La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard
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CAPITULO III<br />
HACIA LA REVOLUCION SOCIAL.<br />
El gobierno provisional y los problemas de la revolución:<br />
El gobierno provisional formado por la Duma era burgués y conservador. Sus<br />
miembros, Príncipe Lvov, Guchkov, Miliukov y otros, pertenecían (salvo Kerenski,<br />
vagamente socialista), políticamente al Partido Constitucional Demócrata, y socialmente<br />
a las clases privilegiadas. Para ellos, una vez vencido el absolutismo, la revolución<br />
estaba terminada. En realidad no hacía más que comenzar. Ahora se trataba de<br />
«restablecer el orden», de mejorar poco a poco la situación general en el interior del<br />
país, en el frente, de activar más que nunca las operaciones bélicas con nuevo ímpetu<br />
y, sobre todo, de preparar tranquilamente la convocación de la Asamblea<br />
Constituyente, que debería establecer las nuevas leyes fundamentales, el régimen<br />
político, el sistema gubernamental. El pueblo debería esperar pacientemente, como<br />
niño obediente, los favores que sus nuevos jefes quisieran otorgarle. Ellos concebían el<br />
gobierno provisorio como buenos burgueses moderados, cuyo poder nada tendría que<br />
envidiar al de los otros países civilizados.<br />
<strong>La</strong>s miras políticas del gobierno provisional no iban más allá de una buena<br />
monarquía constitucional. En rigor, algunos de sus miembros entreveían, quizá<br />
tímidamente, una república burguesa muy moderada.<br />
El problema agrario y la cuestión obrera deberían ser resueltos por el futuro<br />
gobierno definitivo, de acuerdo a los modelos occidentales, que «habían hecho sus<br />
pruebas».<br />
El gobierno provisional estaba más o menos seguro de poder utilizar el período de<br />
preparación, prolongándolo convenientemente, para reducir a la calma, a la disciplina y<br />
la obediencia a las masas, en el caso de que éstas llegasen a manifestar muy<br />
violentamente su deseo de desbordar los límites así previstos. Se trataba de asegurar,<br />
mediante maniobras políticas, elecciones normales para desembocar, en el momento<br />
deseado, a una Asamblea Constituyente, juiciosa y obediente; claro está, burguesa. Los<br />
realistas, los hombres políticos experimentados, los eruditos, los economistas y los<br />
sociólogos, estaban engañados en sus previsiones y cálculos. No veían la realidad.<br />
Recuerdo haber asistido en Nueva Cork, en abril o mayo de 1917, a una gran<br />
conferencia rusa pronunciada por un honorable profesor, que hizo un copioso análisis<br />
de la probable composición y acción de la próxima Asamblea Constituyente. Yo formulé<br />
a ese profesor una sola pregunta: ¿Qué preveía él en el caso de que la Revolución rusa<br />
prescindiera de una Asamblea Constituyente? Muy desdeñosamente, y con ironía, el<br />
eminente profesor contestó que «él era un realista, y que yo sería seguramente un<br />
anarquista, cuya fantástica hipótesis no le interesaba». El porvenir demostró muy<br />
pronto que el docto profesor se equivocaba magistralmente y que él fue precisamente<br />
el fantasista. En su exposición de dos horas sólo había omitido analizar una<br />
eventualidad, la que precisamente llegó a ser realidad unos meses después.<br />
En 1917 los señores realistas, los políticos profesores, escritores, rusos y<br />
extranjeros, con raras excepciones, desdeñosa y magistralmente omitieron prever el<br />
triunfo del bolchevismo en la Revolución rusa. Triunfante el bolchevismo, muchos de<br />
ellos no tuvieron inconveniente en admitirlo, interesándose y ocupándose de él.<br />
Admitieron hasta su «gran importancia positiva» y «su triunfo mundial definitivo»,<br />
equivocándose de nuevo magistralmente.<br />
Con el mismo realismo, la misma clarividencia, el mismo desdén inicial, y la<br />
misma habilidad después, esos señores no preverán a tiempo, y aceptarán más tarde,<br />
el triunfo verdadero y definitivo de la idea libertaria en la revolución social mundial.<br />
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