01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—Porque a <strong>la</strong> media hora <strong>de</strong> estar sonándole a un tipo, el burro <strong>de</strong> Hipólito, <strong>de</strong> repente, pum,<br />

se arrecha —dijo Ludovico—. A uno se le baja <strong>la</strong> moral, uno se aburre. Él no, pum, se arrecha. Ya<br />

lo vas a conocer, ya lo verás.<br />

—Sino <strong>de</strong> ascen<strong>de</strong>rlo —dijo Bermú<strong>de</strong>z—. Darle mando <strong>de</strong> tropa, darle un cuartel. Y nadie<br />

discutirá que usted es <strong>la</strong> persona más indicada para reemp<strong>la</strong>zar al coronel Molina en <strong>la</strong> jefatura <strong>de</strong><br />

seguridad. Entonces podremos fusionar los servicios con discreción, capitán.<br />

—Ni una noche, ni una hora —dijo Tomasa—. No vas a vivir aquí ni un minuto. Te vas a ir<br />

ahora mismo, Trifulcio.<br />

—Se ha metido usted al bolsillo a mi tío, amigo Bermú<strong>de</strong>z —dijo el capitán Pare<strong>de</strong>s—. No<br />

hace seis meses que lo conoce y ya tiene más confianza en usted que en mí. Bueno, sí, estoy<br />

bromeando, Cayo. Po<strong>de</strong>mos tutearnos ¿no?<br />

—No mienten por valientes, Ambrosio, sino por miedo —dijo Ludovico—, ya verás si te toca<br />

enten<strong>de</strong>rte con ellos alguna vez. ¿Quién es tu jefe? Fu<strong>la</strong>no es, zutano es. ¿Des<strong>de</strong> cuándo eres<br />

aprista? No soy. ¿Y entonces cómo dices que fu<strong>la</strong>no y zutano son tus jefes? No son. Matador,<br />

créeme.<br />

—Tu tío sabe que <strong>la</strong> vida <strong>de</strong>l régimen <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> seguridad —dijo Bermú<strong>de</strong>z—. Todo el<br />

mundo puro ap<strong>la</strong>uso ahora, pero pronto comenzarán los tiras y aflojes y <strong>la</strong>s luchas <strong>de</strong> intereses y ahí<br />

todo <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>rá <strong>de</strong> lo que <strong>la</strong> seguridad haya hecho para neutralizar a los ambiciosos y resentidos.<br />

—No pienso quedarme, estoy <strong>de</strong> visita —dijo Trifulcio——. Voy a trabajar con un ricacho <strong>de</strong><br />

Ica que se l<strong>la</strong>ma Arévalo. De veras, Tomasa.<br />

—Lo sé muy bien —dijo el capitán Pare<strong>de</strong>s—. Cuando ya no haya apristas, al Presi<strong>de</strong>nte le<br />

saldrán enemigos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el mismo régimen.<br />

—¿Eres comunista, eres aprista? No soy aprista, no soy comunista —dijo Ludovico—. Eres<br />

un maricón, compadre, ni te hemos tocado y ya estás mintiendo. Harás así, noches así, Ambrosio. Y<br />

eso lo arrecha a Hipólito, ¿te das cuenta qué c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> tipo es?<br />

—Por eso hay que trabajar a <strong>la</strong>rgo p<strong>la</strong>zo —dijo Bermú<strong>de</strong>z—. Ahora el elemento más<br />

peligroso es el civil, mañana será el militar. ¿Te das cuenta por qué tanto secreto con esto <strong>de</strong>l<br />

archivo?<br />

—Ni preguntas dón<strong>de</strong> está enterrado Perpetuo, ni si todavía vive Ambrosio —dijo Tomasa—<br />

¿Te has olvidado que tuviste hijos?<br />

—Era una mujer alegre que le gustaba <strong>la</strong> vida, don —dijo Ambrosio——. La pobre ir a<br />

juntarse con un tipo capaz <strong>de</strong> hacerle eso a su mismo hijo. Pero c<strong>la</strong>ro que si <strong>la</strong> negra no se hubiera<br />

enamorado <strong>de</strong> él, yo no habría nacido. Así que para mí fue un bien.<br />

—Tienes que tomar una casa, Cayo, no pue<strong>de</strong>s seguir en el hotel —dijo el coronel Espina—.<br />

A<strong>de</strong>más, es absurdo que no uses el auto que te correspon<strong>de</strong> como Director <strong>de</strong> Gobierno.<br />

—No me interesan los muertos —dijo Trifulcio; Pero sí me gustaría verlo a Ambrosio ¿Vive<br />

contigo?<br />

—Lo que pasa es que nunca he tenido auto, y a<strong>de</strong>más el taxi es cómodo —dijo Bermú<strong>de</strong>z—.<br />

Pero tienes razón, Serrano, voy a usarlo. Se <strong>de</strong>be estar apolil<strong>la</strong>ndo.<br />

—Ambrosio se va mañana a trabajar a Lima —dijo Tomasa—. ¿Para qué quieres verlo?<br />

—Yo no creía eso <strong>de</strong> Hipólito, pero era cierto, Ambrosio —dijo Ludovico——. Lo vi, nadie<br />

me lo contó.<br />

—No <strong>de</strong>bes ser tan mo<strong>de</strong>sto, haz uso <strong>de</strong> tus prerrogativas —dijo el coronel Espina—. Estás<br />

metido aquí quince horas al día y no todo es trabajo en <strong>la</strong> vida, tampoco. Una cana al aire <strong>de</strong> vez en<br />

cuando, Cayo.<br />

—Por pura curiosidad, para ver cómo es —dijo Trifulcio——. Lo veo a Ambrosio y pa<strong>la</strong>bra<br />

que me voy, Tomasa.<br />

69

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!