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vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

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C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—La situación es que <strong>la</strong> policía ya no está en condiciones <strong>de</strong> restablecer el or<strong>de</strong>n, don Cayo<br />

—dijo el Prefecto—. Se lo repito una vez más. Si no interviene el Ejército aquí va a pasar cualquier<br />

cosa.<br />

—¿La situación? —dijo el general Llerena—. Muy simple, Pare<strong>de</strong>s. La imbecilidad <strong>de</strong><br />

Bermú<strong>de</strong>z nos ha puesto entre <strong>la</strong> espada y <strong>la</strong> pared. Las embarró y ahora quiere que el Ejército<br />

arregle <strong>la</strong>s cosas con una <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong> fuerza.<br />

—¿Demostración <strong>de</strong> fuerza? —dijo el general Alvarado—. No, mi general. Si saco <strong>la</strong> tropa,<br />

habrá más muertos que el año cincuenta. Hay barricadas, gente armada, y los huelguistas son toda <strong>la</strong><br />

ciudad. Le advierto que correría mucha sangre.<br />

—Cayo asegura que no, mi General —dijo el comandante Pare<strong>de</strong>s—. La huelga es seguida<br />

sólo en un veinte por ciento. El lío lo ha <strong>de</strong>satado un pequeño grupo <strong>de</strong> agitadores contratados por<br />

<strong>la</strong> Coalición.<br />

—La huelga es seguida cien por ciento, mi General —dijo el general Alvarado—. El pueblo<br />

es amo y señor <strong>de</strong> <strong>la</strong> calle. Han formado un Comité don<strong>de</strong> hay abogados, obreros, médicos,<br />

estudiantes. El Prefecto insiste en que saque <strong>la</strong> tropa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> anoche, pero yo quiero que <strong>la</strong> <strong>de</strong>cisión <strong>la</strong><br />

tome usted.<br />

—Dígame su opinión, Alvarado —dijo el general Llerena—. Francamente.<br />

—Apenas vean los tanques, los revoltosos se irán a sus casas, general Llerena —dijo Cayo<br />

Bermú<strong>de</strong>z—. Es una locura seguir perdiendo tiempo. Cada minuto que pasa da más fuerza a los<br />

agitadores y el gobierno se <strong>de</strong>sprestigia. Dé <strong>la</strong> or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> una vez.<br />

—Sinceramente, creo que el Ejército no tiene por qué ensuciarse <strong>la</strong>s manos por el señor<br />

Bermú<strong>de</strong>z, mi General —dijo el general Alvarado—. Aquí no está en veremos ni el Presi<strong>de</strong>nte, ni el<br />

Ejército ni el régimen. Los señores <strong>de</strong> <strong>la</strong> Coalición vinieron a verme y me lo han asegurado. Se<br />

comprometen a tranquilizar a <strong>la</strong> gente si Bermú<strong>de</strong>z renuncia.<br />

—Usted conoce <strong>de</strong> sobra a los dirigentes <strong>de</strong> <strong>la</strong> Coalición, general Llerena —dijo el senador<br />

Arévalo—. Bacacorzo, Zava<strong>la</strong>, López Landa. Usted no va a suponer que esos caballeros andan<br />

aliados con apristas o comunistas ¿no es verdad?<br />

—Tienen el mayor respeto por el Ejército, y sobre todo por usted, general Llerena —insistió<br />

el senador Landa—. Sólo pi<strong>de</strong>n que renuncie Bermú<strong>de</strong>z. No es <strong>la</strong> primera vez que Bermú<strong>de</strong>z mete<br />

<strong>la</strong> pata, General, usted lo sabe. Es una buena ocasión para librar al régimen <strong>de</strong> un individuo que nos<br />

está perjudicando a todos, General.<br />

—Arequipa está indignada con lo <strong>de</strong>l Municipal —dijo el general Alvarado—. Fue un error<br />

<strong>de</strong> cálculo <strong>de</strong>l señor Bermú<strong>de</strong>z, mi General. Los lí<strong>de</strong>res <strong>de</strong> <strong>la</strong> Coalición han orientado muy bien <strong>la</strong><br />

indignación. Le echan toda <strong>la</strong> culpa a Bermú<strong>de</strong>z, no al régimen. Si usted me lo or<strong>de</strong>na, yo saco <strong>la</strong><br />

tropa. Pero piénselo, mi General. Si Bermú<strong>de</strong>z sale <strong>de</strong>l Ministerio, esto se resuelve pacíficamente.<br />

—Estamos perdiendo en horas lo que nos ha costado años, Pare<strong>de</strong>s —dijo Cayo Bermú<strong>de</strong>z—<br />

Llerena me respon<strong>de</strong> con evasivas, los otros Ministros no me dan cara. Se trata <strong>de</strong> una emboscada<br />

contra mí en reg<strong>la</strong>. ¿Has hab<strong>la</strong>do con Llerena tú?<br />

—Está bien, mantenga <strong>la</strong> tropa acuarte<strong>la</strong>da, Alvarado —dijo el general Llerena—. Que el<br />

Ejército no se mezcle en esto, a menos que sea atacado.<br />

—Me parece <strong>la</strong> medida más inteligente —dijo el general Alvarado—. Bacocorzo y López<br />

Landa, <strong>de</strong> <strong>la</strong> Coalición, han vuelto a verme, mi General. Sugieren un gabinete militar. Saldría<br />

Bermú<strong>de</strong>z y el gobierno no daría <strong>la</strong> impresión <strong>de</strong> ce<strong>de</strong>r. Podría ser una solución ¿no, mi General?<br />

—El general Alvarado se ha portado muy bien, Fermín —dijo el senador Landa.<br />

—El país está cansado <strong>de</strong> los abusos <strong>de</strong> Bermú<strong>de</strong>z, general Llerena —dijo el senador<br />

Arévalo—: Lo <strong>de</strong> Arequipa es sólo una muestra <strong>de</strong> lo que podría ocurrir en todo el Perú si no nos<br />

libramos <strong>de</strong> ese sujeto. Ésta es <strong>la</strong> oportunidad <strong>de</strong> que el Ejército se gane <strong>la</strong> simpatía <strong>de</strong> <strong>la</strong> nación,<br />

General.<br />

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