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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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El partido bolchevique contaba realizar la revolución, por una parte, mediante la<br />

insurrección de estos soviets, que exigirían todo el poder para ellos y, por otra parte,<br />

por la insurrección militar, que sostendría la acción de aquellos (todo bajo la dirección<br />

inmediata y efectiva del partido, claro está). De acuerdo con su modo de ver y su<br />

táctica, el partido bolchevique lanzó la palabra de orden general de la revolución: «Todo<br />

el poder para los soviets».<br />

Palabra de orden sospechosa, y con razón, para los anarquistas, que sabían de<br />

sobra que esa fórmula en nada correspondía a los verdaderos designios del partido, el<br />

cual buscaba el poder político, bien centralizado, para sí mismo (es decir, para su<br />

comité central y, en último término, para su jefe, Lenin, quien, como se sabe, dirigía<br />

todos los preparativos de la toma del poder, ayudado por Trotski).<br />

«Todo el poder para los soviets» no era en el fondo, pues, según los anarquistas,<br />

sino una fórmula vacía que podría adecuarse más tarde a no importa qué contenido.<br />

Fórmula por sí misma falsa, hipócrita, engañosa, porque, como decían los anarquistas,<br />

«si el poder debe pertenecer realmente a los soviets, no puede ser para el partido; y si<br />

debe ser del partido, no puede pertenecer a los soviets». De ahí que los anarquistas,<br />

aun aceptando que los soviets pudieran cumplir ciertas funciones en la edificación de la<br />

nueva sociedad, no admitiesen la fórmula sin reserva. <strong>La</strong> palabra poder la hacía para<br />

ellos ambigua, sospechosa, ilógica y demagógica, sabiendo que, por su misma<br />

naturaleza, el poder político no podría ser realmente ejercido sino por un grupo de<br />

hombres muy reducido, en el centro. Este poder, el verdadero, no podría pertenecer<br />

pues a los soviets. Estaría, en realidad, en manos del partido. ¿Qué sentido tenía<br />

entonces la fórmula?<br />

Los anarcosindicalistas expresaron así sus dudas y su pensamiento (Golos Truda,<br />

semanario de Petrogrado, número 11, 20 de octubre de 1917, editorial «¿Es éste el<br />

final?»):<br />

<strong>La</strong> realización eventual de todo el poder para los soviets –la toma del poder político,<br />

mejor dicho-, ¿será el final? ¿Será esto todo? ¿Consumará este acto la obra destructiva de la<br />

revolución? ¿Allanará definitivamente el terreno para la gran edificación social, para el impulso<br />

creador del pueblo en revolución?<br />

<strong>La</strong> victoria de los soviets –si se verifica- y, una vez más, la organización del poder que la<br />

siga, ¿significará efectivamente la victoria del Trabajo, de las fuerzas organizadas de los<br />

trabajadores, el comienzo de la verdadera construcción socialista? Esta victoria y este nuevo<br />

poder, ¿lograrán sacar la revolución del callejón sin salida en que se ha metido? ¿Lograrán abrir<br />

nuevos horizontes creadores a la revolución, a las masas, a todos? ¿Señalarán a la revolución<br />

el verdadero camino de un trabajo constructivo, la solución efectiva de todos los problemas<br />

candentes de la época?<br />

Todo dependerá de la interpretación que los vencedores den a la palabra poder y a su<br />

noción de la organización del poder, y de qué modo la victoria será utilizada acto seguido por<br />

los elementos que dispondrán del llamado poder.<br />

Si por poder se quiere significar que todo trabajo creador y toda actividad organizadora,<br />

en toda extensión del país, pasarán a las manos de los organismos obreros y campesinos,<br />

sostenidos por las masas armadas.<br />

Si se entiende por poder el pleno derecho de estos organismos de ejercer tal actividad y<br />

federarse con este fin, natural y libremente, comenzando así la nueva construcción económica<br />

y social que oriente la revolución hacía nuevos horizontes de paz, de igualdad económica y de<br />

verdadera libertad.<br />

Si la palabra de orden «todo el poder para los soviets» no significa la instalación de<br />

núcleos de un poder político, subordinados a un centro político y autoritario general del Estado.<br />

Si, en fin, el partido político aspirante al poder y a la dominación se elimina después de la<br />

victoria y cede efectivamente su lugar a una libre autoorganización de los trabajadores.<br />

Si el poder de los soviets no deviene, en realidad, un poder estatista de un nuevo partido<br />

político.<br />

Entonces, solamente entonces, la nueva crisis podrá ser la última y significar el principio<br />

de una nueva era.<br />

Pero si se entiende por poder una actividad de núcleos políticos y autoritarios de partido,<br />

dirigidos por su centro político y autoritario (poder central del partido y del Estado); si la toma<br />

del poder los soviets significa, en realidad, la usurpación del poder por un nuevo partido<br />

político, con el fin de reconstruir, con ayuda de ese poder, desde arriba y desde el centro, toda<br />

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