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vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

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C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—Sabía que estabas vivo, pero medio muerto <strong>de</strong> hambre —dijo Espina—. No me<br />

interrumpas, déjame hab<strong>la</strong>r.<br />

—Es que todavía eres muy lento —dijo Bermú<strong>de</strong>z—. Hay que sacarte <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras con<br />

tirabuzón, como en el José Pardo.<br />

—Quiero servirte —murmuró Espina—. Dime qué puedo hacer por ti.<br />

—Dame movilidad para regresar a Chincha —susurró Bermú<strong>de</strong>z—. El jeep, un pasaje en<br />

colectivo, lo que sea. Por este paseíto a Lima puedo per<strong>de</strong>r un negocito interesante.<br />

—Estás contento con tu suerte, no te importa llegar a viejo <strong>de</strong> provinciano y sin un medio —<br />

dijo Espina—. Ya no eres ambicioso, Cayo.<br />

—Pero todavía soy orgulloso —dijo Bermú<strong>de</strong>z, secamente—. No me gusta recibir favores.<br />

¿Eso es todo lo que querías <strong>de</strong>cirme?<br />

El coronel lo observaba, como midiéndolo o adivinándolo, y <strong>la</strong> sonrisita cordial que había<br />

estado flotando en sus <strong>la</strong>bios se esfumó. Juntó <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> uñas enceradas, a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntó <strong>la</strong> cabeza:<br />

—¿Al pan pan y al vino vino, Cayo? —dijo, con súbita energía.<br />

—Ya era hora —Bermú<strong>de</strong>z ap<strong>la</strong>stó <strong>la</strong> colil<strong>la</strong> en el cenicero—. Me estabas cansando con<br />

tantas <strong>de</strong>c<strong>la</strong>raciones <strong>de</strong> amor.<br />

—Odría necesita gente <strong>de</strong> confianza ——el coronel contaba <strong>la</strong>s sí<strong>la</strong>bas, como si su seguridad<br />

y <strong>de</strong>senvoltura se vieran <strong>de</strong> pronto amenazadas—. Aquí todos están con nosotros y nadie está con<br />

nosotros. "La Prensa” y <strong>la</strong> Sociedad Agraria sólo quieren que suprimamos el control <strong>de</strong> cambios y<br />

protejamos <strong>la</strong> libertad <strong>de</strong> comercio.<br />

—Como uste<strong>de</strong>s les van a dar gusto, no hay problema —dijo Bermú<strong>de</strong>z—. ¿No?<br />

—"El Comercio" l<strong>la</strong>ma a Odría el salvador <strong>de</strong> <strong>la</strong> Patria sólo por odio al Apra —dijo el coronel<br />

Espina—. Esos sólo quieren que tengamos a los apristas a <strong>la</strong> sombra.<br />

—Ya es cosa hecha —dijo Bermú<strong>de</strong>z—. Tampoco hay problema por ahí ¿no?<br />

—Y <strong>la</strong> International, <strong>la</strong> Cerro y <strong>de</strong>más compañías sólo quieren un gobierno fuerte que les<br />

tenga tranquilos a los sindicatos —continuó Espina, sin escucharlo—. Cada uno tira para su <strong>la</strong>do<br />

¿ves?<br />

—Los exportadores, los antiapristas, los gringos y a<strong>de</strong>más el Ejército —dijo Bermú<strong>de</strong>z—. La<br />

p<strong>la</strong>tita y <strong>la</strong> fuerza. No sé <strong>de</strong> qué se pue<strong>de</strong> quejar Odría. No se pue<strong>de</strong> pedir más.<br />

—El Presi<strong>de</strong>nte conoce <strong>la</strong> mentalidad <strong>de</strong> estos hijos <strong>de</strong> puta —dijo el coronel Espina—. Hoy<br />

te apoyan, mañana te c<strong>la</strong>van un puñal en <strong>la</strong> espalda.<br />

—Como se lo c<strong>la</strong>varon uste<strong>de</strong>s a Bustamante —sonrió Bermú<strong>de</strong>z, pero el coronel no se rió—.<br />

Bueno, mientras los tengan contentos, apoyarán al régimen. Después, se conseguirán otro general y<br />

los sacarán a uste<strong>de</strong>s. ¿Siempre no ha sido así en el Perú?<br />

—Esta vez no va a ser así —dijo el coronel Espina—. Nosotros vamos a guardarnos <strong>la</strong>s<br />

espaldas.<br />

—Me parece muy bien —dijo Bermú<strong>de</strong>z, ahogando un bostezo—. Pero yo qué pito toco en<br />

todo esto.<br />

—Le he hab<strong>la</strong>do al Presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> ti ——el coronel Espina consi<strong>de</strong>ró un momento el efecto <strong>de</strong><br />

sus pa<strong>la</strong>bras, pero Bermú<strong>de</strong>z no había cambiado <strong>de</strong> expresión; el codo en el brazo <strong>de</strong>l sillón, <strong>la</strong> cara<br />

sobre <strong>la</strong> palma abierta, escuchaba inmóvil—. Estábamos barajando nombres para <strong>la</strong> Dirección <strong>de</strong><br />

Gobierno y el tuyo se me vino a <strong>la</strong> boca y lo solté. ¿Hice una estupi<strong>de</strong>z?<br />

Calló, un gesto <strong>de</strong> contrariedad o fatiga o duda o pesar, torció su boca y achicó sus ojos.<br />

Permaneció unos segundos con una expresión ausente y luego buscó <strong>la</strong> cara <strong>de</strong> Bermú<strong>de</strong>z: estaba<br />

allí, idéntica, absolutamente quieta, esperando.<br />

—Un cargo oscuro, pero importante para <strong>la</strong> seguridad <strong>de</strong>l régimen —añadió el coronel—.<br />

¿Hice una estupi<strong>de</strong>z? Ahí necesitas alguien que sea como tu otro yo, me advirtieron, tu brazo<br />

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