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vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

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C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

Un día, al volver <strong>de</strong>l <strong>la</strong>boratorio, encontró a Trinidad dando brincos: se acabaron nuestros<br />

males, tenía trabajo. La abrazaba, <strong>la</strong> pellizcaba, se lo veía feliz.<br />

Pero y tu enfermedad, <strong>de</strong>cía Amalia atontada, y él se fue, me curé. Se había encontrado en <strong>la</strong><br />

calle con el compañero Pedro Flores, le contó, un aprista con el que estuvo preso en el Frontón, y<br />

cuando Trinidad le dijo lo que le pasaba Pedro ven conmigo, y lo llevó al Cal<strong>la</strong>o, le presentó a otros<br />

compañeros, y esa misma tar<strong>de</strong> tenía trabajo en una mueblería. Ya ves, Amalia, así eran los<br />

compañeros, se sentía aprista hasta los huesos, viva Víctor Raúl. Ganaría poco pero qué más daba si<br />

eso le había levantado <strong>la</strong> moral. Trinidad salía muy temprano pero volvía antes que Amalia. Mejoró<br />

<strong>de</strong> humor, me duele menos <strong>la</strong> cabeza, los compañeros lo habían llevado don<strong>de</strong> un médico que no le<br />

cobró y le puso unas inyecciones y ya ves, Amalia, le <strong>de</strong>cía, el partido me cuida, es mi familia.<br />

Pedro Flores no venía nunca a Mirones, pero Trinidad salía muchas noches a reunirse con él y<br />

Amalia estaba celosa, ¿crees que yo podría engañarte habiéndome ayudado tanto?, se reía Trinidad,<br />

te juro que voy a reuniones c<strong>la</strong>n<strong>de</strong>stinas con los compañeros. No te metas en política, le <strong>de</strong>cía<br />

Amalia, <strong>la</strong> próxima vez te matarán. Dejó <strong>de</strong> hab<strong>la</strong>r <strong>de</strong> los amarillos, pero le seguían los vómitos.<br />

Muchas tar<strong>de</strong>s lo encontraba tumbado en <strong>la</strong> cama, los ojos hundidos y sin ganas <strong>de</strong> comer. Una<br />

noche que había salido a una reunión, vino don Atanasio y le dijo a Amalia ven y <strong>la</strong> llevó hasta <strong>la</strong><br />

esquina. Ahí estaba Trinidad, solito, sentado en <strong>la</strong> vereda, fumando. Amalia lo estuvo espiando y<br />

cuando Trinidad regresó al callejón ¿cómo te fue? y él bien, discutimos mucho. El<strong>la</strong> pensó: otra<br />

mujer. ¿Pero entonces por qué estaba tan cariñoso? La primera semana <strong>de</strong> trabajo esperó a Amalia<br />

con su sobre sin abrir, vamos a comprarle algo a <strong>la</strong> señora Rosario para que se le pase el enojo, le<br />

escogieron un perfumito, y <strong>de</strong>spués ¿qué quieres que te compre a ti, amorcito? Mejor paga el<br />

alquiler, le dijo Amalia, pero él quería gastarse esa p<strong>la</strong>ta en el<strong>la</strong>, amorcito. Amalita por su mamá, y<br />

Hortensia por una señora don<strong>de</strong> había trabajado Amalia, niño, una a <strong>la</strong> que quería mucho y que<br />

también se murió: c<strong>la</strong>ro que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> lo que hiciste tienes que salir <strong>de</strong> aquí, infeliz, dijo don<br />

Fermín. Fuiste mi salvación, le <strong>de</strong>cía Trinidad, dime qué quieres. Y entonces Amalia vamos al cine.<br />

Vieron una <strong>de</strong> Libertad Lamarque, triste, <strong>la</strong> historia se parecía a <strong>la</strong> <strong>de</strong> ellos, Amalia salió<br />

suspirando y Trinidad tienes muchos sentimientos, amorcito, vales mucho. Se estuvieron<br />

bromeando y otra vez se acordó <strong>de</strong>l hijo y le tocaba <strong>la</strong> barriga, qué gordito. La señora Rosario se<br />

echó a llorar por el perfumito y le dijo a Trinidad no sabías lo que hacías, abrázame. Al otro<br />

domingo Trinidad vamos a ver a tu tía, se amistaría con Amalia cuando supiera lo <strong>de</strong>l hijo. Fueron a<br />

Limoncillo y Trinidad entró primero y <strong>de</strong>spués salió <strong>la</strong> tía con los brazos abiertos a l<strong>la</strong>mar a Amalia.<br />

Se quedaron a comer con el<strong>la</strong> y Amalia pensaba se fue <strong>la</strong> ma<strong>la</strong>, todo se arregló. Se sentía muy<br />

pesada ya, Gertrudis Lama y otras compañeras <strong>de</strong>l <strong>la</strong>boratorio le habían hecho ropitas para el hijo.<br />

El día que <strong>de</strong>sapareció Trinidad, Amalia había ido con Gertrudis don<strong>de</strong> el médico. Volvió a<br />

Mirones tar<strong>de</strong> y Trinidad no estaba, amaneció y no llegaba, y a eso <strong>de</strong> <strong>la</strong>s diez <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana paró un<br />

taxi en el callejón y bajó un tipo que preguntó por Amalia: quiero hab<strong>la</strong>rle a so<strong>la</strong>s, era Pedro Flores.<br />

La hizo subir al taxi y el<strong>la</strong> qué le ha pasado a mi marido, y él está preso. Usted tiene <strong>la</strong> culpa, gritó<br />

Amalia, y él <strong>la</strong> miró como si estuviera loca, usted lo invencionó que se metiera en política, y Pedro<br />

Flores ¿yo, en política? él no se había metido ni se metería nunca en política porque odiaba <strong>la</strong><br />

política, señora, y más bien el loco <strong>de</strong> Trinidad lo había podido meter anoche en un gran lío. Y le<br />

contó: volvían <strong>de</strong> una fiestecita en Barranco y al pasar por <strong>la</strong> Embajada <strong>de</strong> Colombia Trinidad para<br />

un ratito, tengo que bajar, Pedro Flores creyó que iba a orinar, pero bajó <strong>de</strong>l taxi y comenzó a gritar<br />

amarillos, viva el Apra, Víctor Raúl, y cuando él arrancó asustado vio que a Trinidad le llovían<br />

cachacos. Usted tiene <strong>la</strong> culpa, lloraba Amalia, el Apra tiene <strong>la</strong> culpa, le van a pegar.<br />

Qué le pasaba, <strong>de</strong> qué hab<strong>la</strong>: ni Pedro Flores era aprista ni Trinidad había sido nunca aprista,<br />

lo sé <strong>de</strong> sobra porque somos primos, se habían criado juntos en <strong>la</strong> Victoria, nacimos en <strong>la</strong> misma<br />

casa, señora. Mentira, él nació en Pacasmayo, lloriqueaba Amalia, y Pedro Flores quién le hizo<br />

creer ese cuento. Y le juró: nació en Lima y nunca salió <strong>de</strong> aquí y nunca se metió en política, sólo<br />

que una vez lo llevaron preso por equivocación o quién sabe por qué cuando <strong>la</strong> revolución <strong>de</strong> Odría,<br />

y cuando salió <strong>de</strong> <strong>la</strong> cárcel le dio <strong>la</strong> chif<strong>la</strong>dura <strong>de</strong> hacerse pasar por norteño y por aprista. Que fuera<br />

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