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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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CAPITULO V<br />

LA «PAUSA» (1905-1917).<br />

Los doce años que separan la verdadera Revolución de su bosquejo, o la explosión<br />

del sacudimiento, no aportaron nada saliente desde el punto de vista revolucionario.<br />

Por el contrario, fue la reacción la que triunfó bien pronto en toda línea. Hubo, no<br />

obstante, algunas huelgas ruidosas y una tentativa de revuelta en la flota del Báltico,<br />

en Kronstadt, salvajemente reprimida.<br />

<strong>La</strong> actividad de la Duma fue lo más importante. Comenzó a sesionar en mayo de<br />

1906, en San Petersburgo. Un entusiasmo popular desbordante acogió su nacimiento. A<br />

pesar de todas las maquinaciones del gobierno, ella se manifestó netamente de<br />

oposición. Tanto por el número como por la calidad de sus representantes, el Partido<br />

Demócrata Constitucional la dominó. S. Muromtsev, profesor de la Universidad de<br />

Moscú y uno de los más eminentes miembros de ese partido, fue electo presidente. Los<br />

diputados de izquierda: socialdemócratas y socialistas revolucionarios (obreristas),<br />

formaban también un importante bloque. <strong>La</strong> población entera seguía el trabajo de la<br />

Duma con apasionado interés. Todas las esperanzas se volvían a ella, aguardando por<br />

lo menos amplias reformas, eficaces y justas.<br />

Pero, desde el primer contacto, se estableció entre el parlamento y el gobierno<br />

una hostilidad, sorda al comienzo y de más en más abierta luego. El gobierno pretendía<br />

tratar a la Duma de arriba abajo, con un desdén no disimulado. Apenas la toleraba y<br />

difícilmente la admitía como institución puramente consultiva. <strong>La</strong> Duma trataba, por el<br />

contrario, de imponerse como institución legislativa, constitucional. <strong>La</strong>s relaciones se<br />

hicieron así cada vez más tirantes.<br />

El pueblo, naturalmente, tomaba partido por la Duma. <strong>La</strong> situación del gobierno,<br />

se tornaba desventajosa, ridícula, hasta peligrosa. No era de temer, con todo, una<br />

revolución. El gobierno lo sabía y contaba, además, con la policía y las tropas. Bien<br />

pronto se decidió, pues, a una medida enérgica. El nuevo ministro Stolipin se encargó<br />

de ello con mano de hierro, tomando como pretexto un proyecto de Llamamiento al<br />

Pueblo, elaborado por la Duma, relativo sobre todo al problema agrario.<br />

Una buena mañana, los diputados encontraron clausuradas las puertas de la<br />

Duma y guardadas militarmente. Policías y tropas formaban en las calles. <strong>La</strong> primera<br />

Duma había sido disuelta. Un decreto oficial anunció y explicó el hecho a la población.<br />

Era en el verano de 1906.<br />

Aparte de una larga serie de atentados y de pocos motines, siendo los más<br />

importantes los de Sveaborg y Kronstadt (donde poco antes, en octubre de 1905, había<br />

estallado el primero), el país permaneció tranquilo.<br />

Los diputados no osaron resistir, lo que habría significado retomar la acción<br />

revolucionaria. Ahora bien, se sentía por doquiera que la revolución era, por el<br />

momento, impotente. (De haber sido otra la situación, el gobierno no habría osado<br />

disolver al Duma, sobre todo de modo tan insolente. Se sentía realmente fuerte y no se<br />

engañaba.) <strong>La</strong> burguesía era demasiado débil para soñar en una revolución favorable a<br />

sus intereses; las masas laboriosas y sus partidos, por su parte, no se sentían más<br />

dispuestos a afrontar tal evento.<br />

Todos los diputados se sometieron, pues, a la disolución. Tanto más cuanto que el<br />

decreto no suprimía la Duma, pues anunciaba nuevas elecciones a breve plazo sobre<br />

bases algo modificadas. Los representantes del pueblo se limitaron a lanzar una<br />

protesta contra este acto arbitrario. Para elaborarla con toda libertad, los ex diputados<br />

(se trataba sobre todo de miembros del Partido Demócrata Constitucional) se dirigieron<br />

a la ciudad de Vyborg, Finlandia, donde estarían menos expuestos gracias a cierta<br />

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