01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—¿Te acuerdas <strong>la</strong> última vez que nos vimos? —dice Santiago—. Hará unos diez años, en <strong>la</strong><br />

puerta <strong>de</strong>l "Regatas".<br />

Salió <strong>de</strong>l cafetín, bajó por <strong>la</strong> avenida hasta el Malecón, y en vez <strong>de</strong> tomar <strong>la</strong> escalera que<br />

<strong>de</strong>scendía hacia el Regatas, siguió por <strong>la</strong> pista, <strong>de</strong>spacio, distraído, piensa asombrado <strong>de</strong> lo que<br />

acababas <strong>de</strong> hacer. Veía allá abajo <strong>la</strong>s dos p<strong>la</strong>yitas vacías <strong>de</strong>l Club. La marea estaba alta, el mar se<br />

había comido <strong>la</strong> arena, <strong>la</strong>s olitas rompían contra los diques, algunas lenguas <strong>de</strong> espuma <strong>la</strong>mían <strong>la</strong><br />

p<strong>la</strong>taforma ahora <strong>de</strong>sierta don<strong>de</strong> en verano había tantas sombril<strong>la</strong>s y bañistas. ¿Cuántos años que no<br />

te bañabas en el Regatas, Zavalita? Des<strong>de</strong> antes <strong>de</strong> entrar a San Marcos, cinco o seis años que ya<br />

entonces parecían cien. Piensa: ahora mil.<br />

—C<strong>la</strong>ro que me acuerdo, niño —dice Ambrosio—. El día que usted se amistó con su papá.<br />

¿Estaban construyendo una piscina? En <strong>la</strong> cancha <strong>de</strong> básquet, dos hombres en buzos azules<br />

tiraban a <strong>la</strong> canasta; <strong>la</strong> poza don<strong>de</strong> se entrenaban los bogas parecía seca, ¿seguía siendo boga el<br />

Chispas en esa época?<br />

Ya eras un extraño para <strong>la</strong> familia, Zavalita, ya no sabías cómo eran tus hermanos, qué hacían,<br />

en qué y cuánto habían cambiado. Llegó a <strong>la</strong> entrada <strong>de</strong>l Club, se sentó en el poyo que sujetaba <strong>la</strong><br />

ca<strong>de</strong>na, también <strong>la</strong> garita <strong>de</strong>l guardián estaba vacía. Podía ver Agua Dulce <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí, <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ya sin<br />

carpas, los quioscos cerrados, <strong>la</strong> neblina que ocultaba los acanti<strong>la</strong>dos <strong>de</strong> Barranco y Miraflores. En<br />

<strong>la</strong> p<strong>la</strong>yita rocosa que separaba Agua Dulce <strong>de</strong>l "Regatas", los cholos <strong>de</strong> <strong>la</strong> gente diría <strong>la</strong> mamá<br />

piensa, había unos botes varados, uno <strong>de</strong> ellos con el cascarón enteramente agujereado. Hacía frío,<br />

el viento le revolvía los cabellos y sentía un gusto sa<strong>la</strong>do en los <strong>la</strong>bios. Dio unos pasos por <strong>la</strong><br />

p<strong>la</strong>yita, se sentó en un bote, encendió un cigarrillo: si no me hubiera ido <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa no hubiera<br />

sabido nunca, papá.<br />

Las gaviotas vo<strong>la</strong>ban en círculos, se posaban un instante en <strong>la</strong>s rocas y partían, los patillos se<br />

zambullían y a veces emergían con un pescadito casi invisible retorciéndose en el pico. El color<br />

ver<strong>de</strong> plomizo <strong>de</strong>l mar, piensa, <strong>la</strong> espuma terrosa <strong>de</strong> <strong>la</strong>s olitas que se <strong>de</strong>spedazaban en <strong>la</strong>s rocas, a<br />

veces divisaba una colonia bril<strong>la</strong>nte <strong>de</strong> ma<strong>la</strong>guas, ma<strong>de</strong>jas <strong>de</strong> muimuis, nunca <strong>de</strong>bí entrar a San<br />

Marcos papá. No llorabas, Zavalita, no te temb<strong>la</strong>ban <strong>la</strong>s piernas, vendría y te portarías como un<br />

hombre, no correrías a echarte en sus brazos, dime que es mentira papá, dime que no es cierto papá.<br />

El auto apareció al fondo, zigzagueando para sortear los baches <strong>de</strong> Agua Dulce, levantando polvo, y<br />

él se paró y fue a su encuentro. ¿Tengo que disimu<strong>la</strong>r, que no se me note nada, no <strong>de</strong>bo llorar?<br />

No, piensa, más bien ¿venía manejando él, vería <strong>la</strong> cara <strong>de</strong> él? Sí, ahí estaba <strong>la</strong> gran sonrisa <strong>de</strong><br />

Ambrosio en <strong>la</strong> ventanil<strong>la</strong>, ahí su voz, niño Santiago cómo está, y ahí <strong>la</strong> figura <strong>de</strong>l viejo. Cuántas<br />

canas más, piensa, cuántas arrugas y había a<strong>de</strong>lgazado tanto, ahí su voz rota: f<strong>la</strong>co. No dijo nada<br />

más, piensa, había abierto los brazos, lo tuvo un <strong>la</strong>rgo rato apretado contra él, ahí su boca en tu<br />

mejil<strong>la</strong>, Zavalita, el olor a colonia, ahí tu voz rota, ho<strong>la</strong> papá, cómo estás papá: mentiras, calumnias,<br />

nada era verdad.<br />

—Usted no sabe qué contento se puso el señor —dice Ambrosio—. No se imagina lo que fue<br />

para él que se amistaran al fin.<br />

—Te <strong>de</strong>bes haber muerto <strong>de</strong> frío esperando aquí, con este día tan feo —su mano en tu<br />

hombro, Zavalita, hab<strong>la</strong>ba tan <strong>de</strong>spacio para que no se notara su emoción, te empujaba hacia el<br />

Regatas—. Ven, entremos, tienes que tomar algo caliente.<br />

Cruzaron <strong>la</strong>s canchas <strong>de</strong> básquet, caminando lentamente y silenciosos, entraron al edificio <strong>de</strong>l<br />

Club por una puerta <strong>la</strong>teral. No había nadie en el comedor, <strong>la</strong>s mesas no estaban puestas. Don<br />

Fermín dio unas palmadas y al rato apareció un mozo, apresurado, abotonándose el saco. Pidieron<br />

cafés.<br />

—Al poco tiempo <strong>de</strong>jaste <strong>de</strong> trabajar en <strong>la</strong> casa ¿no? —dice Santiago.<br />

—No sé para qué sigo siendo socio <strong>de</strong> esto, no vengo jamás —hab<strong>la</strong>ba con <strong>la</strong> boca <strong>de</strong> una<br />

cosa, piensa, y con los ojos cómo estás, cómo has estado, estuve esperando cada día, cada mes, cada<br />

193

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!