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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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Kronstadt nunca se rehusaba. Jefes de formaciones militares, comandantes de trenes o<br />

autos blindados y de estaciones ferroviarias, obreros especializados: mecánicos,<br />

torneros, ajustadores, etc., se iba a buscarlos continuamente entre los hombres de<br />

Kronstadt, que a todo se prestaba.<br />

Cuando la sublevación de Kaledin en el Sur se hizo amenazante, Kronstadt envió<br />

fuerzas importantes y contribuyó poderosamente a su aplastamiento, no sin perder a<br />

muchos de los suyos.<br />

Todas estas medidas previas de ataque indirecto fueron finalmente coronadas por<br />

un golpe directo que Kronstadt, ya debilitada, no pudo resistir eficazmente. A fines de<br />

febrero de 1918, al volver los marinos de su expedición contra Kaledin y descender en<br />

la estación final, vieron desde ella que en la ruta a Kronstadt, sobre el hielo del golfo,<br />

negreaba una multitud en marcha. Eran los marinos de Kronstadt que se dirigían, sus<br />

fajos a la espalda, hacia Petrogrado. Y de boca de los que llegaban supieron la amarga<br />

verdad.<br />

Contrariamente a la resolución del Congreso Pan-Ruso de los marinos, que<br />

proclamaba, conforme a los unánimes mandatos de los delegados, que la flota no sería<br />

desmovilizada, el Consejo de Comisarios del Pueblo publicó, a principios de febrero de<br />

1918, el famoso Decreto de Disolución de la Flota Actual. Una nueva Flota Roja se<br />

crearía de seguida sobre otras bases, para incorporarse a la cual cada recluta debía<br />

firmar ahora un contrato de enganche voluntario. Y, detalle significativo, los sueldos de<br />

los marineros eran muy seductores.<br />

Los marineros se negaron a acatar el decreto. El gobierno les respondió con un<br />

ultimátum: la sumisión o la supresión de toda razón a las veinticuatro horas. No<br />

sintiéndose fuertes para resistir hasta el fin, mordiendo rabia, los marinos tomaron su<br />

equipaje y abandonaron su ciudadela, llevándose algunas ametralladoras. «Tal vez<br />

tengamos necesidad de ellas –decían-. ¡Que los bolcheviques armen a su futuros<br />

mercenarios!»<br />

(Algunos meses después, el gobierno bolchevique desarmó a toda la población. Se<br />

intimó a los ciudadanos, cualesquiera fueran y dondequiera se encontrasen, la entrega<br />

de sus armas a las autoridades locales, so pena de muerte.)<br />

Un cierto número de marinos, de retorno de los frentes de lucha o por otros<br />

motivos, volvieron más tarde a Kronstadt y se reagruparon, pero constituían<br />

relativamente un puñado. <strong>La</strong>s fuerzas principales habían sido desperdigadas por la<br />

extensión inmensa del país.<br />

Kronstadt, debilitada:<br />

Kronstadt ya no era la misma, de lo cual pudo percatarse el gobierno en varias<br />

ocasiones.<br />

Así, cuando los tratados de paz con Alemania, el soviet de Kronstadt, como la<br />

mayoría de los demás soviets, votó contra la paz con los generales, pronunciándose<br />

enérgicamente contra ella en todos los mítines. Entonces los bolcheviques, tras de<br />

tomar algunas medidas, anularon la primera votación, plantearon de nuevo el asunto e<br />

impusieron su resolución. Y Kronstadt se inclinó. Concertada la paz y disgregado el<br />

compacto bloque revolucionario (Kronstadt, la escuadra del mar Negro, etc.), el<br />

gobierno bolchevique tuvo campo libre para consolidar su dictadura.<br />

Cuando en abril de 1918, el gobierno atacó, en Moscú y otros lugares, a los<br />

anarquistas, clausurando los locales de sus grupos, suprimiendo su prensa y metiendo<br />

en prisión a sus militantes, Kronstadt mostró aún otra vez sus garras, pero éstas ya no<br />

tenían su potencia anterior. Ya los marinos no podían dirigir sus cañones contra los<br />

impostores, quienes se habían puesto fuera del alcance de sus armas, refugiándose,<br />

como ciertos tiranos precedentes, tras los muros del Kremlin, en Moscú 63 . Kronstadt<br />

hubo de limitarse a dos resoluciones de protesta: una, adoptada en un mitin monstruo<br />

realizado en la gloriosa plaza del Ancla; la otra, por el soviet.<br />

63 En 1918, Moscú recuperó la capitalidad de Rusia, entonces estaba en San Petersburgo-Petrogrado desde<br />

tiempos del Zar Pedro el Grande. (N. del Aullido.)<br />

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