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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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aun moralmente, tal trabajo es en lo sucesivo no sólo posible, sino históricamente<br />

indispensable. <strong>La</strong> palanca de esta transformación social (cuyas trágicas convulsiones<br />

vivimos desde hace algunas décadas) es la revolución. Para ser verdaderamente<br />

progresiva y justificada, esta revolución debe conducir, pues, necesariamente a un<br />

sistema en que el trabajo humano sea efectiva y totalmente emancipado.<br />

b) Para que el pueblo esté en condiciones de pasar del trabajo esclavo al trabajo<br />

libre, debe, desde el comienzo de la revolución, conducirla por sí mismo, con toda<br />

libertad e independencia. Sólo así podrá, concreta e inmediatamente, tomar en sus<br />

manos la tarea que ahora le demanda la historia: la edificación de una sociedad basada<br />

en el trabajo emancipado.<br />

En conclusión, ninguna revolución moderna que no sea conducida por el pueblo<br />

mismo, será eficaz, pues no será progresiva ni justificada, sino falsa, desviada de su<br />

verdadero rumbo y finalmente fracasará. Conducido por nuevos amos y tutores,<br />

apartado de nuevo de toda iniciativa y toda actividad esencial libremente responsable,<br />

obligado, como en el pasado, a seguir dócilmente a tal jefe o tal guía que haya sabido<br />

imponerse, el pueblo retomará su hábito secular de seguir, permaneciendo como<br />

rebaño sumiso y esquilado. Y la verdadera revolución no será cumplida.<br />

7.- Se me podría objetar aún:<br />

«Supongamos un instante que usted tiene razón en ciertos puntos. No resulta<br />

menos por ello que, habiendo sido insuficiente, según su propio juicio, la destrucción<br />

previa, era objetivamente imposible la revolución total, en el sentido libertario del<br />

término. En consecuencia, lo ocurrido fue, por lo menos históricamente, inevitable, y la<br />

idea libertaria no podía ser sino un sueño utópico. Su utopismo habría puesto en peligro<br />

la entera revolución. Los bolcheviques lo comprendieron y obraron en consecuencia. Ahí<br />

está su justificación.»<br />

El lector ha podido notar que yo digo siempre casi inevitable. Es a sabiendas que<br />

empleo el casi. Bajo mi pluma, la palabrita adquiere una cierta importancia.<br />

Naturalmente, en principio, los factores generales y objetivos priman sobre los<br />

demás. En el caso que nos interesa, la insuficiencia de la destrucción previa –<br />

supervivencia del principio político- debía, objetivamente, conducir al triunfo del<br />

bolchevismo. Pero en el mundo humano el problema de los factores deviene muy<br />

delicado. Los factores objetivos dominan en él, no de modo absoluto, sino sólo en cierta<br />

medida, y los factores subjetivos juegan en él un papel importante. ¿Cuáles son<br />

exactamente este papel y aquella medida? No lo sabemos; el estado rudimentario de<br />

las ciencias humanas no nos permiten precisarlo. Y la tarea es tanto más ardua cuanto<br />

que ni uno ni otra son fijados de una vez por todas, sino, por el contrario, móviles y<br />

variables. (Problema emparentado con el del libre arbitrio. ¿Cómo y en qué medida el<br />

determinismo priva sobre el libre arbitrio del hombre? E inversamente: ¿en qué sentido<br />

y medida el libre arbitrio existe y se sustrae al determinismo? No lo sabemos aún, pese<br />

a las investigaciones de numerosos pensadores).<br />

Pero lo que sabemos perfectamente es que los factores subjetivos tienen lugar<br />

importante entre los hombres, a tal punto que, a menudo, ellos dominan los efectos<br />

aparentemente inevitables de los factores objetivos, sobre todo cuando aquéllos se<br />

encadenan de cierto modo.<br />

Citemos un ejemplo reciente, sorprendente y universalmente conocido.<br />

En la guerra de 1914, Alemania debía, objetivamente, aplastar a Francia. Y, en<br />

efecto, al mes apenas del comienzo de las hostilidades, el ejército alemán llegó ante las<br />

murallas de París. Todas las batallas eran perdidas por los franceses. Francia iba a ser<br />

vencida casi inevitablemente. (Si lo hubiese sido, habría sido muy fácil decir después,<br />

con suficiencia, que eso era histórica y objetivamente indispensable.) Se produce<br />

entonces una serie de hechos puramente subjetivos. Se encadenan y anulan los efectos<br />

de los factores objetivos.<br />

Demasiado confiado en la superioridad aplastante de sus fuerzas y arrastrado por<br />

el ímpetu de sus victorias, el general von Kluck, comandante del ejército alemán,<br />

descuidó el resguardo de su ala derecha; primer hecho puramente subjetivo. (Otro<br />

general, o el mismo von Kluck en otro momento, habría cubierto mejor su ala.)<br />

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