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vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

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C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—Esta mañana, don Cayo —asintió Lozano—. Todo resuelto. Aquí tiene el informe <strong>de</strong>l<br />

Prefecto, aquí una copia <strong>de</strong>l parte policial. Los tres cabecil<strong>la</strong>s están <strong>de</strong>tenidos en Chic<strong>la</strong>yo.<br />

—¿Apristas? —echó otra bocanada y vio que Lozano contenía un estornudo.<br />

—Sólo un tal Lanza, dirigente aprista viejo. Los otros dos son jóvenes, sin antece<strong>de</strong>ntes.<br />

—Tráigalos a Lima y que confiesen sus pecados mortales y veniales. Una huelga como <strong>la</strong> <strong>de</strong><br />

"O<strong>la</strong>ve" no se organiza así nomás. Ha sido preparada con tiempo y por profesionales. ¿Se reanudó<br />

ya el trabajo en <strong>la</strong> hacienda?<br />

—Esta mañana, don Cayo —dijo Lozano—. Me lo comunicó el Prefecto por teléfono. Hemos<br />

<strong>de</strong>jado una pequeña dotación en "O<strong>la</strong>ve”, por unos días, aunque el Prefecto asegura ...<br />

—San Marcos —Lozano cerró <strong>la</strong> boca y sus manos se precipitaron hacia <strong>la</strong> mesa, cogieron<br />

tres, cuatro hojitas y se <strong>la</strong>s alcanzaron. Las puso en el brazo <strong>de</strong>l sillón, sin mirar<strong>la</strong>s.<br />

—Nada esta semana, don Cayo. Los grupitos se reúnen, los apristas más <strong>de</strong>sorganizados que<br />

nunca, los rabanitos un poquito más activos. Ah sí, hemos i<strong>de</strong>ntificado un nuevo grupito trozkista.<br />

Reuniones, <strong>conversacion</strong>es, nada. La semana próxima hay elecciones en Medicina. La lista aprista<br />

pue<strong>de</strong> ganar.<br />

—Las otras Universida<strong>de</strong>s —arrojó el humo y esta vez Lozano estornudó.<br />

—Lo mismo, don Cayo, reuniones <strong>de</strong> los grupitos, peleas entre ellos, nada. Ah sí, por fin está<br />

funcionando bien <strong>la</strong> información en <strong>la</strong> Universidad <strong>de</strong> Trujillo. Aquí está, memorándum número<br />

tres. Tenemos ahí dos elementos que ...<br />

—¿Sólo memorándums? —dijo él—. ¿Esta semana no hay vo<strong>la</strong>ntes, folletos, revistitas a<br />

mimeógrafo?<br />

—C<strong>la</strong>ro que sí, don Cayo —Lozano levantó su maletín, corrió el cierre, sacó un grueso sobre<br />

con aire <strong>de</strong> triunfo—. Vo<strong>la</strong>ntes, folletos, hasta los comunicados a máquina <strong>de</strong> los Centros<br />

Fe<strong>de</strong>rados. Todo, don Cayo.<br />

—Viaje <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte —dijo él—. ¿Habló con Cajamarca?<br />

—Todos los preparativos han comenzado ya —dijo Lozano—. Viajaré el lunes y el miércoles<br />

en <strong>la</strong> mañana le daré un informe <strong>de</strong>tal<strong>la</strong>do, <strong>de</strong> modo que el jueves pueda ir usted a echar una ojeada<br />

al dispositivo <strong>de</strong> seguridad. Si le parece, don Cayo.<br />

—He <strong>de</strong>cidido que su gente viaje a Cajamarca por tierra. Partirán el jueves, en ómnibus, para<br />

que estén allá el viernes. No vaya a ser que se caiga el avión y no haya tiempo para reemp<strong>la</strong>zarlos.<br />

—Con <strong>la</strong>s carreteras <strong>de</strong> <strong>la</strong> sierra no sé si es más peligroso el ómnibus que el avión —bromeó<br />

Lozano, pero él no sonrió y Lozano se puso serio <strong>de</strong> inmediato—: Muy bien pensado, don Cayo.<br />

—Déjeme todos esos papeles —se puso <strong>de</strong> pie y Lozano instantáneamente lo imitó. Se los<br />

<strong>de</strong>volveré mañana.<br />

—No le quito más tiempo entonces, don Cayo —Lozano lo siguió hasta el escritorio, su<br />

enorme maletín bajo el brazo.<br />

—Un segundo, Lozano —encendió otro cigarrillo, chupó cerrando un poquito los ojos.<br />

Lozano aguardaba frente a él, sonriente—. No le saque más p<strong>la</strong>ta a <strong>la</strong> vieja Ivonne.<br />

—¿Perdón, don Cayo? —lo vio pestañear, confundirse, pali<strong>de</strong>cer.<br />

—A mí no me importa que les saque unos soles a <strong>la</strong>s niñas ma<strong>la</strong>s <strong>de</strong> Lima —dijo él,<br />

amablemente, sonriendo—. Pero a Ivonne déje<strong>la</strong> en paz, y si tiene algún problema alguna vez,<br />

facilítele <strong>la</strong>s cosas. Es una buena persona ¿compren<strong>de</strong> ?<br />

La cara gorda se había llenado <strong>de</strong> sudor, los ojitos <strong>de</strong> chancho trataban angustiosamente <strong>de</strong><br />

sonreír.<br />

Le abrió <strong>la</strong> puerta, le dio una palmadita en el hombro, hasta mañana Lozano, y regresó al<br />

escritorio. Levantó el fono: comuníqueme con el senador Landa, doctorcito. Recogió los papeles<br />

que había <strong>de</strong>jado Lozano, los guardó en su maletín. Un momento <strong>de</strong>spués sonó él teléfono.<br />

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