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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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últimos destacamentos obreros! ¡Que acudan todos los hombres capaces de portar<br />

armas!» Y los últimos destacamentos se formaban, se armaban, llegaban de prisa y<br />

participaban de inmediato en el combate.<br />

<strong>La</strong>s mujeres del pueblo dieron muestras de un coraje y una actividad<br />

sorprendentes: desdeñando el peligro, avanzaban lejos de la ciudad, portadoras de<br />

municiones; recogían a los heridos de ambos campos y los transportaban al hospital<br />

bajo el intenso fuego, y organizaban los socorros.<br />

Al caer la tarde del 16 de marzo la batalla estaba aún indecisa.<br />

Los milicianos recorrían las calles a caballo, invitando a los no combatientes a<br />

refugiarse en lugares seguros.<br />

Varios fuertes habían sido tomados.<br />

En el curso de la noche, los comunistas que habían sido dejados en libertad<br />

lograron señalar a los atacantes el punto más débil de Kronstadt: la Puerta de<br />

Petrogrado. Hacia las siete de la mañana siguiente, los bolcheviques la forzaron en un<br />

supremo asalto, y avanzaron combatiendo hasta el centro de la ciudad, la famosa Plaza<br />

del Ancla.<br />

Pero los marinos no se dieron aún por vencidos: continuaron batiéndose como<br />

leones, defendiendo cada barrio, cada calle, cada casa. Al precio de grandes sacrificios,<br />

los soldados del poder central pudieron hacer firmemente pie en algunos sectores. Los<br />

miembros del Comité <strong>Revolucion</strong>ario siguen pasando de un lugar amenazado a otro,<br />

hacen maniobrar a los combatientes, reorganizan la lucha incesantemente. Y la<br />

imprenta continúa preparando el número 15 de Izvestia, que no pudo aparecer.<br />

Toda la jornada del 17 de marzo se combatió en el interior de la ciudad sabían los<br />

marinos que para ellos no habría cuartel, y preferían morir combatiendo a ser<br />

cobardemente asesinados en los subsuelos de la Cheka.<br />

Fue brutal la masacre, una verdadera carnicería. Numerosos comunistas de la<br />

ciudad, cuya vida había sido respetada por los marineros, los traicionaron, se armaron<br />

y los atacaron por la espalda. El comisario de la flota del Báltico, Kuzmin, y el<br />

presidente del soviet de Kronstadt, Vasiliev, liberados de la prisión por los comunistas,<br />

participaron en la liquidación de la revuelta.<br />

<strong>La</strong> lucha desesperada de los marinos y los soldados de Kronstadt continuó hasta<br />

hora avanzada de la noche. <strong>La</strong> ciudad, que durante quince días no había inflingido daño<br />

alguno a los comunistas, estaba ahora convertida en un vasto escenario de<br />

fusilamientos, salvajes ejecuciones y asesinatos en tanda.<br />

Escapados de la matanza, algunos destacamentos huyeron hacia Finlandia. Otros<br />

combatieron hasta el último hombre. Al amanecer del 18 de marzo se combatía aún o,<br />

mejor dicho, se daba caza a los rebeldes en ciertos barrios.<br />

Dos proyectos concebidos por los revolucionarios para el caso de ser derrotados<br />

no pudieron realizarse. El primero de ellos era hacer saltar, en el último momento, los<br />

dos grandes buques de guerra que se habían adelantado a izar la bandera de la tercera<br />

Revolución: el Petropavlovsk y el Sebastopol. Pero, al intentarlo, encontraron cortados<br />

los hilos eléctricos. El otro proyecto era –decisión tomada por casi toda la población-<br />

abandonar la ciudad para dejarla a los bolcheviques muerta y vacía. <strong>La</strong> falta casi total<br />

de medios de transporte también impidió su ejecución.<br />

Nombrado comisario de Kronstadt, Dybenko fue provisto de plenos poderes para<br />

«limpiar la ciudad rebelde». Fue entonces una orgía de matanzas. En los días<br />

subsiguientes, la Cheka procedió a ejecuciones en masa.<br />

El 18 de marzo, el gobierno y el partido bolcheviques festejaron públicamente la<br />

Comuna de París de 1871, ahogada en sangre por Galliffet y Thiers, y celebraron al par<br />

la victoria sobre Kronstadt. El apodo de Trotski, el Galliffet de Kronstadt, permanecerá<br />

en la historia.<br />

Durante las siguientes semanas, las prisiones de Petrogrado fueron colmadas por<br />

centenares de prisioneros de Kronstadt. Cada noche, pequeños grupos de prisioneros<br />

eran sacados de la prisión y fusilados, por orden de la Cheka. Así acabó Perepelkin,<br />

miembro del Comité; Vershinin, fue traidoramente arrestado por los bolcheviques al<br />

comienzo de la revuelta. He aquí cómo refirió Izvestia el episodio en su número 7, bajo<br />

el título «ABUSO DE LA BANDERA BLANCA»:<br />

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