La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard
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<strong>La</strong>s mejores casas y los mejores departamentos son requisados para oficinas de las<br />
instituciones comunistas, de modo que sólo los burócratas se hallan alojados de modo<br />
agradable, confortable y espacioso. El número de los alojamientos habituales ha disminuido.<br />
Los obreros se han quedado donde estaban, hacinados al extremo, en peor situación que<br />
antes.<br />
<strong>La</strong>s casas, faltas de todo cuidado, se deterioran; se descompone la calefacción; los<br />
vidrios rotos no son repuestos; las techumbres, mal unidas, dejan filtrar el agua; las juntas<br />
quedan inútiles; las tuberías han reventado a medias; las dependencias higiénicas no funcionan<br />
y su contenido invade la vivienda propiamente dicha, lo que obliga a los ciudadanos a ir al patio<br />
o a casa de los vecinos a satisfacer sus necesidades. <strong>La</strong>s escaleras quedan a oscuras y la<br />
suciedad se va acumulando en ellas; los patios se llenan de basuras, a causa de que letrinas,<br />
pozos ciegos, vaciaderos y alcantarillas no son vaciados ni reparados. <strong>La</strong> suciedad de las calles<br />
no es menor; las aceras, jamás reparadas, son además resbaladizas; resulta peligroso andar<br />
por ellas.<br />
Para obtener alojamiento hay que contar con una buena cuña en la oficina<br />
correspondiente; sin ella, ni pensar en eso. Sólo los favorecidos disponen de departamentos<br />
convenientes.<br />
Respecto a los víveres es peor aún. Funcionarios irresponsables e ignorantes han dejado<br />
perder millares de toneladas de productos. <strong>La</strong>s patatas que se distribuyen están heladas<br />
siempre; la carne, en primavera y verano, siempre descompuesta. En otros tiempos ni se daba<br />
a los cerdos lo que hoy los ciudadanos obtienen de los «constructores de la bella vida nueva».<br />
Gracias al «honrado pescado soviético», el arenque, por largo tiempo se fue salvando la<br />
situación, pero también él ya comienza a escasear. <strong>La</strong>s proveedurías soviéticas están por<br />
debajo de las de las fábricas, de triste memoria, en las que los industriales hacían despachar<br />
pésimas mercaderías, sin que los obreros esclavos pudieran formular protesta alguna.<br />
Para destruir la vida de familia, nuestros gobernantes han arbitrado el establecimiento de<br />
restaurantes colectivos. ¿Con qué resultado? El alimento es en ellos aún menos comestible. De<br />
todos modos, los productos son escamoteados antes de llegar a los ciudadanos, quienes sólo<br />
reciben los restos. <strong>La</strong> nutrición de los niños es algo mejor, pero muy insuficiente. Escasea la<br />
leche, sobre todo. Los comunistas requisaron a los campesinos todas las vacas lecheras para<br />
sus sovjoses. Por lo demás, la mitad del ganado perece antes de llegar a destino. <strong>La</strong> leche de<br />
las vacas que sobreviven se destina ante todo a los gobernantes, luego a los altos funcionarios<br />
y lo que resta recién a los niños.<br />
Pero lo más difícil es vestirse y calzarse. Se aprovecha al extremo las ropas viejas. Casi<br />
nada nuevo es distribuido. (Por ejemplo, un sindicato distribuye botones a razón de uno y<br />
medio por persona. ¿No es esto burlarse de la gente?) Imposible hallar zapatos.<br />
¡Bella es la ruta del paraíso comunista! Pero ¿se la puede recorrer descalzos?<br />
Sin embargo, hay hendiduras por las que escapa todo lo necesario. Los integrantes del<br />
círculo de las llamadas «cooperativas» y los gobernantes tienen de todo: restaurantes propios<br />
y raciones especiales; oficinas de abonos, cuyos beneficios se otorgan conforme a las simpatías<br />
de los comisarios.<br />
Se ha acabado de comprender que esta «comuna» ha socavado y completamente<br />
desorganizado el trabajo productor, con la lógica desaparición del deseo y el interés de<br />
trabajar. Zapateros, sastres y plomeros han debido dispersarse, buscando ocupación como<br />
guardianes, mensajeros, etc.<br />
Tal es el paraíso cuya construcción emprendieron los bolcheviques.<br />
En lugar del antiguo régimen, se ha establecido uno nuevo, de arbitrariedad, insolencia,<br />
favoritismo, robo y especulación, terrible régimen que obliga a tender la mano a la autoridad<br />
por cada pedazo de pan, por cada botón; régimen en que uno deja de pertenecer y disponer de<br />
sí mismo; régimen de esclavitud y de envilecimiento.<br />
Del último número, el 14, del 16 de marzo de 1921, dedicado sobre todo a las<br />
peripecias de la lucha, cada vez más encarnizada, y a los asuntos en curso,<br />
reproducimos este artículo, que completa el anterior:<br />
EL SEDICENTE «SOCIALISMO»<br />
Al hacer la Revolución de octubre, los marinos, soldados rojos, obreros y campesinos<br />
derramaron su sangre por el poder de los soviets, para la edificación de una República de<br />
trabajadores.<br />
El Partido Comunista ha tomado buena nota de las aspiraciones de las masas. Inscritos<br />
en su estandarte lemas seductores que entusiasmaban a los trabajadores, los ha arrastrado a<br />
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