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La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

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Pero cuando nosotros, los de Kronstadt, exigimos justamente la reelección de los soviets,<br />

libres de la presión del partido, el nuevo Trepov –Trotski- lanza la orden: «¡No ahorrar balas!»<br />

¡Que traición!<br />

Hemos exigido también que se deje a los trabajadores de Petrogrado enviarnos una<br />

delegación para comprobar cuáles son nuestros generales y quién dirige el movimiento.<br />

Ni hablar de la delegación. Los comunistas temen que una delegación se entere de la<br />

verdad y os la haga conocer.<br />

He aquí el editorial del número 13, del 15 de marzo (el penúltimo del órgano de<br />

los rebeldes):<br />

RAZÓN SOCIAL LENIN, TROTSKI Y CÍA<br />

Ha trabajado bien esta razón social.<br />

<strong>La</strong> criminal política absolutista del Partido Comunista en el poder ha llevado a Rusia al<br />

abismo de la miseria y la ruina. Sería tiempo ya que se retirara. Pero, ¡ay!, las lágrimas y la<br />

sangre derramadas por los trabajadores parecen insuficientes todavía.<br />

En el momento mismo de la histórica lucha, empeñada audazmente por Kronstadt<br />

revolucionaria por los derechos del pueblo trabajador, burlados y pisoteados por los<br />

comunistas, una bandada de cuervos se ha decidido a celebrar su X Congreso del partido, para<br />

tramar en él los medios de continuar, con más malicia y mayor éxito aún, su fratricida obra.<br />

Su descaro llega al colmo. Con toda tranquilidad hablan de «concesiones comerciales».<br />

Lenin, muy simplemente, ha declarado: «Comenzaremos a realizar el principio de las<br />

concesiones. El éxito de esta empresa no depende de nosotros. Pero debemos hacer por ello<br />

todos nuestros posibles.» Y de seguida confiesa que los bolcheviques han puesto a la Rusia<br />

soviética en un lindo apuro: «Porque –dijo- no podemos reconstruir el país sin recurrir a la<br />

técnica extranjera, si queremos alcanzar económicamente, en cierta medida, el nivel de otros<br />

países. <strong>La</strong>s circunstancias nos han obligado a comprar en el extranjero no sólo máquinas, sino<br />

también carbón, que, sin embargo, abunda entre nosotros. Y debemos hacer aún nuevos<br />

sacrificios –prosiguió- para disponer de productos de consumo corriente y lo necesario para la<br />

economía agraria.»<br />

¿Qué ha sido, pues, de las famosas realizaciones económicas, en cuyo nombre se<br />

transformó al obrero en esclavo de las empresas estatales y a los campesinos en siervos de los<br />

sovjoses?<br />

No es eso todo. Al hablar de la agricultura, Lenin prometió mayor bienestar aún si los<br />

comunistas prosiguen su «funcionarismo económico» (ésta fue su expresión). «Y si logramos<br />

un día reconstituir, aquí y allá, las grandes economías rurales y la gran industria –continuó-, no<br />

será sino imponiendo nuevos sacrificios a todo productor, sin darle nada en cambio.»<br />

Tal es el bienestar que permite esperar el jefe de los bolcheviques a todos los que<br />

quieren soportar dócilmente el yugo del absolutismo de los comisarios.<br />

Razón sobrada tenía el rudo campesino que declaró en el VIII Congreso de los Soviets:<br />

«Todo va muy bien… Sólo que, si nosotros tenemos la tierra, vosotros tenéis el pan; nosotros<br />

el agua, y vosotros el pescado; nosotros los bosques, y vosotros la madera…»<br />

Aparte de eso, el trabajador no ha de preocuparse.<br />

Bien que Lenin promete «acordar algunos favores a los pequeños patronos y ampliar algo<br />

los cuadros de la economía libre». Como el buen señor antiguo, él prepara «algunos favores» a<br />

fin de apretar aún más el cuello de los trabajadores más tarde, por el torniquete de la dictadura<br />

del partido. Bien que se ve en esta confesión: «No se podrá prescindir, por cierto, de la<br />

constricción y el apremio, pues el país está fatigado y en terrible miseria.»<br />

Está claro: se le podrá quitar su última camisa a un miserable.<br />

Así es como Lenin concibe la tarea de la construcción: concesiones comerciales, arriba;<br />

impuestos, abajo.<br />

En el mismo número, esta edificante mirada retrospectiva:<br />

LOS BENEFICIOS DE LA «COMUNA»<br />

«¡Camaradas! Vamos a construir una vida nueva y bella.» Así hablaban, así escribían los<br />

comunistas.<br />

«Destruiremos el mundo de la violencia y construiremos un mundo nuevo, socialista,<br />

lleno de belleza.» Así le cantaban al pueblo.<br />

Veamos cuál es la realidad.<br />

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