08.05.2013 Views

La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

La Revolucion Desconocida _Volin - fondation Besnard

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

CAPITULO III<br />

LAS REFORMAS. RETORNA LA REVOLUCION.<br />

FRACASO DEL ZARISMO Y FRACASO REVOLUCIONARIO.<br />

LA REACCION (1855-1881)<br />

El hijo y sucesor de Nicolás I, el emperador Alejandro II, hubo de encarar la<br />

situación difícil del país y del régimen. El descontento general, la presión de los<br />

intelectuales avanzados, el miedo de una sublevación de los campesinos y, por fin, las<br />

necesidades económicas, obligaron, a pesar de la resistencia de los círculos<br />

reaccionarios, a soltar lastre y a tomar resueltamente el camino de las reformas. Se<br />

decidió poner término al régimen burocrático y arbitrario, absoluto, de los poderes<br />

administrativos. Hizo una modificación seria del sistema judicial y, sobre todo, se<br />

preocupó del estado de servidumbre.<br />

A partir del año 1860, las reformas se sucedieron en ritmo rápido e<br />

ininterrumpido. <strong>La</strong>s más importantes fueron: la abolición de la esclavitud, en 1861;<br />

constitución de tribunales con jurados electos, en 1864, en lugar de los antiguos<br />

tribunales de Estado, compuestos de funcionarios; la creación, en 1864, en las ciudades<br />

y en el campo, de unidades de autoadministración local, especie de municipios urbanos<br />

y rurales, con derecho de autogobierno en algunos aspectos de la vida pública, algunas<br />

ramas de la enseñanza, higiene, vías de comunicación, etc.<br />

Todas las fuerzas, y en particular los intelectuales, se precipitaron a una actividad<br />

desde entonces posible. <strong>La</strong>s municipalidades se consagraron con mucho ardor a la<br />

creación de una extensa red de escuelas primarias de tendencia laica, aunque vigiladas<br />

por el gobierno. <strong>La</strong> enseñanza de la religión era obligatoria, y el pope, en ellas, era<br />

importante. Con todo, beneficiaban de cierta autonomía. El cuerpo docente se reclutaba<br />

entre los intelectuales avanzados, por los consejos urbanos y rurales.<br />

Mejoró el estado sanitario de las ciudades, el de las vías de comunicación y el de<br />

otras ramas. El país, así, respiraba mejor.<br />

Por más importantes que fueran, en relación con la situación anterior, las<br />

reformas de Alejandro II no dejaban de ser tímidas y muy incompletas para las<br />

aspiraciones de los avanzados y para las verdaderas necesidades del país. Para ser<br />

eficientes e infundir al pueblo un verdadero impulso, debieron ser completadas, al<br />

menos, por el otorgamiento de algunas libertades y derechos cívicos: libertad de prensa<br />

y de palabra, derecho de reunión y de organización, etc.; pero en este aspecto nada<br />

cambió. <strong>La</strong> censura apenas fue menos absurda. En el fondo, la prensa y la palabra<br />

permanecieron reprimidas, ninguna libertad fue concedida; la clase obrera naciente no<br />

tenía ningún derecho; la nobleza, los propietarios de la tierra y la burguesía<br />

continuaron siendo las clases dominantes y, sobre todo, el régimen absolutista se<br />

conservó intacto. Por otra parte, fue justamente el miedo a un posible<br />

resquebrajamiento el que, por una parte, incitó a Alejandro II a arrojar al pueblo el<br />

hueso de las reformas; pero, por otra, le impidió extenderlas más a fondo. Ellas<br />

estuvieron lejos de brindar una satisfacción al pueblo.<br />

<strong>La</strong>s condiciones en que fue abolida la servidumbre ofrecen la mejor ilustración de<br />

lo que adelantamos y constituyen el punto más débil de las reformas.<br />

Los propietarios rurales, después de haber luchado vanamente contra todos los<br />

ataques a lo establecido, debieron inclinarse frente a la decisión suprema del Zar,<br />

obligada por la enérgica presión de los elementos más progresistas, no sin hacer lo<br />

posible para que esta reforma fuese reducida al mínimo, lo que consiguieron fácilmente,<br />

puesto que Alejandro II no quería lesionar en nada los sagrados intereses de «sus<br />

queridos nobles». Fue sobre todo el miedo a una revolución lo que, finalmente, le obligó<br />

13

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!