Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />
—El italiano está <strong>de</strong> lo más amargado, don Cayo. Ojalá ese redactor estuviera en <strong>la</strong> agencia a<br />
<strong>la</strong>s once. Le dije que l<strong>la</strong>mé a esa hora.<br />
—Haya estado o no lo <strong>de</strong>spedirá —dijo él—. No conviene que un tipo que firma manifiestos<br />
esté en una agencia noticiosa. ¿Le dio mi encargo al Ministro?<br />
—Lo espera a <strong>la</strong>s tres, don Cayo —dijo el doctor Alcibía<strong>de</strong>s.<br />
—Bien, avísele al mayor Pare<strong>de</strong>s Que voy a verlo, doctorcito. Llegaré allá <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> unos<br />
veinte minutos.<br />
—Entré a "La Crónica", sin ningún entusiasmo, porque necesitaba ganar algo —dijo<br />
Santiago—. Pero ahora pienso que entre los trabajos tal vez sea el menos malo.<br />
—¿Tres meses y medio y no te has <strong>de</strong>cepcionado?—dijo Carlitos—. Como para que te<br />
exhiban en una jau<strong>la</strong> <strong>de</strong> circo, Zavalita.<br />
No, no te habías <strong>de</strong>cepcionado, Zavalita: el nuevo Embajador <strong>de</strong>l Brasil doctor Hernando <strong>de</strong><br />
Magalhaes presentó esta mañana sus cartas cre<strong>de</strong>nciales, soy optimista sobre el futuro turístico <strong>de</strong>l<br />
país <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ró anoche en conferencia <strong>de</strong> prensa el Director <strong>de</strong> Turismo, ante nutrida y selecta<br />
concurrencia <strong>la</strong> Sociedad Entre Nous celebró ayer un nuevo aniversario.<br />
Pero esa mugre te gustaba, Zavalita, te sentabas a <strong>la</strong> máquina y te ponías contento. Nunca más<br />
esa minucia para redactar los sueltos, piensa, esa convicción furiosa con que corregías, rompías y<br />
rehacías <strong>la</strong>s caril<strong>la</strong>s antes <strong>de</strong> llevárse<strong>la</strong>s a Arispe.<br />
—¿Al cuánto tiempo te <strong>de</strong>cepcionaste tú <strong>de</strong>l periodismo? —dijo Santiago.<br />
Esos sueltos y recuadros pigmeos que a <strong>la</strong> mañana siguiente ansiosamente buscabas en el<br />
ejemp<strong>la</strong>r <strong>de</strong> "La Crónica" comprado en el Quiosco <strong>de</strong> Barranco que estaba junto a <strong>la</strong> pensión. Que<br />
mostrabas a <strong>la</strong> señora Lucía, orgulloso: esto <strong>de</strong> aquí lo escribí yo, señora.<br />
—A <strong>la</strong> semana <strong>de</strong> entrar a "La Crónica" —dijo Carlitos—. En <strong>la</strong> agencia no hacía periodismo,<br />
era un mecanógrafo más bien. Tenía horario corrido, a <strong>la</strong>s dos estaba libre y podía pasarme <strong>la</strong>s<br />
tar<strong>de</strong>s leyendo y <strong>la</strong>s noches escribiendo. Si no me hubieran botado, qué poeta no hubiera perdido <strong>la</strong><br />
literatura, Zavalita.<br />
Entrabas a <strong>la</strong>s cinco, pero llegabas a <strong>la</strong> redacción mucho antes, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong>s tres y media ya<br />
estabas en <strong>la</strong> pensión mirando el reloj, impaciente por ir a tomar el tranvía, ¿le darían una comisión<br />
a <strong>la</strong> calle hoy?, ¿un reportaje, una entrevista?, por llegar y sentarte en el escritorio a esperar que te<br />
l<strong>la</strong>mara Arispe: voltéese esta información en diez líneas, Zavalita. Nunca más ese entusiasmo,<br />
piensa, ese <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> hacer cosas, conseguiré una primicia y me felicitarán, nunca más esos<br />
proyectos, me ascen<strong>de</strong>rán. Qué falló, piensa. Piensa: cuándo, por qué.<br />
—Nunca supe por qué, una mañana el puta entró a <strong>la</strong> oficina y me dijo usted anda saboteando<br />
el servicio, comunista —y Carlitos se rió en cámara lenta—. ¿Eso es en serio?<br />
—Muy en serio, carajo —dijo Tallio—. ¿Usted sabe cuánta p<strong>la</strong>ta me va a costar su sabotaje?<br />
—Le va a costar una mentada <strong>de</strong> madre si me vuelve a <strong>de</strong>cir carajo o alzarme <strong>la</strong> voz —dijo<br />
Carlitos, lleno <strong>de</strong> felicidad—. Ni siquiera recibí in<strong>de</strong>mnización. Y ahí mismo entré a "La Crónica" y<br />
ahí mismo <strong>de</strong>scubrí <strong>la</strong> tumba <strong>de</strong> <strong>la</strong> poesía, Zavalita.<br />
—¿Y por qué no has <strong>de</strong>jado el periodismo? —dijo Santiago—. Has podido buscar otra cosa.<br />
—Entras y no sales son <strong>la</strong>s arenas movedizas —dijo Carlitos, como alejándose o<br />
durmiéndose—. Te vas hundiendo, te vas hundiendo. Lo odias pero no pue<strong>de</strong>s librarte. Lo odias y<br />
<strong>de</strong> repente estás dispuesto a cualquier cosa por conseguir una primicia. A pasarte <strong>la</strong>s noches en ve<strong>la</strong>,<br />
a meterte a sitios increíbles. Es un vicio, Zavalita.<br />
—Me han llegado hasta el pescuezo, pero no me van a tapar ¿sabes por qué? —dice<br />
Santiago—. Porque voy a terminar abogacía <strong>de</strong> todas maneras, Ambrosio.<br />
—Yo no escogí policiales, pasó que Arispe ya no me aguantaba en locales y tampoco<br />
Maldonado en cables —<strong>de</strong>cía Carlitos, lejísimos—. Sólo Becerrita me soporta en su página.<br />
Policiales, lo peor <strong>de</strong> lo peor. Lo que a mí me gusta. Las escorias, mi elemento, Zavalita.<br />
127