01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

¿acaso le había pedido que se casaran, acaso p<strong>la</strong>ta? Un domingo, al salir <strong>de</strong> <strong>la</strong> vermouth, le escuchó<br />

<strong>la</strong> voz cortada: cómo te sientes, Amalia.<br />

Bien nomás, dijo el<strong>la</strong>, y mirando el suelo ¿le preguntaba eso por el hijo? Cuando nazca ya no<br />

podrás seguir trabajando, lo oyó <strong>de</strong>cir: Y por qué no, dijo Amalia; qué crees que voy a hacer, <strong>de</strong> qué<br />

iba a vivir. Y Ambrosio: <strong>de</strong> eso tendré que encargarme yo. No habló más hasta que se <strong>de</strong>spidieron.<br />

¿Me encargaré yo?, pensaba a oscuras, frotándose <strong>la</strong> barriga, ¿él? ¿Quería <strong>de</strong>cir vivir juntos, <strong>la</strong><br />

casita?<br />

El quinto, el sexto mes. Se sentía muy pesada ya, tenía que interrumpir el arreglo para<br />

recuperar el aliento, <strong>la</strong> cocina, hasta que pasaran los arrebatos <strong>de</strong> calor. Y un día <strong>la</strong> señora dijo nos<br />

mudamos. ¿Adón<strong>de</strong>, señora? A Jesús María, este <strong>de</strong>partamento resultaba caro. Vinieron unos<br />

hombres a examinar los muebles y a discutir precios, volvieron con una camioneta y se llevaron <strong>la</strong>s<br />

sil<strong>la</strong>s, <strong>la</strong> mesa <strong>de</strong>l comedor, <strong>la</strong> alfombra, el tocadiscos, el refrigerador, <strong>la</strong> cocina. Amalia sintió una<br />

opresión en el pecho al día siguiente, cuando vio <strong>la</strong>s tres maletas y los diez paquetitos que contenían<br />

todas <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong> <strong>la</strong> señora. De qué te apenas si a el<strong>la</strong> no le importa, no seas bruta. Pero se apenaba,<br />

pero era. ¿No le da tristeza quedarse casi sin nada, señora? No, Amalia ¿sabes por qué? Porque<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un tiempito se iría <strong>de</strong> este país. Si quieres te llevo al extranjero conmigo, Amalia, y se<br />

reía. ¿Qué le pasaba?<br />

¿De dón<strong>de</strong> ese buen humor <strong>de</strong> repente, esos proyectos esas ganas <strong>de</strong> hacer cosas <strong>de</strong> <strong>la</strong> señora?<br />

Amalia se quedó fría al ver el <strong>de</strong>partamentito <strong>de</strong> General Garzón. No es que fuera tan chiquito, pero<br />

tan viejo, tan feo.<br />

La salita comedor era minúscu<strong>la</strong>, lo mismo el dormitorio, <strong>la</strong> cocinita y el baño parecían <strong>de</strong><br />

juguete. En el cuarto <strong>de</strong> servicio, tan angosto, sólo cabía el colchón. Apenas tenía muebles y tan<br />

arruinados. ¿Aquí vivía antes <strong>la</strong> señorita Queta, señora? Sí, y Amalia no lo creía, con el carrito<br />

b<strong>la</strong>nco que tenía y lo elegante que vestía, el<strong>la</strong> había pensado que <strong>la</strong> señorita viviría mucho mejor.<br />

¿Y adón<strong>de</strong> se había ido <strong>la</strong> señorita ahora? A un <strong>de</strong>partamento en Pueblo Libre, Amalia.<br />

Des<strong>de</strong> que se mudaron a Jesús María <strong>la</strong> señora mejoró <strong>de</strong> ánimo, <strong>de</strong> hábitos. Se levantaba<br />

temprano, comía mejor, pasaba gran parte <strong>de</strong>l día en <strong>la</strong> calle, conversaba. Y hab<strong>la</strong>ba <strong>de</strong>l viaje: a<br />

México, se iría a México, Amalia, y no volvería nunca. La señorita Queta venía a ver<strong>la</strong>, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

sofocante cocina, Amalia <strong>la</strong>s oía, hab<strong>la</strong>ndo día y noche <strong>de</strong> lo mismo: se iría, viajaría.<br />

Era <strong>de</strong> veras, pensaba Amalia, se va a ir, y sintió pena.<br />

Por ti me estoy volviendo no sé cómo, <strong>de</strong>cía tocándose <strong>la</strong> barriga, lloro <strong>de</strong> todo, todo me da<br />

pena, qué bruta me has vuelto. ¿Y cuándo iba a viajar, señora? Prontito, Amalia. Pero <strong>la</strong> señorita<br />

Queta no <strong>la</strong> tomaba muy en serio, Amalia <strong>la</strong> oía: no te hagas ilusiones, Hortensia, no creas que todo<br />

te va salir tan fácil, te estás metiendo en honduras. Había algo raro pero qué, qué era. Se lo preguntó<br />

a <strong>la</strong> señorita Queta y el<strong>la</strong> le dijo: <strong>la</strong>s mujeres son idiotas, Amalia: <strong>la</strong> está l<strong>la</strong>mando porque necesita<br />

p<strong>la</strong>ta, y <strong>la</strong> idiota <strong>de</strong> Hortensia se <strong>la</strong> va a llevar, y cuando tenga <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta en sus manos <strong>la</strong> va a <strong>la</strong>rgar<br />

otra vez. ¿El señor Lucas, señorita? C<strong>la</strong>ro, quién iba a ser. Amalia creyó que se <strong>de</strong>smayaba. ¿Se iba<br />

a ir don<strong>de</strong> él? ¿La había <strong>de</strong>jado, le había robado y don<strong>de</strong> él? Pero ya no podía pensar mucho rato en<br />

<strong>la</strong> señora ni en nada, se sentía <strong>de</strong>masiado mal. La primera vez no había sentido ese cansancio, esa<br />

pesa<strong>de</strong>z tan gran<strong>de</strong>: sueño mañana y tar<strong>de</strong> y al regresar <strong>de</strong> <strong>la</strong> compra tenía que echarse. Se había<br />

llevado un banquito a <strong>la</strong> cocina y cocinaba sentada. Cómo has engordado, pensaba.<br />

Era verano, Ambrosio tenía que llevar a los. Zava<strong>la</strong> a Ancón y Amalia sólo lo veía un<br />

domingo sí y otro no.<br />

¿No sería lo <strong>de</strong> Ancón una mentira, un pretexto para irse alejando <strong>de</strong> el<strong>la</strong> a poquitos? Porque<br />

<strong>de</strong> nuevo estaba rarísimo. Amalia iba a darle el encuentro a <strong>la</strong> avenida Arenales, con mil cosas para<br />

contarle, y qué baño <strong>de</strong> agua fría. ¿Así que <strong>la</strong> señora quería irse a México?, ajá, ¿a juntarse con ese<br />

cafiche?, ah bueno, ¿así que <strong>la</strong> casita <strong>de</strong> ahora era enana?, ah qué tal. No me estás oyendo, sí te<br />

estoy, en qué estás pensando, en nada. No importa, pensaba Amalia, ya no lo quiero. Su tía le había<br />

dicho cuando se vaya <strong>la</strong> señora te vienes acá, <strong>la</strong> señora Rosario le había dicho si te quedas en <strong>la</strong><br />

228

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!