01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—Hace tiempo que me andan dando algunas noticias a<strong>la</strong>rmantes —dijo don Fermín, sin<br />

cambiar <strong>de</strong> expresión—. Que te ven en bares, en boites. Y no en los mejores sitios <strong>de</strong> Lima. Pero<br />

como eres tan susceptible, ya ni me atrevo a preguntarte nada, f<strong>la</strong>co.<br />

—Voy alguna que otra vez, como todo el mundo —dijo Santiago—. Tú sabes que no soy<br />

jaranista, papá. ¿No te acuerdas cómo tenía que insistir <strong>la</strong> mamá para que fuera a fiestas <strong>de</strong> chico?<br />

—De chico —se rió don Fermín—. ¿Te sientes viejísimo ya?<br />

—No vas a hacer caso <strong>de</strong> los chismes <strong>de</strong> <strong>la</strong> gente —dijo Santiago—. Soy muchas cosas pero<br />

no eso, papá.<br />

—Es lo que yo creía, f<strong>la</strong>co —dijo don Fermín, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una <strong>la</strong>rga pausa—. Al principio<br />

pensé que se divierta un poco, incluso le hará bien. Pero ya son muchas veces que me vienen a <strong>de</strong>cir<br />

lo vimos aquí, allá, con copas, con gente <strong>de</strong> lo peor.<br />

—No tengo ni tiempo ni p<strong>la</strong>ta para <strong>de</strong>dicarme a jaranista —dijo Santiago—. Es absurdo, papá.<br />

—No sé qué pensar, f<strong>la</strong>co —se había puesto serio, Zavalita, había agravado <strong>la</strong> voz—. Pasas<br />

<strong>de</strong> un extremo a otro, es difícil enten<strong>de</strong>rte. Mira, creo que preferiría que terminaras <strong>de</strong> comunista<br />

antes que <strong>de</strong> borrachín y <strong>de</strong> badu<strong>la</strong>que.<br />

—Ninguna <strong>de</strong> <strong>la</strong>s dos cosas, papá, pue<strong>de</strong>s estar tranquilo —dijo Santiago—. Hace años que<br />

no sé lo que es política. Leo todo el diario menos <strong>la</strong>s noticias políticas. No sé ni quien es Ministro,<br />

ni quien es senador. Yo mismo pedí que no me mandaran a hacer informaciones políticas.<br />

—Dices eso con un resentimiento terrible —murmuró don Fermín—. ¿Te pesa tanto no<br />

haberte <strong>de</strong>dicado a tirar bombas? No me lo reproches a mí. Yo te di un consejo, nada más, y<br />

acuérdate que te has pasado <strong>la</strong> vida dándome <strong>la</strong> contra. Si no te has hecho comunista, será porque en<br />

el fondo no estabas tan seguro <strong>de</strong> eso.<br />

—Tienes razón, papá —dijo Santiago—. No me pesa nada, no pienso nunca en eso. Sólo te<br />

estaba tranquilizando. Ni comunista ni badu<strong>la</strong>que, no te preocupes.<br />

Conversaron <strong>de</strong> otras cosas, en <strong>la</strong> cálida atmósfera <strong>de</strong> libros y ma<strong>de</strong>ras <strong>de</strong>l escritorio, viendo<br />

caer el sol enrarecido por <strong>la</strong>s primeras neblinas <strong>de</strong>l invierno oyendo a lo lejos <strong>la</strong>s voces <strong>de</strong>l tele—<br />

teatro, y poco a poco don Fermín había ido tomando ánimos para abordar el tema eterno y repetir <strong>la</strong><br />

ceremonia celebrada tantas veces, Zavalita: vuelve a <strong>la</strong> casa, recíbete <strong>de</strong> abogado, trabaja conmigo.<br />

—Ya sé que no te gusta que te hable <strong>de</strong> eso —fue <strong>la</strong> última vez que trató, Zavalita—. Ya sé<br />

que me arriesgo a espantarte <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> nuevo si te hablo <strong>de</strong> eso.<br />

—No digas a<strong>de</strong>fesios, papá —dijo Santiago.<br />

—¿Cuatro años no es bastante, f<strong>la</strong>co? —¿se había resignado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces, Zavalita?— ¿Ya<br />

no te has hecho bastante daño, ya no nos has hecho bastante daño?<br />

—Pero si me he matricu<strong>la</strong>do, papá —dijo Santiago—. Este año ...<br />

—Este año me vas a meter el <strong>de</strong>do a <strong>la</strong> boca como los pasados —lo había seguido rumiando<br />

hasta el final, secretamente, <strong>la</strong> esperanza <strong>de</strong> que volvieras, Zavalita?— Ya no te creo, f<strong>la</strong>co. Te<br />

matricu<strong>la</strong>s, pero no pisas <strong>la</strong> Universidad ni das exámenes.<br />

—Los años pasados tuve mucho trabajo –insistió Santiago—. Pero ahora voy a asistir a<br />

c<strong>la</strong>ses. He arreg<strong>la</strong>do mi horario para acostarme temprano y ...<br />

—Te has acostumbrado a trasnochar, a tu sueldito, a tus amigos jaranistas <strong>de</strong>l periódico y ésa<br />

es tu vida —sin cólera, sin amargura, Zavalita, con una tierna pesadumbre—. ¿Cómo voy a <strong>de</strong>jar <strong>de</strong><br />

repetirte que no pue<strong>de</strong> ser, f<strong>la</strong>co? Tú no eres eso que quieres <strong>de</strong>mostrarte que eres. No pue<strong>de</strong>s seguir<br />

siendo un mediocre, hijo.<br />

—Tienes que creerme, papá —dijo Santiago—. Te juro que esta vez es cierto. Iré a c<strong>la</strong>ses,<br />

daré exámenes.<br />

—Ahora no te lo pido por ti, sino por mí —don Fermín se inclinó, le puso <strong>la</strong> mano en el<br />

brazo—. Arreg<strong>la</strong>remos un horario que te permita estudiar y ganarás más que en “La Crónica”. Ya es<br />

273

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!