01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—Entonces el negocio no está resultando tan bueno como usted creyó, don —había dicho<br />

Ambrosio.<br />

—Está resultando mejor —don Hi<strong>la</strong>rio había movido <strong>la</strong> cabeza como diciendo esfuérzate,<br />

trata <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r—. Al comienzo, un negocio es pérdida. Después se va levantando y viene el<br />

<strong>de</strong>squite.<br />

No mucho tiempo <strong>de</strong>spués, una noche que Ambrosio acababa <strong>de</strong> llegar <strong>de</strong> Tingo María y se<br />

estaba <strong>la</strong>vando <strong>la</strong> cara en el cuarto <strong>de</strong>l fondo, don<strong>de</strong> tenían un <strong>la</strong>vatorio sobre un caballete, Amalia<br />

había visto aparecer en <strong>la</strong> esquina <strong>de</strong> <strong>la</strong> cabaña a Leoncio Paniagua, peinado y encorbatado: se venía<br />

<strong>de</strong>rechito aquí. Había estado a punto <strong>de</strong> soltar a Amalita Hortensia. Atolondrada, había corrido a <strong>la</strong><br />

huerta y se había acurrucado en <strong>la</strong> yerba, <strong>la</strong> niña bien apretada contra su pecho. Iba a entrar, se iba a<br />

encontrar con Ambrosio, Ambrosio lo iba a matar. Pero no había oído nada a<strong>la</strong>rmante: sólo el<br />

silbido <strong>de</strong> Ambrosio, el chapaleo <strong>de</strong>l agua, los grillos cantando en <strong>la</strong> oscuridad. Por fin había oído a<br />

Ambrosio que le pedía <strong>la</strong> comida. Había ido a cocinar, temb<strong>la</strong>ndo, y todavía mucho rato <strong>de</strong>spués<br />

todo se le había estado cayendo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s manos.<br />

—Y cuando se cumplieron otros seis, es <strong>de</strong>cir el año, le caí tempranito —dice Ambrosio—.<br />

¿Y, don Hi<strong>la</strong>rio? No me diga que tampoco ahora hay ganancias.<br />

—Qué va a haber el negocio está color <strong>de</strong> hormiga —había dicho don Hi<strong>la</strong>rio—. De eso<br />

quería hab<strong>la</strong>rte, precisamente.<br />

Al día siguiente, Amalia había ido furiosa don<strong>de</strong> doña Lupe, a contarle: figúrese qué<br />

atrevimiento, figúrese lo que hubiera pasado si Ambrosio. Doña Lupe le había tapado <strong>la</strong> boca<br />

diciéndole sé todo. El huanuqueño se había metido a su casa y le había abierto su corazón, señora<br />

Lupe: <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que <strong>la</strong> conocí a Amalia soy otro, su amiga es única. No pensaba entrar a tu casa,<br />

Amalia, no era tan tonto, sólo quería ver<strong>la</strong> <strong>de</strong> lejos. Habías hecho una conquista, Amalia, lo tenías<br />

loco por ti al huanuqueño Amalia. Se había sentido rarísima: furiosa siempre, pero ahora también<br />

ha<strong>la</strong>gada. Esa tar<strong>de</strong> había ido a <strong>la</strong> p<strong>la</strong>yita pensando si me dice cualquier cosa lo insulto. Pero<br />

Leoncio Paniagua no le había hecho <strong>la</strong> menor insinuación; educadísimo, limpiaba <strong>la</strong> arena para que<br />

se sentara, le había convidado un barquillo <strong>de</strong> he<strong>la</strong>dos y cuando el<strong>la</strong> lo miraba a los ojos, bajaba los<br />

suyos, avergonzado y suspirando.<br />

—Sí, como lo oyes, lo tengo muy bien estudiado —había dicho don Hi<strong>la</strong>rio—. La p<strong>la</strong>ta está<br />

tirada ahí, esperando que <strong>la</strong> recojamos. Sólo hace falta una pequeña inyección <strong>de</strong> capital.<br />

Leoncio Paniagua venía a Pucallpa cada mes, sólo por un par <strong>de</strong> días y Amalia le había<br />

llegado a tomar simpatía por <strong>la</strong> forma como <strong>la</strong> trataba, por su terrible timi<strong>de</strong>z. Se había<br />

acostumbrado a encontrarlo en <strong>la</strong> p<strong>la</strong>yita cada cuatro semanas, con su camisa <strong>de</strong> cuello, sus<br />

zapatones, ceremonioso y sofocado, limpiándose <strong>la</strong> cara empapada con un pañuelo <strong>de</strong> colores. Él no<br />

se bañaba nunca, se sentaba entre doña Lupe y el<strong>la</strong> y conversaban, y cuando el<strong>la</strong>s se metían al agua,<br />

él cuidaba a Amalita Hortensia. Nunca había pasado nada, nunca le había dicho nada; <strong>la</strong> miraba,<br />

suspiraba, y lo más que se atrevía era a <strong>de</strong>cir qué pena irme mañana <strong>de</strong> Pucallpa o cuánto he<br />

pensado este mes en Pucallpa o por qué será que me gusta tanto venir a Pucallpa. Qué vergonzoso<br />

era ¿no, doña Lupe? Y doña Lupe: no, más bien era un romántico.<br />

—El gran negocio que se le ocurrió es comprar otra funeraria, Amalia —había dicho<br />

Ambrosio—. La Mo<strong>de</strong>lo.<br />

—La más acreditada, <strong>la</strong> que nos quita toda <strong>la</strong> cliente<strong>la</strong> —había dicho don Hi<strong>la</strong>rio—. Ni una<br />

pa<strong>la</strong>bra más. Trae esa p<strong>la</strong>tita que tienes en Lima y hacemos un monopolio, Ambrosio.<br />

A lo más que había llegado había sido, al cabo <strong>de</strong> los meses y más por darle gusto a doña<br />

Lupe que a él, a ir una vez a comer al chifa y luego al cine con Leoncio Paniagua. Habían ido <strong>de</strong><br />

noche, por calles <strong>de</strong>siertas, al chifa menos concurrido, y entrado a <strong>la</strong> función comenzada y se habían<br />

salido antes <strong>de</strong>l final. Leoncio Paniagua había sido más consi<strong>de</strong>rado que nunca, no sólo no había<br />

tratado <strong>de</strong> aprovecharse al estar solo con el<strong>la</strong>, sino que casi ni había hab<strong>la</strong>do en toda <strong>la</strong> noche.<br />

288

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!