01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—¿De los redactores? —ni sombra <strong>de</strong>l aplomo risueño, <strong>de</strong> <strong>la</strong> exhuberancia <strong>de</strong> antes—. Pero<br />

no pue<strong>de</strong> ser, señor Bermú<strong>de</strong>z. Estoy muy confuso, siento muchísimo. ¿Sabe con cuál <strong>de</strong> los<br />

redactores, señor? Sólo tengo dos y, bueno, en fin, le aseguro que esto no se va a repetir.<br />

—Yo estaba sorprendido porque nosotros siempre nos hemos portado bien con ANSA —dijo<br />

él—. Radio Nacional y el Servicio <strong>de</strong> Información le compran los boletines completos. Eso le<br />

cuesta dinero al gobierno, como usted sabe.<br />

—Por supuesto, señor Bermú<strong>de</strong>z —así, ahora enójate y haz tu número, cantante <strong>de</strong> ópera—.<br />

¿Me permite su teléfono? Voy a averiguar en este momento quién recibió el mensaje <strong>de</strong>l doctor<br />

Alcibía<strong>de</strong>s. Esto se va a ac<strong>la</strong>rar ahora mismo, señor Bermú<strong>de</strong>z.<br />

—Siéntese, no se preocupe —le sonrió, le ofreció un cigarrillo, se lo encendió—. Tenemos<br />

enemigos por todas partes, en su oficina <strong>de</strong>be haber alguien que no nos quiere. Ya investigará<br />

<strong>de</strong>spués, señor Tallio.<br />

—Pero esos dos redactores son unos muchachos que —apesadumbrado, con una expresión<br />

tragicómica—, en fin, esto lo ac<strong>la</strong>ro hoy mismo. Le voy a rogar al doctor Alcibía<strong>de</strong>s que en el<br />

futuro se comunique siempre conmigo.<br />

—Sí, será lo mejor —dijo él; reflexionó, observando como <strong>de</strong> casualidad los recortes que<br />

bailoteaban en <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> Tallio—. Lo <strong>la</strong>mentable es que me ha creado un pequeño problema a<br />

mí. El Presi<strong>de</strong>nte, el Ministro me van a preguntar por qué compramos los boletines <strong>de</strong> una agencia<br />

que nos da dolores <strong>de</strong> cabeza. Y como yo soy el responsable <strong>de</strong> que se firmara el contrato con<br />

ANSA, figúrese usted.<br />

—Por eso mismo estoy tan confundido, señor Bermú<strong>de</strong>z —y es cierto, quisieras estar<br />

lejísimos <strong>de</strong> aquí—. La persona que habló con el doctor será <strong>de</strong>spedida hoy mismo, señor.<br />

—Porque estas cosas hacen daño al régimen —<strong>de</strong>cía él, como pensando en alta voz y con<br />

me<strong>la</strong>ncolía—. Los enemigos se aprovechan cuando aparece una noticia así en <strong>la</strong> prensa. Ellos ya<br />

nos dan bastantes problemas. No es justo que los amigos nos los <strong>de</strong>n también ¿no cree?<br />

—No se va a repetir, señor Bermú<strong>de</strong>z —había sacado un pañuelo celeste, se secaba <strong>la</strong>s manos<br />

con furia. De eso sí que pue<strong>de</strong> estar seguro. De eso sí, señor Bermú<strong>de</strong>z.<br />

—YO admiro <strong>la</strong>s escorias humanas —Carlitos volvió a dob<strong>la</strong>rse, como si hubiera recibido un<br />

puñetazo en el estómago—. La página policial me ha corrompido, ya ves.<br />

—No tomes más —dijo Santiago—. Vámonos, más bien.<br />

Pero Carlitos se había en<strong>de</strong>rezado <strong>de</strong> nuevo y sonreía:<br />

—A <strong>la</strong> segunda cerveza <strong>la</strong>s punzadas <strong>de</strong>saparecen y me siento bestial, todavía no me conoces.<br />

Es <strong>la</strong> primera vez que nos tomamos un trago juntos ¿no? –sí Carlitos, piensa, era <strong>la</strong> primera vez—.<br />

Eres muy serio tú, Zavalita, terminas el trabajo y vue<strong>la</strong>s. Nunca vienes a tomar una copa con<br />

nosotros los náufragos. ¿No quieres que te corrompamos?<br />

—El sueldo me alcanza con <strong>la</strong>s justas —dijo Santiago. Si me fuera a los bulines con uste<strong>de</strong>s,<br />

no tendría ni para pagar <strong>la</strong> pensión.<br />

—¿Vives solo? —dijo Carlitos—. Creí que eras un hijito <strong>de</strong> familia. ¿No tienes parientes? ¿Y<br />

qué edad tienes? ¿Eres un pichón, no ?<br />

—Muchas preguntas a <strong>la</strong> vez —dijo Santiago—. Tengo familia, sí, pero vivo solo. Oye,<br />

¿cómo hacen uste<strong>de</strong>s para emborracharse e ir a bulines con lo que ganan? Es algo que no entiendo.<br />

—Secretos <strong>de</strong> <strong>la</strong> profesión —dijo Carlitos— El arte <strong>de</strong> vivir entrampado, <strong>de</strong> capear <strong>la</strong>s<br />

<strong>de</strong>udas. Y por qué no vas a bulines, ¿tienes una hembra?<br />

—¿Me vas a preguntar si me <strong>la</strong> corro, también? —dijo Santiago.<br />

—Si no tienes y no vas a bulines, supongo que te <strong>la</strong> corres —dijo Carlitos—. A menos que<br />

seas marica.<br />

124

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!