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vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

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C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

¿Cuándo <strong>la</strong>s borracheras <strong>de</strong> Carlitos se habían convertido en una so<strong>la</strong> borrachera crónica? En<br />

esa ge<strong>la</strong>tina <strong>de</strong> días, en esos meses ma<strong>la</strong>guas, en esos años líquidos que se escurrían <strong>de</strong> <strong>la</strong> memoria,<br />

sólo un hilo <strong>de</strong>lgadísimo al que asirse. Piensa: Ana. Habían salido juntos una semana <strong>de</strong>spués que<br />

Santiago <strong>de</strong>jó "La Maison <strong>de</strong> Santé" y vieron en el cine San Martín una pelícu<strong>la</strong> con Columba<br />

Domínguez y Pedro Armendáriz y comieron embutidos en un restaurant alemán <strong>de</strong> <strong>la</strong> Colmena; el<br />

jueves siguiente, chilí con carne en el "Cream Rica" <strong>de</strong>l jilton <strong>de</strong> <strong>la</strong> Unión y una <strong>de</strong> toreros en el<br />

Excélsior.<br />

Luego todo se atomizaba y confundía, Zavalita, tés en <strong>la</strong>s vecinda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l Pa<strong>la</strong>cio <strong>de</strong> Justicia,<br />

caminatas por el Parque <strong>de</strong> <strong>la</strong> Exposición, hasta que, <strong>de</strong> pronto, en el invierno <strong>de</strong> menuda garúa y<br />

neblina pertinaz, esa anodina re<strong>la</strong>ción hecha <strong>de</strong> menús baratos y melodramas mexicanos y juegos <strong>de</strong><br />

pa<strong>la</strong>bras había adquirido una vaga estabilidad. Ahí estaba el "Neptuno", Zavalita: el oscuro local <strong>de</strong><br />

ritmos sonámbulos, sus parejas ominosas bai<strong>la</strong>ndo en <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s, <strong>la</strong>s estrellitas fosforescentes <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong>s pare<strong>de</strong>s, su olor a trago y adulterio.<br />

Estabas preocupado por <strong>la</strong> cuenta, hacías durar el vaso avaramente, calcu<strong>la</strong>bas. Ahí se<br />

besaron por primera vez, empujados por <strong>la</strong> poca luz, piensa, <strong>la</strong> música y <strong>la</strong>s siluetas que se<br />

manoseaban en <strong>la</strong> sombra: estoy enamorado <strong>de</strong> ti, Anita. Ahí tu sorpresa al sentir su cuerpo que se<br />

abandonaba contra el tuyo, yo también <strong>de</strong> ti Santiago, ahí <strong>la</strong> avi<strong>de</strong>z juvenil <strong>de</strong> su boca y el <strong>de</strong>seo<br />

que te anegó. Se besaron <strong>la</strong>rgamente mientras bai<strong>la</strong>ban, siguieron besándose en <strong>la</strong> mesa, y, en el<br />

taxi en que <strong>la</strong> llevaba a su casa, Ana se <strong>de</strong>jó acariciar los senos sin protestar. No hizo una broma en<br />

toda <strong>la</strong> noche, piensa. Había sido un romance <strong>de</strong>sganado y semic<strong>la</strong>n<strong>de</strong>stino, Zavalita. Ana se<br />

empeñaba en que fueras a almorzar a su casa y tú nunca podías, tenias un reportaje, un compromiso,<br />

<strong>la</strong> semana próxima, otro día.<br />

Una tar<strong>de</strong> los encontró Carlitos en el "Haití" <strong>de</strong> <strong>la</strong> P<strong>la</strong>za <strong>de</strong> Armas y puso cara <strong>de</strong> asombro al<br />

verlos <strong>de</strong> <strong>la</strong> mano y a Ana recostada en el hombro <strong>de</strong> Santiago. Había sido <strong>la</strong> primera pelea,<br />

Zavalita. ¿Por qué no le habías presentado a tu familia, por qué no quieres conocer a <strong>la</strong> mía, por qué<br />

ni siquiera a tu amigo íntimo le habías contado, te avergüenza estar conmigo? Estaban en <strong>la</strong> puerta<br />

<strong>de</strong> "La Maison <strong>de</strong> Santé" y hacía frío y tú te sentías aburrido: ya sé por qué te gustan tanto los<br />

melodramas mexicanos, Anita. El<strong>la</strong> dio media vuelta y se entró a <strong>la</strong> clínica, sin <strong>de</strong>spedirse.<br />

Los primeros días <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> esa pelea había sentido un <strong>de</strong>licado malestar, una quieta<br />

nostalgia. ¿El amor, Zavalita? Entonces nunca habías estado enamorado <strong>de</strong> Aída, piensa. ¿O era el<br />

amor ese gusano en <strong>la</strong>s tripas que sentías años atrás? Piensa: entonces nunca <strong>de</strong> Ana, Zavalita.<br />

Volvió a salir con Carlitos y Milton y Solórzano y Norwin; una noche les contó bromeando sus<br />

amoríos con Ana y les inventó que se acostaban.<br />

Luego, un día, antes <strong>de</strong> ir al diario se bajó en el para<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l Pa<strong>la</strong>cio <strong>de</strong> Justicia y se presentó<br />

en <strong>la</strong> clínica.<br />

Sin premeditarlo, piensa, como <strong>de</strong> casualidad. Se reconciliaron en el zaguán <strong>de</strong> <strong>la</strong> entrada,<br />

entre gente que llegaba y salía, sin tocarse ni <strong>la</strong>s manos, hab<strong>la</strong>ndo en secreto, mirándose a los ojos.<br />

Me porté mal Anita, yo me porté mal Santiago, no sabes lo mal que me he Anita, y yo he llorado<br />

todas <strong>la</strong>s Santiago. Se reunieron <strong>de</strong> nuevo al anochecer, en un cafetín <strong>de</strong> chinos con borrachitos y<br />

losetas cubiertas <strong>de</strong> aserrín, y hab<strong>la</strong>ron horas, sin soltarse <strong>la</strong>s manos, ante dos tazas <strong>de</strong> café con<br />

leche intactas. Pero tú habías <strong>de</strong>bido contarle antes, Santiago, cómo se le iba a ocurrir que te<br />

llevabas mal con tu familia, y él le contaba <strong>de</strong> nuevo, <strong>la</strong> Universidad, <strong>la</strong> Fracción, "La Crónica", <strong>la</strong><br />

tirante cordialidad con sus padres y hermanos. Todo menos lo <strong>de</strong> Aida, Zavalita, menos lo <strong>de</strong><br />

Ambrosio, lo <strong>de</strong> <strong>la</strong> Musa.<br />

¿Por qué le habías contado tu vida? Des<strong>de</strong> entonces se veían casi a diario y habían hecho el<br />

amor una semana o mes <strong>de</strong>spués, una noche, en una casa <strong>de</strong> citas <strong>de</strong> <strong>la</strong> Urbanización Las<br />

Margaritas. Ahí estaba su cuerpo tan <strong>de</strong>lgado que se contaban sus huesos <strong>de</strong> <strong>la</strong> espalda, sus ojos<br />

asustados, su vergüenza y tu confusión al saber que era virgen. Nunca más te traería aquí Anita, te<br />

quería Anita. Des<strong>de</strong> entonces habían hecho el amor en <strong>la</strong> pensión <strong>de</strong> Barranco, una vez por semana,<br />

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