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vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

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C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

a los viejos, a Popeye, a Miraflores, piensa. Estabas rompiendo, Zavalita, entrando a otro mundo:<br />

¿fue ahí, se cerraron ahí? piensa: ¿rompiendo con qué, entrando a cuál mundo?<br />

—Me oyeron hab<strong>la</strong>r <strong>de</strong> Odría y se fueron —Jacobo señaló al grupo <strong>de</strong> postu<strong>la</strong>ntes que se<br />

alejaba y los miró a ellos con una curiosidad sin ironía—. ¿También uste<strong>de</strong>s tienen miedo?<br />

—¿Miedo? —Aída se en<strong>de</strong>rezó violentamente en <strong>la</strong> banca—. Yo digo que Odría es un<br />

dictador y un asesino, y lo digo aquí, en <strong>la</strong> calle, en cualquier parte.<br />

Pura como <strong>la</strong>s muchachas <strong>de</strong> Quo Vadis, piensa, impaciente por bajar a <strong>la</strong>s catacumbas y salir<br />

al circo y arrojarse a <strong>la</strong>s zarpas y colmillos <strong>de</strong> los leones. Jacobo <strong>la</strong> escuchaba <strong>de</strong>sconcertado, el<strong>la</strong> se<br />

había olvidado <strong>de</strong>l examen, un dictador que subió al po<strong>de</strong>r en <strong>la</strong> punta <strong>de</strong> <strong>la</strong>s bayonetas, alzaba <strong>la</strong><br />

voz y accionaba y Jacobo asentía y <strong>la</strong> miraba con simpatía y había suprimido los partidos y <strong>la</strong><br />

libertad <strong>de</strong> prensa y ahora entusiasmado y había or<strong>de</strong>nado al Ejército masacrar a los arequipeños y<br />

ahora hechizado y había encarce<strong>la</strong>do, <strong>de</strong>portado y torturado a tantos, ni siquiera se sabía a cuántos,<br />

y Santiago observaba a Aída y a Jacobo y <strong>de</strong> pronto, piensa, te sentiste torturado, exi<strong>la</strong>do,<br />

traicionado, Zavalita, y <strong>la</strong> interrumpió: Odría era el peor tirano <strong>de</strong> <strong>la</strong> historia <strong>de</strong>l Perú.<br />

—Bueno, no sé si el peor —dijo Aída, tomando aire—. Pero uno <strong>de</strong> los peores, c<strong>la</strong>ro que es.<br />

—Dale tiempo y verás —insistió Santiago, con ímpetu—. Será el peor.<br />

—Salvo <strong>la</strong> <strong>de</strong>l proletariado, todas <strong>la</strong>s dictaduras son <strong>la</strong> misma cosa —dijo Jacobo—.<br />

Históricamente.<br />

—¿Tú sabes cuál es <strong>la</strong> diferencia entre aprismo y comunismo? —dice Santiago.<br />

—No hay que darle tiempo a que sea el peor —dijo Aída—. Hay que echarlo abajo antes.<br />

—Bueno, los apristas son muchísimos y los comunistas poquísimos —dice Ambrosio—. Qué<br />

más diferencia que ésa.<br />

—No creo que ésos se fueran porque rajabas <strong>de</strong> Odría, sino porque están estudiando —dijo<br />

Santiago—.<br />

Todos <strong>de</strong>ben ser progresistas en San Marcos. Te miró como si te hubiera visto un par <strong>de</strong> alitas<br />

en <strong>la</strong> espalda, piensa, San Marcos ya no era lo que había sido, como a un niño bueno y tarado,<br />

Zavalita. No sabías, no entendías ni el vocabu<strong>la</strong>rio, tenías que apren<strong>de</strong>r qué era aprismo, qué<br />

fascismo, qué comunismo, y por qué San Marcos ya no era lo que había sido: porque <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el golpe<br />

<strong>de</strong> Odría los dirigentes eran perseguidos y los centros fe<strong>de</strong>rados <strong>de</strong>smante<strong>la</strong>dos y porque <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses<br />

estaban llenas <strong>de</strong> soplones matricu<strong>la</strong>dos como alumnos y Santiago frívo<strong>la</strong>mente lo interrumpió:<br />

¿vivía Jacobo en Miraflores? Le parecía haberlo visto por allá alguna vez, y Jacobo se ruborizó y<br />

asintió <strong>de</strong> ma<strong>la</strong> gana y Aída se echó a reír: así que los dos eran miraflorinos, así que los dos eran<br />

unos niños bien. Pero a Jacobo, piensa, no le gustaba bromear.<br />

Los ojos azules pedagógicamente posados en el<strong>la</strong>, <strong>la</strong> voz paciente, andina, <strong>de</strong>senvuelta,<br />

explicaba no importa don<strong>de</strong> se vive sino lo que se piensa y se hace, y Aída era cierto, pero el<strong>la</strong> no<br />

había dicho en serio sino, jugando lo <strong>de</strong> niños bien, y Santiago leería, estudiaría, apren<strong>de</strong>ría<br />

marxismo como él: ah, Zavalita. El conserje gritó un apellido y Jacobo se puso <strong>de</strong> pie: lo l<strong>la</strong>maban.<br />

Fue hacia el au<strong>la</strong> sin prisa, confiado y calmado como hab<strong>la</strong>ba, ¿inteligente, no?, y Santiago miró a<br />

Aída, inteligentísimo, y a<strong>de</strong>más cuánto sabía <strong>de</strong> política y Santiago <strong>de</strong>cidió él sabría más.<br />

—¿Será cierto que hay soplones entre los alumnos? —dijo Aída.<br />

—Si <strong>de</strong>scubrimos alguno en nuestro año, lo apañaremos —dijo Santiago.<br />

—Ya hab<strong>la</strong>s como alumno, quién como tú —dijo Aída—. Vamos a repasar otro poquito.<br />

Pero apenas habían reanudado <strong>la</strong>s preguntas y el paseo circu<strong>la</strong>r salió Jacobo <strong>de</strong>l au<strong>la</strong>, lento y<br />

angosto en su <strong>de</strong>svaído terno azul, y se les acercó, risueño y <strong>de</strong>cepcionado, los exámenes eran una<br />

broma, Aída no tenía <strong>de</strong> qué preocuparse, el presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l jurado, un químico, sabía <strong>de</strong> letras<br />

menos que tú o yo. Había que contestar con seguridad, sólo al que dudaba lo ja<strong>la</strong>ba.<br />

Me había caído mal, piensa, pero cuando l<strong>la</strong>maron a Aída y <strong>la</strong> acompañaron hasta el au<strong>la</strong> y<br />

regresaron a <strong>la</strong> banca y conversaron solos, te cayó bien, Zavalita. Se te quitaron los celos, piensa,<br />

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