />

dirigieron al palacio de Tauride, donde todas las fracciones, inclusive la bolchevique,<br />

deliberaban sobre la situación política. No entendían limitarse a la sola manifestación,<br />

sino arrastrar a la acción a las masas y la guarnición de la capital y llevar adelante la<br />

lucha hasta la caída del gobierno para reemplazarlo por el de los soviets.<br />

Su actitud no fue secundada esta vez. Después de haber perdido a algunos de los<br />

suyos en escaramuzas callejeras con las tropas del gobierno, se volvieron, vista la falta<br />

de éxito de su propósito. <strong>La</strong> nueva revolución no estaba madura aún.<br />

El gobierno por su parte, no se animó a proceder contra los manifestantes,<br />

consciente de su falta de fuerza. Después de laboriosas tratativas con Kronstadt, en<br />

cuyo curso ambas partes se preparaban para una lucha sin cuartel (Kronstadt<br />

adiestraba batallones para atacar a Petrogrado), se llegó finalmente a un acuerdo y<br />

todo volvió a la calma.<br />

Es interesante recordar algunos rasgos característicos de este intento sedicioso.<br />

Los bolcheviques tuvieron inicialmente parte preponderante en él. Los<br />

manifestantes adoptaron y difundieron sus palabras de orden. En Kronstadt, sus<br />

representantes eran los principales organizadores de la tentativa. Los marinos les<br />

plantearon su preocupación: «¿Qué hacer si el partido rehúye la acción?» «Nosotros,<br />

desde aquí le obligaremos», se les respondió. Pero no habiendo el Comité Central<br />

adoptado ninguna resolución (o habiendo decidido abstenerse), y estando ciertos<br />

bolcheviques de relieve en tratos con otras fracciones, sólo participaron en la cosa<br />

como simpatizantes. Lenin se limitó a pronunciar desde un balcón un discurso de<br />

incitación, y desapareció. Trotski y otros líderes se abstuvieron de toda intervención y<br />

61 Por múltiples razones, era cosa más bien rara la presencia de anarquistas en los soviets. Fuera de<br />

Kronstadt, había algunos en el soviet de Petrogrado y en el de Moscú. Un anarquista en el soviet era una<br />

excepción.<br />

<strong>La</strong> actitud general de los anarquistas ante el soviet se modificó de acuerdo a la evolución de éstos.<br />

Favorable al principio, cuando los soviets aún tenían traza de organismos obreros y cuando se podía esperar<br />

que el impulso revolucionario los hiciera aptos para el cumplimiento de ciertos fines útiles, la actitud<br />

anarquista se hizo luego escéptica y al fin netamente negativa, al transformarse los soviets en organismos<br />

políticos manejados por el gobierno.<br />

Los anarquistas, pues, comenzaron por no oponerse a que sus camaradas integraran esas instituciones<br />

pero no tardaron en pasar a la crítica, de seguida a la abstención y acabaron por pronunciarse «categórica y<br />

definitivamente contra toda participación en los soviets, convertidos en organismos meramente políticos,<br />

organizados sobre base autoritaria, centralista y estatista». (Resolución del Congreso de Nabat, en<br />

Yelizavetgrad, en abril de 1919.)<br />

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