01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—Ven, dame un beso, no seas tontita —dijo don Fermín—. Vine porque el f<strong>la</strong>co se sacó el<br />

primer puesto, si hubieras sacado buenas notas también habría ido a tu primera comunión. Yo los<br />

quiero a los tres igual.<br />

—Lo dices, pero no es cierto —se quejó el Chispas—. Tampoco fuiste a mi primera<br />

comunión.<br />

—Con esta escena <strong>de</strong> celos le van a amargar el día al f<strong>la</strong>co, déjense <strong>de</strong> a<strong>de</strong>fesios —dijo don<br />

Fermín—. Vengan, suban al carro.<br />

—A <strong>la</strong> Herradura a tomar milk—shakes con hotdogs, papá —dijo Santiago.<br />

—A <strong>la</strong> Rueda Chicago que han puesto en el Campo <strong>de</strong> Marte, papá —dijo el Chispas.<br />

—Vamos a <strong>la</strong> Herradura —dijo don Fermín—. El f<strong>la</strong>co es el que ha hecho <strong>la</strong> primera<br />

comunión, hay Que darle gusto a él.<br />

Salió <strong>de</strong>l au<strong>la</strong> sonriendo, pero antes <strong>de</strong> llegar hasta Aída, ¿daban ahí mismo <strong>la</strong>s notas,<br />

preguntas <strong>la</strong>rgas o cortas?, tuvo que soportar el asalto <strong>de</strong> los postu<strong>la</strong>ntes, y Aída lo recibió<br />

sonriendo: por su cara se veía que había salido bien, qué bien, ya no tienes que pegarte un tiro.<br />

—Antes <strong>de</strong> sacar <strong>la</strong> balota, pensé mi alma por una fácil —dijo Santiago—. Así que si el<br />

diablo existe me iré al infierno. Pero el fin justifica los medios.<br />

—Ni el alma ni el diablo existen —a ver, a ver—. Si crees Que el fin justifica los medios eres<br />

un nazi.<br />

—Daba <strong>la</strong> contra en todo, opinaba sobre todo, discutía como si quisiera trompearse —dice<br />

Santiago.<br />

—Una hembrita entradora, <strong>de</strong> ésas que un dice b<strong>la</strong>nco y el<strong>la</strong>s negro, uno negro y el<strong>la</strong>s no,<br />

b<strong>la</strong>nco —dice Ambrosio—. Mañas para calentar al hombre, pero que hacen su efecto.<br />

—C<strong>la</strong>ro que te espero —dijo Santiago—. ¿Te hago repasar un poco?<br />

La historia persa, Carlomagno, los aztecas, Carlota Corday, factores externos <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>saparición <strong>de</strong>l imperio austro—húngaro, el nacimiento y <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> Danton: que le tocara una<br />

balota fácil, Que aprobara.<br />

Volvieron al primer patio, se sentaron en una banca.<br />

Un canillita entró voceando los diarios <strong>de</strong> <strong>la</strong> tar<strong>de</strong>, el muchacho que estaba junto a ellos<br />

compró "El Comercio” y un momento <strong>de</strong>spués dijo <strong>de</strong>sgraciados, era el colmo. Se volvieron a<br />

mirarlo y él les mostró un titu<strong>la</strong>r y <strong>la</strong> fotografía <strong>de</strong> un hombre con bigotes. ¿Lo habían metido preso,<br />

exi<strong>la</strong>do o matado, y quién era el hombre? Ahí estaba Jacobo, Zavalita: rubio, escuálido, los c<strong>la</strong>ros<br />

ojos furiosos, el <strong>de</strong>do curvado sobre <strong>la</strong> fotografía <strong>de</strong>l diario, <strong>la</strong> voz arrastrada protestando, el Perú<br />

iba <strong>de</strong> mal en peor, un <strong>de</strong>jo extrañamente serrano en esa cara lechosa, don<strong>de</strong> se ponía el <strong>de</strong>do<br />

brotaba pus como <strong>de</strong>cía Gonzáles Prada, advertida alguna vez, a lo lejos y <strong>de</strong> paso, en <strong>la</strong>s calles <strong>de</strong><br />

Miraflores.<br />

—¿Otro <strong>de</strong> ésos? —dice Ambrosio—. Caramba, San Marcos era un nido <strong>de</strong> subversivos,<br />

niño.<br />

Otro puro <strong>de</strong> ésos, piensa, en rebelión contra su piel, contra su c<strong>la</strong>se, contra sí mismo, contra<br />

el Perú. Piensa: ¿seguirá puro, será feliz?<br />

—No había tantos, Ambrosio. Fue una casualidad Que nos juntáramos los tres ese primer día.<br />

—A esos amigos <strong>de</strong> San Marcos usted nunca los llevaba a su casa —dice Ambrosio—. En<br />

cambio, el niño Popeye y sus compañeros <strong>de</strong> colegio se <strong>la</strong>s pasaban tomando té don<strong>de</strong> usted.<br />

¿Te daba vergüenza, Zavalita?, piensa: ¿que Jacobo, Héctor, Solórzano no vieran dón<strong>de</strong> y con<br />

quién vivías, que no conocieran a <strong>la</strong> vieja y no oyeran al viejo, que Aída no escuchara <strong>la</strong>s lindas<br />

idioteces <strong>de</strong> <strong>la</strong> Teté? Piensa: ¿Que <strong>la</strong> vieja y el viejo no supieran con quien te juntabas, que el<br />

Chispas y <strong>la</strong> Teté no vieran <strong>la</strong> cara <strong>de</strong> huaco <strong>de</strong>l cholo Martínez? Ese primer día comenzaste a matar<br />

38

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!