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vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

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C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

en Argentina", <strong>de</strong>cía "La Crónica"; "Atropel<strong>la</strong>do y vejado el emblema nacional por apristas" <strong>de</strong>cía<br />

"El Comercio"—, y. seña<strong>la</strong>do con flechas don<strong>de</strong> terminaba <strong>la</strong> información.<br />

—Todos publicaron el cable <strong>de</strong> ANSA —bostezó él.<br />

—La United Press, <strong>la</strong> Associated Press y <strong>la</strong>s otras agencias quitaron <strong>la</strong> noticia <strong>de</strong> sus<br />

boletines, como les pedimos —dijo el doctor Alcibía<strong>de</strong>s—. Ahora van a protestar porque ANSA se<br />

llevó <strong>la</strong> primicia. A ANSA no se le dio ninguna instrucción, porque como usted ...<br />

—Está bien —dijo él—. Ubíquelo a, ¿cómo se l<strong>la</strong>ma el tipo <strong>de</strong> ANSA?, ¿Tallio, no? Que<br />

venga ahora mismo.<br />

—Sí, don Cayo —dijo el doctor Alcibía<strong>de</strong>s—. Ahí está el señor Lozano ya.<br />

—Hágalo pasar y que nadie nos interrumpa —dijo él—. Cuando llegue el Ministro, avísele<br />

que iré a su <strong>de</strong>spacho a <strong>la</strong>s tres. Firmaré <strong>la</strong>s cartas luego. Eso es todo, doctorcito.<br />

Alcibía<strong>de</strong>s salió y él abrió el primer cajón <strong>de</strong>l escritorio. Cogió un frasquito y lo contempló un<br />

momento, disgustado. Sacó una pastil<strong>la</strong>, <strong>la</strong> hume<strong>de</strong>ció con saliva y <strong>la</strong> tragó.<br />

—¿HACE mucho que está en el periodismo, señor? —dijo Santiago.<br />

—Cerca <strong>de</strong> treinta años, figúrese —los ojos <strong>de</strong>l señor Vallejo se extraviaron en profundida<strong>de</strong>s<br />

temporales, un leve temblor agitó su mano—. Empecé llevando caril<strong>la</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> redacción a talleres.<br />

Bueno, no me quejo, ésta es una profesión ingrata, pero también da algunas satisfacciones.<br />

—La mayor satisfacción se <strong>la</strong> dieron obligándolo a renunciar —dijo Carlitos—. Siempre me<br />

asombró que un tipo como Vallejo fuera periodista. Era muy manso, muy cándido, muy correcto.<br />

No era posible, tenía que acabar mal.<br />

—Oficialmente, comenzará el primero el señor Vallejo miró el calendario Esso que colgaba<br />

en <strong>la</strong> pared—, es <strong>de</strong>cir el martes próximo. Si quiere irse poniendo al corriente, pue<strong>de</strong> darse una<br />

vuelta por <strong>la</strong> redacción estas noches.<br />

—¿O sea que para ser periodista <strong>la</strong> primera condición no es saber qué es el lead? —dijo<br />

Santiago.<br />

—Sino ser canal<strong>la</strong>, o por lo menos saber aparentarlo —asintió jovialmente Carlitos—. Yo ya<br />

no tengo que hacer esfuerzos. Tú todavía un poquito, Zavalita.<br />

—Quinientos soles al mes no es gran cosa —dijo el señor Vallejo—. Mientras se va<br />

fogueando. Después lo mejorarán.<br />

Al salir <strong>de</strong> “La Crónica” se cruzó en el zaguán con un hombre <strong>de</strong> bigotitos milimétricos y<br />

corbata tornaso<strong>la</strong>da, el cabecero Hernán<strong>de</strong>z piensa, pero en <strong>la</strong> P<strong>la</strong>za San Martín ya había olvidado <strong>la</strong><br />

entrevista con Vallejo: ¿lo habría buscado, <strong>de</strong>jado una carta, lo estaría esperando? No, al entrar a <strong>la</strong><br />

pensión, <strong>la</strong> señora Lucía se limitó a darle <strong>la</strong>s buenas tar<strong>de</strong>s. Bajó al oscuro vestíbulo a telefonear al<br />

tío Clodomiro.<br />

—Felizmente salió, tío, comienzo el primero. El señor Vallejo fue muy amable.<br />

—Vaya, me alegro, f<strong>la</strong>co —dijo el tío Clodomiro—. Ya veo que estás contento.<br />

—Mucho, tío. Ahora podré pagarte lo que me prestaste.<br />

—No hay ningún apuro —el tío Clodomiro hizo una pausa—. Podrías l<strong>la</strong>marlos a tus padres<br />

¿no te parece? No te van a pedir que vuelvas a <strong>la</strong> casa si no quieres, ya te he dicho. Pero no los<br />

<strong>de</strong>jes así, sin noticias.<br />

—Pronto los l<strong>la</strong>maré, tío. Prefiero que pasen unos días más: Tú le has dicho que estoy bien,<br />

no tiene <strong>de</strong> qué preocuparse.<br />

—Siempre hab<strong>la</strong>s <strong>de</strong> tu padre y nunca <strong>de</strong> tu madre —dijo Carlitos—. ¿No le dio una pataleta<br />

con tu fuga?<br />

—Lloraría a mares, supongo, pero tampoco el<strong>la</strong> fue a buscarme —dijo Santiago—. Qué se iba<br />

a per<strong>de</strong>r ése pretexto para sentirse una mártir.<br />

—O sea que <strong>la</strong> sigues odiando —dijo Carlitos—. Yo creía que se te había pasado ya.<br />

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