01.12.2012 Views

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

vargas_llosa,_mario-conversacion_de_la_catedral

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

C o n v e r s a c i ó n e n l a c a t e d r a l M a r i o V a r g a s L l o s a<br />

—Al principio, parecía insensato —dijo don Fermín, mirando fijamente su tacita <strong>de</strong> café—.<br />

Después, ya no tanto. Mucha gente <strong>de</strong>l régimen, muchos políticos. La Embajada norteamericana<br />

estaba al tanto, sugirió que se l<strong>la</strong>mara a elecciones a los seis meses <strong>de</strong> insta<strong>la</strong>do el nuevo régimen.<br />

—Tipo <strong>de</strong>sleal, el Serrano —dijo él, asintiendo—. Me apena, porque también somos viejos<br />

amigos. A él le <strong>de</strong>bo mi cargo, como usted sabe.<br />

—Se consi<strong>de</strong>raba el brazo <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> Odría y <strong>de</strong> <strong>la</strong> noche a <strong>la</strong> mañana le quitaron el<br />

Ministerio —dijo don Fermín, con un a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> fatiga—. No se conformó nunca.<br />

—Había confundido <strong>la</strong>s cosas, comenzó a trabajar para él <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Ministerio, a nombrar<br />

gente suya en <strong>la</strong>s Prefecturas, a exigir que sus amigos tuvieran los puestos c<strong>la</strong>ves en el Ejército —<br />

dijo él—. Demasiadas ambiciones políticas, don Fermín.<br />

—Por supuesto, mis noticias no lo sorpren<strong>de</strong>n en lo más mínimo —dijo don Fermín, con<br />

súbito aburrimiento, y él pensó sabe portarse; tiene c<strong>la</strong>se, tiene experiencia.<br />

—Los oficiales le <strong>de</strong>ben mucho al Presi<strong>de</strong>nte, y, por supuesto, nos tenían informados —dijo<br />

él—. Incluso <strong>de</strong> <strong>la</strong>s <strong>conversacion</strong>es entre usted, Espina y el senador Landa.<br />

—Espina quería usar mi nombre para convencer a algunos in<strong>de</strong>cisos —dijo don Fermín, con<br />

una sonrisita apática y fugaz—. Pero sólo los militares conocían los p<strong>la</strong>nes al <strong>de</strong>talle. A mí y a<br />

Landa nos tenían en ayunas. Sólo ayer tuve suficientes datos.<br />

—Todo se ac<strong>la</strong>ra, entonces —dijo él—. La mitad <strong>de</strong> los conspiradores eran amigos <strong>de</strong>l<br />

régimen, todas <strong>la</strong>s guarniciones comprometidas han dado su adhesión al Presi<strong>de</strong>nte. Espina está<br />

<strong>de</strong>tenido. Sólo queda por ac<strong>la</strong>rar <strong>la</strong> situación <strong>de</strong> algunos civiles. La suya comienza a ac<strong>la</strong>rarse, don<br />

Fermín.<br />

—¿También sabía que estaría esperándolo aquí? —dijo don Fermín, sin ironía. Un brillo <strong>de</strong><br />

sudor había aparecido en su frente.<br />

—Es mi trabajo, me pagan por saber lo que interesa al régimen —admitió él—. No es fácil, <strong>la</strong><br />

verdad es que está siendo cada vez más difícil. Conspiraciones <strong>de</strong> universitarios son bromas.<br />

Cuando los generales se ponen a conspirar ya es más serio. Y mucho más si conspiran con socios<br />

<strong>de</strong>l Club Nacional.<br />

—Bueno, <strong>la</strong>s cartas están sobre <strong>la</strong> mesa —dijo don Fermín. Hizo una breve pausa y lo miró—<br />

: Prefiero saber a qué atenerme <strong>de</strong> una vez, don Cayo.<br />

—Le hab<strong>la</strong>ré con franqueza —dijo él, asintiendo— No queremos bul<strong>la</strong>. Haría daño al<br />

régimen, no conviene que se sepa que hay divisiones. Estamos dispuestos a no tomar represalias.<br />

Siempre que haya <strong>la</strong> misma comprensión en <strong>la</strong> parte contraria.<br />

—Espina es orgulloso y no hará acto <strong>de</strong> contrición —afirmó don Fermín, pensativo—. Me<br />

imagino cómo se siente <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> saber que sus compañeros lo engañaron.<br />

—No hará acto <strong>de</strong> contrición, pero en vez <strong>de</strong> jugar al mártir preferirá partir al extranjero con<br />

un buen sueldo en dó<strong>la</strong>res —dijo él, encogiéndose <strong>de</strong> hombros—. Allá seguirá conspirando para<br />

levantarse <strong>la</strong> moral y quitarse el mal gusto <strong>de</strong> <strong>la</strong> boca. Pero él sabe que ya no tiene <strong>la</strong> menor chance.<br />

—Todo resuelto por el <strong>la</strong>do <strong>de</strong> los militares, entonces —dijo don Fermín—. ¿Y los civiles?<br />

—Depen<strong>de</strong> qué civiles —dijo él—. Mejor olvidémonos <strong>de</strong>l doctorcito Ferro y <strong>de</strong> los otros<br />

pequeños arribistas. No existen.<br />

—Sin embargo, existen —suspiró don Fermín— ¿Qué les va a pasar?<br />

—Un tiempo a <strong>la</strong> sombra y se los irá <strong>de</strong>spachando al extranjero, poco a poco —dijo él—. No<br />

vale <strong>la</strong> pena pensar en ellos. Los únicos civiles que cuentan son usted y Landa, por razones obvias.<br />

—Por razones obvias —repitió, lentamente, don Fermín—. ¿Es <strong>de</strong>cir?<br />

—Uste<strong>de</strong>s han servido al régimen <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer momento y tienen re<strong>la</strong>ciones e influencias<br />

en medios a los que tenemos que tratar con guante <strong>de</strong> seda —dijo él—. Espero que el Presi<strong>de</strong>nte<br />

203

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!