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vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

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C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—Creo que nunca me sentí tan amargado, hasta esa vez <strong>de</strong>l bur<strong>de</strong>l —dijo Santiago—. Porque<br />

los habían metido presos por mí, por lo <strong>de</strong> Jacobo y Aída, porque me habían soltado y a ellos no,<br />

por ver al viejo en ese estado.<br />

De nuevo <strong>la</strong> avenida Arequipa casi <strong>de</strong>sierta, los faros <strong>de</strong>l auto y <strong>la</strong>s rápidas palmeras, y los<br />

jardines y <strong>la</strong>s casas a oscuras.<br />

—Así que eres comunista, así que tal como te lo anticipé no entraste a San Marcos a estudiar<br />

sino a politiquear —su tonito amargado, piensa, áspero, burlón—. A <strong>de</strong>jarte embaucar por los vagos<br />

y los resentidos.<br />

—He aprobado los exámenes, papá. Siempre he sacado buenas notas, papá.<br />

—A mí qué carajo que seas comunista, aprista, anarquista o existencialista —furioso <strong>de</strong><br />

nuevo, piensa, manoteándose <strong>la</strong> rodil<strong>la</strong>, sin mirarme—. Que tires bombas, robes o mates. Pero<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cumplir veintiún años. Hasta entonces vas a estudiar, y sólo a estudiar. A obe<strong>de</strong>cer, sólo<br />

a obe<strong>de</strong>cer.<br />

Piensa: ahí. ¿No se te ocurrió que ibas a <strong>de</strong>strozarle los nervios a tu madre? Piensa no. ¿Que<br />

ibas a meter en un lío a tu padre? No, Zavalita, no se te ocurrió. La avenida Angamos, <strong>la</strong> Diagonal,<br />

<strong>la</strong> Quebrada, Ambrosio agazapado sobre el vo<strong>la</strong>nte: no pensaste, no se te ocurrió. ¿Porque era muy<br />

cómodo, muy bonito, no? El papito te daba <strong>de</strong> comer, el papito te vestía y te pagaba los estudios y<br />

te rega<strong>la</strong>ba propinas, y tú a jugar al comunismo, y tú a conspirar contra <strong>la</strong> gente que daba trabajo al<br />

papito, carajo eso no. No el manotazo papá, piensa, eso es lo que me dolió. La avenida 28 <strong>de</strong> Julio,<br />

sus árboles, <strong>la</strong> avenida Larco, el gusanito, <strong>la</strong> culebra, los cuchillos.<br />

—Cuando produzcas y te mantengas, cuando ya no <strong>de</strong>pendas <strong>de</strong>l bolsillo <strong>de</strong>l papito, entonces<br />

sí —suavemente, piensa, salvajemente—. Comunista, anarquista, bombas, allá tú. Mientras tanto a<br />

estudiar, a obe<strong>de</strong>cer.<br />

Piensa: lo que no te perdoné, papá. El garaje <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa, <strong>la</strong>s ventanas iluminadas, en una <strong>de</strong><br />

el<strong>la</strong>s el perfil <strong>de</strong> <strong>la</strong> Teté, ¡ahí está el supersabio, mamá!<br />

—¿Y ahí cortaste con Cahui<strong>de</strong> y tus compinches?—dijo Carlitos.<br />

—Anda tú, f<strong>la</strong>co, yo tengo que terminar <strong>de</strong> arreg<strong>la</strong>r este lío —ya arrepentido, piensa, ya<br />

tratando <strong>de</strong> amistarse conmigo—. Y báñate, hasta piojos habrás traído <strong>de</strong> <strong>la</strong> Prefectura.<br />

—Y con <strong>la</strong> abogacía y con <strong>la</strong> familia y con Miraflores, Carlitos.<br />

El jardín, <strong>la</strong> mamá, besos, su cara con lágrimas, no veía loco, no veía por ser tan loco, hasta <strong>la</strong><br />

cocinera y <strong>la</strong> sirvienta estaban ahí, y los grititos excitados <strong>de</strong> <strong>la</strong> Teté: el regreso <strong>de</strong>l hijo pródigo,<br />

Carlitos, si en vez <strong>de</strong> horas hubiera estado a<strong>de</strong>ntro un día me hubieran recibido con banda <strong>de</strong><br />

música. El Chispas se <strong>de</strong>speñaba por <strong>la</strong>s escaleras: qué susto nos pegaste, hombre. Lo sentaron en <strong>la</strong><br />

sa<strong>la</strong>, lo ro<strong>de</strong>aron, <strong>la</strong> señora Zoi<strong>la</strong> le alborotaba el pelo y lo besaba en <strong>la</strong> frente. El Chispas y <strong>la</strong> Teté<br />

se morían <strong>de</strong> curiosidad: ¿a <strong>la</strong> Penitenciaría, a <strong>la</strong> Prefectura, había visto <strong>la</strong>drones, asesinos? el viejo<br />

trató <strong>de</strong> hab<strong>la</strong>r con Pa<strong>la</strong>cio pero el Presi<strong>de</strong>nte estaba durmiendo, f<strong>la</strong>co, pero l<strong>la</strong>mó al Prefecto y le<br />

había dicho incendios, supersabio. Unos huevos fritos, le <strong>de</strong>cía <strong>la</strong> señora Zoi<strong>la</strong> a <strong>la</strong> cocinera, una<br />

leche con cocoa y si queda ese pastel <strong>de</strong> limón. No le habían hecho nada mamá, había sido una<br />

equivocación mamá.<br />

—Está feliz que lo metieran preso, se siente un héroe —dijo <strong>la</strong> Teté—. Ahora sí, quién te va<br />

aguantar.<br />

—Vas a salir retratado en "El Comercio" —dijo el Chispas—. Con tu número y una cara <strong>de</strong><br />

hampón.<br />

—¿Qué es, cómo es; qué te hacen cuando estás preso? —dijo <strong>la</strong> Teté.<br />

—Te <strong>de</strong>svisten, te ponen un uniforme rayado y grillos en los pies —dijo Santiago—. Los<br />

ca<strong>la</strong>bozos están llenos <strong>de</strong> ratas y no tienen luz.<br />

—Cal<strong>la</strong> truquero —dijo <strong>la</strong> Teté—. Cuenta, cuenta cómo es.<br />

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