01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

Volvió a dob<strong>la</strong>rse y cuando se en<strong>de</strong>rezó tenía <strong>la</strong> cara <strong>de</strong>scompuesta. Apoyó <strong>la</strong> cabeza crespa<br />

en <strong>la</strong>s carátu<strong>la</strong>s, estuvo un rato con los ojos cerrados, luego hurgó sus bolsillos, sacó algo que se<br />

llevó a <strong>la</strong> nariz y aspiró hondo. Permaneció con <strong>la</strong> cabeza echada atrás <strong>la</strong> boca entreabierta, con una<br />

expresión <strong>de</strong> tranqui<strong>la</strong> <strong>de</strong> embriaguez. Abrió los ojos, miró a Santiago con bur<strong>la</strong>.<br />

—Para adormecer los agujazos <strong>de</strong> <strong>la</strong> panza. No pongas cara <strong>de</strong> susto, no hago proselitismo.<br />

—¿Quieres asombrarme? —dijo Santiago—. Pier<strong>de</strong>s tu tiempo. Borrachín, pichicatero, ya lo<br />

sabía, toda <strong>la</strong> redacción me lo había dicho. Yo no juzgo a <strong>la</strong> gente por eso.<br />

Carlitos le sonrió con afecto, y le ofreció un cigarrillo.<br />

—Tenía mal concepto <strong>de</strong> ti, porque oí que habías entrado recomendado, y por lo que no te<br />

juntabas con nosotros. Pero estaba equivocado. Me caes bien, Zavalita.<br />

Hab<strong>la</strong>ba <strong>de</strong>spacio y en su cara había un sosiego creciente y sus gestos eran cada vez más<br />

ceremoniosos y lentos.<br />

—Yo jalé una vez, pero me hizo mal —era mentira, Carlitos—. Vomité y se me malogró el<br />

estómago.<br />

—Todavía no te has amargado y eso que llevas ya como tres meses en "La Crónica”, ¿no? —<br />

<strong>de</strong>cía Carlitos, con recogimiento, como si rezara.<br />

—Tres meses y medio —dijo Santiago—. Acabo <strong>de</strong> pasar el período <strong>de</strong> prueba. El lunes me<br />

confirmaron el contrato.<br />

—Pobre <strong>de</strong> ti —dijo Carlitos—. Ahora pue<strong>de</strong>s quedarte toda <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> periodista. Escucha,<br />

acércate, que no oiga nadie. Te voy a confesar un gran secreto. La poesía es lo más gran<strong>de</strong> que hay,<br />

Zavalita.<br />

Esa vez <strong>la</strong> señorita Queta llegó a <strong>la</strong> casita <strong>de</strong> San Miguel a mediodía. Entró como un<br />

ventarrón, al pasar le pellizcó <strong>la</strong> mejil<strong>la</strong> a Amalia que le había abierto <strong>la</strong> puerta y Amalia pensó<br />

mareadísima. La señora Hortensia se asomó a <strong>la</strong> escalera y <strong>la</strong> señorita le mandó un besito vo<strong>la</strong>do:<br />

vengo a <strong>de</strong>scansar un ratito, cho<strong>la</strong>, <strong>la</strong> vieja Ivonne me anda buscando y yo estoy muerta <strong>de</strong> sueño.<br />

Qué solicitada te has vuelto, se rió <strong>la</strong> señora, sube cho<strong>la</strong>. Entraron al dormitorio, y rato <strong>de</strong>spués un<br />

grito <strong>de</strong> <strong>la</strong> señora, tráenos una cerveza he<strong>la</strong>da. Amalia subió con <strong>la</strong> ban<strong>de</strong>ja y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> puerta vio a<br />

<strong>la</strong> señorita tumbada en <strong>la</strong> cama sólo con fustán. Su vestido y medias y zapatos estaban en el suelo y<br />

el<strong>la</strong> cantaba, se reía y hab<strong>la</strong>ba so<strong>la</strong>. Era como si <strong>la</strong> señora se hubiera contagiado <strong>de</strong> <strong>la</strong> señorita,<br />

porque aunque no había tomado nada en <strong>la</strong> mañana, también se reía, cantaba y festejaba a <strong>la</strong><br />

señorita <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el banquito <strong>de</strong>l tocador. La señorita le pegaba a <strong>la</strong> almohada, hacía gimnasia, los<br />

pelos colorados le tapaban <strong>la</strong> cara, en los espejos sus <strong>la</strong>rgas piernas parecían <strong>la</strong>s <strong>de</strong> un enorme<br />

ciempiés. Vio <strong>la</strong> ban<strong>de</strong>ja y se sentó, ay qué sed tenía, se tomó <strong>la</strong> mitad <strong>de</strong>l vaso <strong>de</strong> un trago, ay qué<br />

rica.<br />

Y <strong>de</strong> repente agarró a Amalia <strong>de</strong> <strong>la</strong> muñeca, ven ven, mirándo<strong>la</strong> con qué malicia, no te me<br />

vayas. Amalia miró a <strong>la</strong> señora pero el<strong>la</strong> estaba mirando a <strong>la</strong> señorita con picardía, como pensando<br />

qué vas a hacer, y entonces se rió también. Oye, qué bien te <strong>la</strong>s buscas, cho<strong>la</strong>, y <strong>la</strong> señorita se hacía<br />

<strong>la</strong> que amenazaba a <strong>la</strong> señora, ¿no me andarás engañando con ésta, no?, y <strong>la</strong> señora <strong>la</strong>nzó una <strong>de</strong> sus<br />

carcajadas: sí, te engaño con el<strong>la</strong>. Pero tú no sabes con quién te está engañando esta mosquita<br />

muerta, se reía <strong>la</strong> señorita Queta. A Amalia le empezaron a zumbar <strong>la</strong>s orejas, <strong>la</strong> señorita <strong>la</strong> sacudía<br />

<strong>de</strong>l brazo y comenzó a cantar ojo por ojo, cho<strong>la</strong>, diente por diente, y miró a Amalia y ¿en broma o<br />

en serio? dime Amalia, ¿en <strong>la</strong>s mañanitas <strong>de</strong>spués que se va el señor vienes a conso<strong>la</strong>r a <strong>la</strong> cho<strong>la</strong>?<br />

Amalia no sabía si enojarse o reírse. A veces sí, pues, tartamu<strong>de</strong>ó y fue como si hubiera hecho un<br />

chiste. Ah bandida, estalló <strong>la</strong> señorita Queta, mirando a <strong>la</strong> señora, y <strong>la</strong> señora, muerta <strong>de</strong> risa, te <strong>la</strong><br />

presto pero trátame<strong>la</strong> bien, y <strong>la</strong> señorita le dio a Amalia un jalón y <strong>la</strong> hizo caer sentada en <strong>la</strong> cama.<br />

Menos mal que <strong>la</strong> señora se levantó, vino corriendo, riéndose forcejeó con <strong>la</strong> señorita hasta que ésta<br />

<strong>la</strong> soltó: anda vete, Amalia, ésta loca te va a corromper. Amalia salió <strong>de</strong>l cuarto, perseguida por <strong>la</strong>s<br />

risas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s dos, y bajó <strong>la</strong>s escaleras riéndose, pero le temb<strong>la</strong>ban <strong>la</strong>s rodil<strong>la</strong>s y cuando entró a <strong>la</strong><br />

125

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!